Visita de las Reliquias de Santa Margarita María Alacoque
En lunes 23 de octubre nuestra Arquidiócesis recibirá la vista de las reliquias (restos mortales) de una de las más grandes santas de la Iglesia: Santa Margarita María Alacoque. Para quienes no la conozcan, y quieran entender la magnitud de este acontecimiento en nuestra Iglesia particular de Barranquilla, Margarita María fue la que recibió, en el año de 1673, con tan sólo 26 años, las revelaciones del Sagrado Corazón de Jesús.
Barranquilla será la primera ciudad de Colombia y la única de la Costa Atlántica a la que llegarán las reliquias. Éstas, estarán luego en otras diez ciudades de nuestro país.
Luego de su llegada al aeropuerto Ernesto Cortissoz, la comitiva que tare las reliquias -integrada por miembros de la Comunidad, se dirigirán a la iglesia que con el nombre de Margarita María de Alacoque se levanta en el barrio Las Margaritas del municipio de Soledad. Seguidamente, en caravana, las reliquias llegarán para su veneración a la Catedral Metropolitana.
Ciertamente, no es la primera vez que unas "reliquias" llegan de visita a nuestro país, incluso a nuestra arquidiócesis; ya el año pasado recibimos las reliquias de Santa Teresita del Niño Jesús. Para muchos, estas vistas se han convertido en auténticos momentos de gracia; para otros, en cambio, no ha significado mayor cosa, y no faltan los que ven con sospecha y cierta resistencia el culto a las reliquias.
Lo primero que hay que tener claro es que una reliquia es un objeto asociado a un santo (o a una persona considerada santa, pero que aun no ha sido canonizada). Existen tres tipos o grados de reliquias: el primero, de las reliquias que son fragmentos de su cuerpo; el segundo, fragmentos de su ropa o de algo que el santo usaba durante su vida (rosario, Biblia, cruz, etc.); también objetos asociados con el sufrimiento de un mártir; y, por último, el tercer grado, cualquier objeto que ha sido tocado con una reliquia de primer grado o con la tumba de un santo.
APROBACIÓN DE LA IGLESIA
Desde el Concilio de Trento, la Iglesia aprobó -formalmente- la veneración de reliquias auténticas. El Código de Derecho Canónico, en los cánones 1190 y 1237, ofrece tres lineamientos básicos respecto a las reliquias: Primero, "Está terminantemente prohibido vender reliquias sagradas. Segundo, "Las reliquias insignes, así como aquellas otras que gozan de gran veneración del pueblo, no pueden en modo alguno enajenarse válidamente o trasladarse a perpetuidad sin licencia de la Sede Apostólica". Tercero, "Debe observarse la antigua tradición de colocar bajo el altar fijo reliquias de mártires o de otros santos, según las normas litúrgicas".
A LA LUZ DE LA PALABRA
Es fundamental, en cuanto a la veneración de reliquias, recurrir a las fuentes bíblicas para comprender mejor su sentido. Textos como el de la mujer enferma que acudió a Jesús y tocó su manto, pueden ayudarnos mucho: "habiendo oído lo que se decía de Jesús, se acercó por detrás entre la gente y tocó su manto. Pues decía: "Si logro tocar aunque sólo sea sus vestidos, me salvaré." Inmediatamente se le secó la fuente de sangre y sintió en su cuerpo que quedaba sana del mal." (Marcos 5,27-29). Ella no tocó el manto por su valor en sí mismo, sino por tocar a Jesús. De la misma forma, tocamos las reliquias y las veneramos no por ellas mismas sino por el santo al que representan.
Dios puede concedernos milagros por intercesión de los santos, pero mas importante es acercarnos a los santos para inspirarnos en sus vidas e imitarlos con el deseo de también nosotros vivir en santidad y llegar al cielo. Dios continúa hoy haciendo milagros y se deleita de hacer muchos de ellos por la intercesión de sus santos. Encontrarse ante una reliquia puede ayudarnos a meditar sobre el santo como una persona real, que vivió nuestras luchas en la tierra y está ahora en el cielo.
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