sábado, octubre 21, 2006

EDITORIAL

EVANGELIZACION Y TEJIDO SOCIAL

Reflexionar sobre la realidad de nuestro departamento, puede no ser un ejercicio agradable. Sin embargo, estudiarla de cerca puede ayudarnos a vislumbrar -entre el caos- las soluciones a muchas de las problemáticas que nos aquejan.

La realidad de nuestro Atlántico es un cuadro de "luces y sombras". Por un lado son notorios los avances en cuanto al comercio, la construcción, y el desarrollo de ciudad; por otro, una silenciosa llaga amenaza con destruir todo lo que hoy nos hace sentir seguros.

Violencia, desplazamiento de familias enteras que quedan sumidas en la miseria y la pobreza; robos que van desde el dinero en efectivo hasta pedazos de cables, tubos o cualquier metal mostrando con ello un grado de desesperación; narcotráfico, paramilitarismo, violaciones, guerrillas, divorcios... Todo evidencia la destrucción de lo que conocemos como el "tejido social".

Pero, ¿qué es el tejido social? La palabra "tejido", usada en el contexto de las confecciones y la salud, ha adquirido en los últimos años una nueva acepción en el campo de la sociología. Hoy se habla del tejido social como una metáfora que expresa el ideal de lo que debe ser la sociedad humana.

Ahora bien, hablar de la "destrucción del tejido social", es referirse a todas las situaciones que desestabilizan ese estado ideal de las sociedades humanas. En efecto, del mismo modo en que biológicamente se presenta la destrucción de los tejidos a causa de enfermedades graves que van acabando con las células del organismo, las complejas circunstancias de pobreza, violencia y miseria, enferman y destruyen paulatinamente las estructuras esenciales sobre las que se construye la sociedad misma.

Ante una realidad de semejantes proporciones, las soluciones parecen no ser muchas, pero las pocas que existen pueden ser efectivas, en mayor o menor grado, dependiendo de múltiples variables. La más importante, el compromiso de cada miembro de la sociedad en la solución de sus problemáticas comunes. La pregunta sería entonces, ¿cómo sensibilizar a quienes hacen parte de esta sociedad para que juntos asuman un compromiso por el cambio?

La Iglesia se ha esforzado desde siempre por dar una respuesta a esta inquietud de las sociedades humanas, y lo ha hecho -principalmente- a través de un esfuerzo mancomunado por llevar a todos los hombres la buena noticia, la gracia de la evangelización. El evangelio de Jesús, devuelve al ser humano su dignidad de "Hijo de Dios y, por ende, le compromete en la construcción de un mundo más justo.

Fiel a la enseñanza de su Señor, la Iglesia sabe que los males del mundo brotan del corazón del hombre. Por eso, a través de procesos prologados de evangelización -como el que se adelanta en nuestra Arquidiócesis- pretende reconstruir ese tejido social que el pecado ha desecho casi por completo.

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