lunes, junio 26, 2006

UNA FUNDACIÓN QUE CONOCE EL AMOR DE DIOS

Ayudar a quienes más lo necesitan, no es algo exclusivo de unas cuantas personas con un “buen corazón”; todo lo contrario, es responsabilidad de todos.

La caridad lejos de ser un lujo o una actitud propia de personas adineradas, es un fruto de nuestra relación con Cristo. No se puede afirma que se es cristiano sin que esa fe no conduzca a un compromiso serio de erradicar el sufrimiento y la necesidad de los más vulnerables.

En nuestro país, incluso en nuestra ciudad, muy cerca de nosotros, la labor silenciosa de personas e instituciones, como la Fundación Dios es Amor, nos anima a sumir con mayor dinamismo la opción preferente por los que sufren.

Esta Fundación, integrada por un grupo de laicos, viene realizando desde hace 10 años un ardua labor en beneficio de las niñas de la ciudad y el país que están en riesgo de caer en las manos de las drogas, el alcohol y la explotación sexual, o en otras situaciones de peligro.

Esta fundación tiene su sede en la carrera 43B No. 84-141. Atiende de manera permanente a 20 niñas y de manera temporal a más de 100, cuyas edades oscilan entre los 7 y los 17 años, a las que se ofrece de manera gratuita alimentación, techo, educación, acompañamiento sicológico y espiritual, y se les capacita en actividades manuales como elaboración de artesanías, confecciones y pintura, entre otras.

Sobre sus inicios, su actual director, Fabián Ramírez, recuerda que en el año 1996 un grupo de jóvenes vinculados a la Unidad Pastoral del Espíritu Santo, expresaron a su párroco el deseo llevar a la práctica las enseñanzas sobre la caridad y el mandamiento del amor, expresadas en el Evangelio y que les habían entusiasmado a partir de la participación decidida en retiros, convivencias juveniles y en la celebración de la Eucaristía dominical.

Este grupo, conformado por Fabián Ramírez, Rubén Zalazar, Natalia Prasca, Liliana Merlano, Luis Fernando Malo, Donaldo Zambrano, Ana Milena Londoño, Francis Ardila, entre otros, se puso a disposición de este sacerdote, quien les sugirió que fuesen a ayudar a las personas que trabajaban al frente del Centro de Rehabilitación del Menor Infractor, localizado en la carrera 38 con calle 10. Uno de sus directivos le había pedido al padre que enviará a un grupo de personas como voluntarios.

Después de constituirse como ONG, la labor inicial de la fundación era visitar y ayudar a los niños de la calle, a los niños de los semáforos, se visitaba los asilos de la ciudad, la cárcel, entregando alimentos, ropa y sobre todo ayuda espiritual. Muy pronto el grupo de servidores iniciales se fue ampliando hasta llegar a unas cincuenta personas, quienes cada semana adelantaban labores distintas y luego se reunían para compartir en grupo las experiencias vividas.

Tiempo después se vio la necesidad de crear algo que fuese más constante y que estuviera dirigido a un público específico. Después de consultar documentos, de hacer muchas consultas optaron por la atención a las niñas en riesgo de caer en la prostitución, porque pudieron comprobar que la mayoría de las niñas que son maltratadas o violadas, cuando llegan a la adolescencia, caen en este terrible flagelo.

La Fundación Dios es Amor, encontró así un campo especial de ayuda, trabajando en beneficio de las niñas que carecen de los más elementales medios para desarrollarse tanto de manera física como mental. La mayoría de las chicas que han pasado por la institución a lo largo de estos diez años de servicios son extremadamente pobres, han sido abandonadas por sus padres, violadas por sus propios familiares. La fundación las recibe en esta casa-hogar para retribuirles en algo las oportunidades que les ha negado su familia y la sociedad.

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