AMÉRICA, EL CONTINENTE DE LA ESPERANZA
Cuando se habla de esperanza se viene a la mente la sensación positiva y optimista frente a un acontecimiento, frente a un lugar o una persona. De ahí que quedó en el lenguaje de nuestros barrios: "la esperanza es lo último que se pierde". Y es así. La realidad muestra que cuando hay esperanza, se respira vitalidad de salir adelante aún en medio de las mayores dificultades.
Un retoño en el campo se convierte en esperanza para el sembrador; la construcción de un templo se convierte en esperanza de vida para una comunidad; el rostro de los niños y adolescentes alimenta la esperanza de sus padres; la ejecución de un negocio, el inicio de un estudio, el diligenciar un trabajo, dinamizan la vida.
Cuando el Papa expresa que: "América es el continente de la esperanza" lo entendemos, no solamente por la gran población de católicos, sino también por el vigor y el deseo de aprender más y de servir mejor al Señor. Sin embargo, somos conscientes que aún falta mucho por madurar en la fe y que son muchos los ambientes donde no ha llegado el mensaje de salvación.
Y son las palabras de S.S. Benedicto XVI las que nuevamente nos animan y alientan a poner nuestros ojos y nuestro corazón en la Sagrada Escritura para fortalecer nuestro testimonio, acrecentar la vida sacramental e incidir en la sociedad. En esta medida los niños, jóvenes, adultos, hogares, se convierten en signos auténticos de la presencia salvadora de Dios, uno y trino. Esto es importante saberlo, pero es vital experimentarlo y de esta manera transmitirlo con la alegría propia del que se siente amado por Dios y comprometido con la comunidad.
No es ficción: contamos con un continente rico en fauna, flora, gente de diferentes culturas, razas, diversidad de carismas, pero unidos por una sola fe, un solo Señor.
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