Transcurría el año 1944 cuando el recién llegado segundo Obispo de Barranquilla, monseñor Julio Caicedo Tellez, convoca a toda la feligresía con el fin de formar una legión capaz de acompañarlo en el proyecto de construir un nuevo seminario que cumpliera con todas las normas exigidas por la Iglesia.
Se conformó así una junta encabezada por el padre Pedro María Revollo; se tenía ya listo un enorme terreno urbanizable llamado “Las Ilusiones”, situado en el extremo occidental de la ciudad; era un sector totalmente enmontado, al cual se llegaba por un estrecho camino inclusive cruzando un enorme arroyo y en donde aún no había ninguna edificación, porque la urbanización de la ciudad solo llegaba hasta la calle 72. Gran parte de éste enorme sector era propiedad de los esposos Marcial Polo Caballero y Ana María Lara, quienes generosamente se unieron a la noble causa del Seminario y donaron el terreno. El 17 de abril de 1944 en ceremonia solemne fue colocada y bendecida la primera piedra. Corrieron 2 años, el seminario se construyó, y todos los seminaristas del antiguo seminario de la Calle Real, fueron trasladados a la nueva edificación y, por supuesto, entraron nuevos seminaristas, muchos de ellos venidos de otras diócesis del país.
Como en toda ciudad, una edificación nueva y en éste caso como seminario, valorizó todos los terrenos adyacentes y comenzaron entonces a nacer a su alrededor varias urbanizaciones como el Porvenir y Ciudad Jardín, barrios que se fueron poblando y en donde construían grandes casonas con patios y solares muy grandes habitadas por familias numerosas, muy propio de aquella época. Todos estos habitantes comienzan a ser atendidos espiritualmente por los padres que trabajan en el seminario, celebran sus eucaristías en la capilla privada que quedaba en una de las naves horizontales con el altar que tiene la iglesia actual. Esta pequeña, pero muy bella capilla, ya no era suficiente para tanta feligresía, y llegó el momento en que debieron habilitar los corredores del seminario para poder albergar la cantidad de gente que asistía a las misas.
Conscientes los sacerdotes del seminario de ésta necesidad, convocaron a la feligresía para que se uniera al proyecto de construir una iglesia al lado de la pequeña capilla que ya existía; la idea caló muy bien entre los habitantes del sector y de inmediato emprendieron la obra comandada por los padres Luís Antonio Forero y Carlos Rivas, quienes le pusieron alma, vida y corazón al proyecto. Con una feligresía motivada muy pronto comenzó la construcción con planos elaborados por el doctor Lignarolo y con la conducción en la obra de albañilería de un seminarista venezolano de apellido Gómez, de quien se dice era hasta escultor. Dirigió y trabajó de lleno en toda la obra hasta su terminación y, al final, desapareció sin haberse ordenado como sacerdote.
Cuenta la tradición oral, que en el año 1955 ya la obra estaba casi terminada, al menos los plafones ya se habían vaciado; el hecho es que para octubre de ese año, se retiró la mampostería que sostenía el plafón del presbiterio y en forma muy rápida se adecuó el templo para la ordenación sacerdotal del diácono Luís Enrique Tamayo, esto nos indica entonces que el templo fue inaugurado el 30 de octubre de 1955, cuando monseñor Gallego Pérez en solemne ceremonia impone sus manos para ordenar como sacerdote al hoy monseñor Luís Enrique Tamayo. Ya con presbiterio listo y nave central terminada en obra gris, el trabajó continúa y se van dando todas las condiciones para que el sector sea declarado como parroquia y, en efecto, el 1º de noviembre, día de todos los santos, monseñor Germán Villa Gaviria firma el decreto numero 40 con el cual crea la parroquia encomendada a San Luís Beltrán, nombre que también lleva el Seminario y haciendo honor al santo español que misionó en el Atlántico y que fue párroco de Tubará. Nombra como su primer párroco al padre Jorge Echandía; luego serán párrocos: Marcos Gélvez, José Álvarez, Gonzalo Naranjo, Javier Medina, Clotario Hemer, Carlos Rocha y Luís Angulo.
Dice el padre Lucho, como cariñosamente lo llaman sus feligreses, que cuenta con una feligresía adulta en edad y en la fe, son pocos los niños, y un porcentaje aceptable de jóvenes. Muy a pesar de que casi toda la feligresía está conformada por adultos mayores, es admirable ver como trabajan de la mano del sacerdote para poder atender todos los frentes de tan compleja comunidad parroquial. Se atiende a los enfermos del sector llevándoles la eucaristía, existe un comité de liturgia que se encarga de la preparación de cada misa, hay lectores preparados y todo se realiza bajo los parámetros pastorales que recomienda el Proceso Diocesano de Renovación y Evangelización PDRE; igualmente son varios los grupos musicales conformados, en su mayoría, por gente joven que embellecen, animan y dan altura a cada celebración.
En estos días la comunidad de San Luís Beltrán se prepara para su gran fiesta patronal a celebrarse el próximo 9 de octubre. Por tal motivo el padre Luís Angulo ha implementado una campaña de divulgación de la vida de san Luís Beltrán, para que la feligresía lo conozca y así conociendo sus virtudes, obras y milagros, se acreciente el amor y la fe en su santo patrono, y puedan todos celebrar con orgullo y en forma masiva, la fiesta patronal que es tradición de todo pueblo, ciudad o barrio.
