Por JULIO GIRALDO
Periodista
Candelaria es otro de los pintorescos municipios del Departamento del Atlántico, donde sus habitantes viven de la ganadería y la agricultura. Gentes sencillas, amables, muy trabajadoras y con un hondo sentido religioso.
De su historia eclesial muy poco se sabe, ya que si existía algo esto se quemó en el año 1962, cuando la casa cural fue pasto de las llamas por un voraz incendio que consumió todo el archivo parroquial. El resumen de la historia que cuento en esta crónica, en parte se debe a la investigación que realizó Edgardo Carvajalino, a quien agradezco el aporte, y la otra parte corresponde al testimonio oral y escrito que logré recopilar.
La historia comienza por el año 1772, cuando ya se cuenta que Candelaria (en aquel momento jurisdicción de Cartagena), siendo apenas un pequeño caserío, tenía una feligresía de libres de 133 familias, 456 almas de confesión y 16 esclavos. Sin duda alguna, también allí estuvieron sacerdotes de la orden de los predicadores y poco a poco la fe crece y la comunidad se organiza. Para comienzos del Siglo XX, desde Manatí, su párroco visita con mucha frecuencia el pueblito de Candelaria, celebra los domingos y atiende confesiones, bautizos, matrimonios y entierros. El pequeño pueblo siguió creciendo y llegó el momento en el que sus habitantes no querían seguir a la deriva; necesitaban un sacerdote que los acompañara espiritualmente y en forma permanente. Fue entonces cuando se reunieron las personas más prestantes del pueblo y solicitaron al Obispo de Barranquilla, Monseñor Francisco Gallego Pérez, la creación de la nueva parroquia y el nombramiento de su respectivo párroco; esta inicial petición no tuvo mucho éxito ya que no se contaba con los requisitos necesarios para ser erigida como parroquia la pequeña iglesia. Entre otras cosas no había casa cural, pero los candelarieros entendieron las razones y comenzaron a construir la casa cural al lado de la pequeña iglesia, en el sitio que hoy ocupa el almacén de la plaza. Lista la casa para el sacerdote y mejorada la capilla, Monseñor Gallego Pérez creó la parroquia de San Vicente Ferrer el 20 de abril de 1957, y nombró como su primer párroco al padre Mario Bustamante (el padre Busta como cariñosamente le decían). Por razones que no se conocen, sólo tomó posesión de su cargo a partir del año 1960, es decir, que nuevamente, pero ya como parroquia, Candelaria siguió siendo atendida por el padre Julio Luís Gallo, párroco de Manatí.
Con respecto al santo patrono, se dice que inicialmente los candelarieros querían que su parroquia fuera consagrada a la protección de san José y para tal fin encargaron a un comerciante una imagen bien bonita del santo. Como al citado comerciante le habían encargado varias imágenes de distintos pueblos de la Costa, resultó que por esas cosas inexplicables de la vida, cometió el error de dejar en Candelaria un guacal de madera de pino, cerrado y sellado con la imagen de san Vicente Ferrer, y la de san José la entregó en Campo de la Cruz. Los habitantes de Campo, molestos por el error cometido, organizaron una legión de campesinos que en peregrinación se trasladaron hasta Candelaria con el fin de llevarse la imagen que según ellos les pertenecía, pero resulta que san Vicente Ferrer se hizo tan pesado que no lo pudieron sacar de la capilla; más de 30 hombres lucharon durante horas, pero todo fue inútil y al no poder enmendar el error, los dos pueblos debieron aceptar a sus patronos. Los candelarieros dijeron: “ni modo, dejemos este santo italiano aquí con nosotros”. Y parece que san Vicente Ferrer se ha portado muy bien con el pueblo que lo aceptó como patrono, convirtiéndose en el guardián de los agricultores.
Volviendo al primer párroco, padre Mario Bustamante, este dejó hondas huellas dentro de la población por el testimonio que dio de su pobreza y la entrega total a su ministerio. Como anécdota se recuerda que el padre Busta celebraba las fiestas patronales con mucho fervor y éstas eran amenizadas por la banda de músicos “los infantiles”, nombre que se le colocó de manera jocosa pues todos sus integrantes pasaban de los 50 años de edad. Como dato curioso, terminadas las fiestas los instrumentos de esta banda eran guardados bajo llave por todo el año en un cuarto de la casa cural. El padre Busta era un hombre de gran corazón, pero de una memoria tan frágil que se olvidaba de todo, de pronto eso fue lo que ocurrió con su posesión como párroco: se olvidó que lo habían nombrado y sólo tres años después le recordaron y presuroso se posesionó.
LA PARROQUIA HOY
Acaba de posesionarse como su nuevo párroco el recién ordenado presbítero Mauricio Rey. Este joven sacerdote ha sido muy bien recibido por los habitantes, porque en Candelaria la figura del sacerdote es fundamental en la vida del pueblo. Llega con gran entusiasmo y ha encontrado una comunidad viva, generosa, orante y con muchos deseos de trabajar; por lo tanto, deseosa de reforzar el compromiso ante el proceso de nueva evangelización que desde hace ocho años impulsa el Arzobispo Rubén Salazar Gómez.
Dice el padre Rey que encuentra también una iglesia en muy buenas condiciones, así como la casa cural y, en términos generales, una comunidad muy bien organizada, lo que demuestra el gran trabajo pastoral y material realizado por los anteriores sacerdotes, entre los que se destaca un grupo de Jesuitas que por algún tiempo atendieron la parroquia. El padre Mauricio atiende de tiempo completo su comunidad y por jurisdicción le corresponde atender espiritualmente también los corregimientos de Leña y Carreto, en donde celebra semanalmente la eucaristía, bautiza, visita hogares y atiende los enfermos.
Le corresponde al padre Mauricio, por una gracia especial del Señor, celebrar con toda su comunidad los 50 años de vida eclesial de esta parroquia, celebración que estará íntimamente unida a los 75 años de la Arquidiócesis de Barranquilla. Por eso, para esta especial conmemoración se contará con la presencia de Monseñor Rubén Salazar Gómez, quien presidirá la solemne Eucaristía el día 20 de abril a las 10:00 a.m., acompañado de los sacerdotes que han ejercido su ministerio sacerdotal en Candelaria y de los sacerdotes que hacen parte del decanato, otros sacerdotes invitados de la Arquidiócesis y con la presencia, muy especial, del padre Clotario Hemer, primer sacerdote ordenado oriundo de este municipio.
Mi pueblo querido pase lo que pase, soy un candelariero que lo defiendo a capa y espada...
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