martes, junio 19, 2007

LO PÚBLICO ES DE TODOS Y DE NADIE

De las características propias de los países desarrollados llama la atención las grandes campañas de información y educación frente a un macroproyecto o frente a un simple trazado de una calle. El mismo sentido de pertenencia garantiza una sinergia entre gestores, administradores, ejecutores y, todo esto, da como resultado un trabajo de gran calidad, excelencia en la obra, progreso, bienestar para todos, confort.

Ya en algunas ciudades colombianas se logra palpar la formación que tienen los obreros, quienes no sólo son pegadores de mezcla y ladrillo, sino que están concientizados de lo importante que es su trabajo y la calidad de la obra para el desarrollo del pueblo.

En nuestros ambientes es mucho lo que se ha discutido sobre consciencia ciudadana, pero aún son débiles las ejecuciones en esta materia. La familia, la escuela y todas las organizaciones estamos llamados a garantizar el amor por lo público.

De la escuela recordamos esas clases de urbanidad o educación cívica, que para muchos eran tan poco importantes y más bien aburridas, pero tan reclamadas por nuestros abuelos al ver en niños, jóvenes y adultos comportamientos que atentan contra los bienes públicos y hasta los propios. Y es que es tan lamentable ver cómo todos hacemos parte de la cultura del “desorden” y el “caos”, sin reaccionar al ver que las esquinas se convierten en baños públicos, se devastan los parques, se olvidan las canchas, se agrietan las calles, se manchan las paredes, se lanzan las basuras en los arroyos y, así, un listado interminable de comportamientos que se han hecho comunes en nuestra sociedad.

Lo público es de todos porque todos nos servimos de ello y, a la vez, es de nadie porque no tiene dolientes. Lo caótico y desordenado crea miseria, pobreza, atraso y allí no está Dios. El orden y la disciplina son los pilares de la verdadera excelencia. Estos comportamientos se perciben desde la misma presentación personal, el estado de las casas, lugares de trabajo... De acuerdo con nuestra mentalidad, ordenada o desordenada, así sembramos o cultivamos en los demás.

¡Cuidemos lo público! ¡Cuidemos lo nuestro!

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