Se conformó así una junta encabezada por el padre Pedro María Revollo; se tenía ya listo un enorme terreno urbanizable llamado “Las Ilusiones”, situado en el extremo occidental de la ciudad; era un sector totalmente enmontado, al cual se llegaba por un estrecho camino inclusive cruzando un enorme arroyo y en donde aún no había ninguna edificación, porque la urbanización de la ciudad solo llegaba hasta la calle 72. Gran parte de éste enorme sector era propiedad de los esposos Marcial Polo Caballero y Ana María Lara, quienes generosamente se unieron a la noble causa del Seminario y donaron el terreno. El 17 de abril de 1944 en ceremonia solemne fue colocada y bendecida la primera piedra. Corrieron 2 años, el seminario se construyó, y todos los seminaristas del antiguo seminario de la Calle Real, fueron trasladados a la nueva edificación y, por supuesto, entraron nuevos seminaristas, muchos de ellos venidos de otras diócesis del país.
Como en toda ciudad, una edificación nueva y en éste caso como seminario, valorizó todos los terrenos adyacentes y comenzaron entonces a nacer a su alrededor varias urbanizaciones como el Porvenir y Ciudad Jardín, barrios que se fueron poblando y en donde construían grandes casonas con patios y solares muy grandes habitadas por familias numerosas, muy propio de aquella época. Todos estos habitantes comienzan a ser atendidos espiritualmente por los padres que trabajan en el seminario, celebran sus eucaristías en la capilla privada que quedaba en una de las naves horizontales con el altar que tiene la iglesia actual. Esta pequeña, pero muy bella capilla, ya no era suficiente para tanta feligresía, y llegó el momento en que debieron habilitar los corredores del seminario para poder albergar la cantidad de gente que asistía a las misas.
Conscientes los sacerdotes del seminario de ésta necesidad, convocaron a la feligresía para que se uniera al proyecto de construir una iglesia al lado de la pequeña capilla que ya existía; la idea caló muy bien entre los habitantes del sector y de inmediato emprendieron la obra comandada por los padres Luís Antonio Forero y Carlos Rivas, quienes le pusieron alma, vida y corazón al proyecto. Con una feligresía motivada muy pronto comenzó la construcción con planos elaborados por el doctor Lignarolo y con la conducción en la obra de albañilería de un seminarista venezolano de apellido Gómez, de quien se dice era hasta escultor. Dirigió y trabajó de lleno en toda la obra hasta su terminación y, al final, desapareció sin haberse ordenado como sacerdote.
Cuenta la tradición oral, que en el año 1955 ya la obra estaba casi terminada, al menos los plafones ya se habían vaciado; el hecho es que para octubre de ese año, se retiró la mampostería que sostenía el plafón del presbiterio y en forma muy rápida se adecuó el templo para la ordenación sacerdotal del diácono Luís Enrique Tamayo, esto nos indica entonces que el templo fue inaugurado el 30 de octubre de 1955, cuando monseñor Gallego Pérez en solemne ceremonia impone sus manos para ordenar como sacerdote al hoy monseñor Luís Enrique Tamayo. Ya con presbiterio listo y nave central terminada en obra gris, el trabajó continúa y se van dando todas las condiciones para que el sector sea declarado como parroquia y, en efecto, el 1º de noviembre, día de todos los santos, monseñor Germán Villa Gaviria firma el decreto numero 40 con el cual crea la parroquia encomendada a San Luís Beltrán, nombre que también lleva el Seminario y haciendo honor al santo español que misionó en el Atlántico y que fue párroco de Tubará. Nombra como su primer párroco al padre Jorge Echandía; luego serán párrocos: Marcos Gélvez, José Álvarez, Gonzalo Naranjo, Javier Medina, Clotario Hemer, Carlos Rocha y Luís Angulo.
LA PARROQUIA HOY
Hoy la parroquia de San Luís Beltrán se encuentra en una zona céntrica rodeada de hospitales, clínicas, universidades, colegios, farmacias, comercio, grandes casas antiguas y modernos conjuntos residenciales. Para este especial perfil de parroquia se requiere de grandes innovaciones y estrategias modernas para la evangelización, teniendo siempre como base las estructuras de la misión arquidiocesana. Éste es el reto que encontró su actual párroco, padre Luís Angulo Batista, quien se encuentra al frente de esta parroquia desde el 1 de febrero de 2006.Dice el padre Lucho, como cariñosamente lo llaman sus feligreses, que cuenta con una feligresía adulta en edad y en la fe, son pocos los niños, y un porcentaje aceptable de jóvenes. Muy a pesar de que casi toda la feligresía está conformada por adultos mayores, es admirable ver como trabajan de la mano del sacerdote para poder atender todos los frentes de tan compleja comunidad parroquial. Se atiende a los enfermos del sector llevándoles la eucaristía, existe un comité de liturgia que se encarga de la preparación de cada misa, hay lectores preparados y todo se realiza bajo los parámetros pastorales que recomienda el Proceso Diocesano de Renovación y Evangelización PDRE; igualmente son varios los grupos musicales conformados, en su mayoría, por gente joven que embellecen, animan y dan altura a cada celebración.
En estos días la comunidad de San Luís Beltrán se prepara para su gran fiesta patronal a celebrarse el próximo 9 de octubre. Por tal motivo el padre Luís Angulo ha implementado una campaña de divulgación de la vida de san Luís Beltrán, para que la feligresía lo conozca y así conociendo sus virtudes, obras y milagros, se acreciente el amor y la fe en su santo patrono, y puedan todos celebrar con orgullo y en forma masiva, la fiesta patronal que es tradición de todo pueblo, ciudad o barrio.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario
Gracias por tus comentarios. Evita usar palabras obsenas y ofensivas.