Tres son las acciones a las que el creyente está llamado en su vivencia del día domingo, el "Día del Señor": en primer lugar el encuentro comunitario y festivo en torno a su fe; el descanso en un contexto de recreación y sano esparcimiento, y por último el fortalecimiento familiar a través del compartir -no sólo de la alegría y el descanso- sino también, y principalmente, de la misma fe en el Dios que es familia y amor trinitario, comunidad de amor.
En este triple contexto de amor por la fe, por la familia y por sí mismos, pudimos vivir la Catedratón el pasado 27 de agosto en el Teatro Amira de la Rosa. Una iniciativa que nos invitó a reflexionar en la importancia de estos espacios de generosidad, participación y fraternidad.
Como ya se ha dicho ampliamente, no se trataba de una simple colecta de dinero, sino de reafirmar nuestro "ser" Iglesia, y al tiempo, nuestro compromiso con los más necesitados. En efecto, lo vivido en esta tercera versión de la Catedratón fue sin duda una fiesta, una gran celebración que tuvo como centro la generosidad, la "alegría de dar sin esperar nada a cambio".
Esto fue palpable en todos los que de una u otra manera hicieron posible la Catedratón 2006: locutores, presentadores, personal técnico, artistas, grupos musicales, y sobre todo, en el comité de intercesión, un significativo número de hermanos que con su oración y sacrificios jalonaron el trabajo que un evento de estas dimensiones requiere.
Se produce ahora un eco de alegría y una enorme satisfacción revestida de acción de gracias en la que el cansancio no tiene cabida. Por todo lo sucedido ese día de Catedratón, hoy podemos decir: "El Señor ha estado grande con nosotros y estamos alegres".
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