En Egipto también está la Iglesia con esperanza y deseos de paz
Por Luis Manuel Pérez Zambrano*En los últimos días, hemos visto a través de los medios de comunicación, como el cercano oriente y el norte de África se han vuelto la realidad internacional que más observamos. Una situación que comenzó en Túnez, pasó a Egipto y ahora la tenemos en Libia. Situaciones similares también hemos conocido o al menos escuchado en Siria, Bahrein y Qatar. Esto hace parte de una ola de cambios que se encuentra en proceso en esta parte del mundo.
Pero, ¿Qué significa esto para nosotros? o ¿En qué nos afecta a nosotros como católicos?, aquí vale recordar que una de las notas de la Iglesia es su universalidad, allí esta Ella sufriendo y con sus hijos, preocupada de cuál será el final de todos estos procesos y con ellos, sufrimos todos, ya que somos una misma Iglesia en todo el mundo.
Para entender esta situación, es importante que conozcamos algunos aspectos de lo acontecido en Egipto: Este pueblo mayoritariamente musulmán vivía bajo una Ley de Emergencia desde 1967, que suspendía los derechos constitucionales y que daba al gobierno la potestad de censurar la información y la prohibición de cualquier oposición al Estado, lo cual trajo como primera consecuencia el asesinato del presidente Anwar Sadat por fundamentalistas islámicos en 1981. Esto, abrió la escena para el protagonista de la actual historia de este país, Hosni Mubarak, mantuvo su mano dura y represiva, con altos índices de corrupción y beneficiando a grandes empresarios del petróleo y del acero, con una fuerte tendencia a occidente.
Así 30 años viviendo esta realidad, llevó a que los jóvenes del país afectados por el desempleo, convocaran por medio de las redes sociales a lo que denominaron el ‘Día de la Ira’, que terminó con el ‘Día de la Verdad’, logrando la caída del presidente Mubarak el 11 de febrero de este año.
Pero, sin duda, en todos estos procesos, la Iglesia ha sufrido situaciones que han pasado imperceptibles. Es así como se hace importante recordar y mirar cómo esta situación que todavía está en desarrollo nos afecta y nos invita a un alto en el camino.
En el marco de la celebraciones del año nuevo se instaló un artefacto explosivo en la Iglesia de San Marcos y San Pedro en Alejandría, su explosión dejó 21 muertos y más de 70 heridos, mostrando así como el ser cristiano en estos territorios es sinónimo de martirio y de estar dispuesto a mostrar la fe; aunque hay que anotar que en este país se tolera el pluralismo religioso, pero lograr un permiso para construir un templo cristiano no es tarea fácil si lo comparamos con el de una Mezquita, además de tener claro que no es permitido convertir musulmanes al cristianismo porque se puede ser objeto de la persecución del fundamentalismo islámico.
Hay que resaltar que en muchas de estas reuniones en las plazas públicas, los hijos de Abraham, judíos, musulmanes y cristianos se unían para orar juntos y pedir la renuncia del presidente. Que el mundo pudiera ver estas imágenes por televisión fueron sin duda, signos de esperanza. Una transición marcada por la utilización de la fuerza del pueblo, apartada del uso de las armas y que sólo quería cambio para su país.
Y entonces… ¿Qué viene ahora?
Sería el interrogante. La situación es poco incierta para nosotros los católicos, hay un grupo político-religioso que se conoce como los hermanos musulmanes que quiere entrar en la escena del poder e implantar una república islámica, igual o similar a la que ya existe en Irán, ellos son expresión del fundamentalismo en el Islam, grupos como Al-Queda o Hezbola son fracciones de estos.
Por eso insisto, la realidad todavía es incierta, esperemos que al final de todo, nuestra fe pueda ser vivida y enseñada libremente, nuestra tarea es orar por estos hermanos, para que al final, la paz, regalo de Cristo al nacer y al resucitar, pueda darse en toda la tierra. Y que todos podamos vivir como hermanos en la tierra, recordemos si un bautizado sufre, toda la Iglesia sufre con él (Cfr. 1Co 13, 26).
*Estudiante de Historia de la Universidad del Atlántico. lmanuelperez@mail.uniatlanatico.edu.co