En Colombia se vive en carne esta situación. Sin embargo, es un fenómeno que golpea a muchos pueblos del mundo.
Fray GILBERTO HERNÁNDEZ GARCÍA, OFM
alvinxxi@yahoo.com.mx
A decir del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR), en el orbe hay alrededor de 23 millones de refugiados, víctimas de guerras y en muchas ocasiones, de gobiernos tiranos, o que son perseguidos por cuestiones de raza, religión, etnia o convicciones políticas.
De la totalidad de desterrados más de siete millones están en Asia; poco más de seis millones en África; aproximadamente siete millones y medio se encuentran en Europa; más de un millón en América del Norte; cerca de cien mil en Latinoamérica y El Caribe; y unos setenta mil en Oceanía. Sin embrago, las cifras recogidas por el organismo de la ONU señalan que otros veinte millones más son desplazados dentro de sus propios países y no están reconocidos como refugiados. "Entre todos, unos cincuenta millones que configuran un gigantesco país sin nombre, una sociedad multicultural fragmentada, un mundo diverso, complejo, pero también vulnerable, pobre, perseguido." Para la mayoría de los refugiados, los conflictos armados -que implican persecución y otros abusos contra los derechos humanos de la población civil- son la fuente principal de amenaza. Muchos conflictos armados de los últimos quince años han resultado especialmente peligrosos para la población civil, como lo indica la proporción de bajas mortales civiles con respecto a las militares, que supera en algunos casos por 9 a 1, asegura la ACNUR. El 80% de los refugiados son niños y mujeres y un 90% de los desplazados se encuentran atrapados en los países empobrecidos. Huyen de conflictos armados, muchos de ellos internos, como ha sucedido en los Balcanes, Asia Central, el Cáucaso, Somalia, Burundi, Afganistán, Irak, República Democrática del Congo, Sierra Leona o Colombia.
El Alto Comisionado de Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR) es la organización humanitaria, creada en 1951, cuyo objetivo es proteger a los refugiados y buscar soluciones duraderas a sus problemas. La Convención de 1951 y el Protocolo de 1967, son los principales instrumentos jurídicos para su protección. Según la Convención de Ginebra, un refugiado es una persona que "tiene un fundado temor de ser perseguida a causa de su raza, religión, nacionalidad, pertenencia a un determinado grupo social u opinión política; y que al encontrarse fuera del país de su nacionalidad no puede o no quiere, debido a ese temor, acogerse a la protección de su país".
Sin embargo, es muy complejo diferenciar entre refugiados, solicitantes de asilo, apátridas, inmigrantes en situación irregular o solicitantes de asilo denegado. Los gobiernos tratan de encontrar las causas de expulsiones masivas, limpieza étnica, migración forzada, desplazamiento interno y repatriación forzosa. Pero, en muchas ocasiones, se mezclan datos de inmigrantes y refugiados y esto puede confundir a la opinión pública. El problema de dar empleo y asistencia social a los inmigrantes no es el mismo que amparar en sus derechos humanos a quienes huyen para salvar su vida. Cada grupo tiene sus necesidades y desafíos, señalan reportes del ACNUR. En 1972, Naciones Unidas reconoció que, además de los refugiados —o sea, las personas que solicitaban asilo por diversas razones en otro país que no fuese el de origen— había perseguidos interiores. Hacinados en campamentos, asentamientos esporádicos, iglesias, almacenes o edificios abandonados, los desplazados internos no suelen tener suficiente agua y comida, y no acceden a los servicios públicos más elementales.
A decir de los dirigente del ACNUR ante un mundo global, las cuestiones de refugiados deben coordinarse con una acción humanitaria que asuma el problema también de forma global; es decir, vincular el problema con la acción preventiva, con la asistencia inmediata, la protección legal y las tareas de regreso de los refugiados y reintegro social, político y económico de estos y los desplazados. Buscar soluciones regionales e internacionales. Y, sobre todo, asumir una actitud de mayor apertura y solidaridad en los países de acogida.
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