viernes, mayo 16, 2008

PENTECOSTÉS PARA LA SANTIDAD


* Por JUAN ÁVILA ESTRADA

Tres son los acontecimientos que marcan profundamente el año cristiano: Navidad, Pascua y Pentecostés. Para cada una de estas celebraciones la Iglesia dispone de un calendario especial que le permite interiorizar, una a una, de modo que no pase desapercibida en el corazón y la fe de cada uno de los creyentes.

Vividas las los primeras con luces, villancicos y aleluyas, pero además con una seria renovación interior, nos queda la esperanza y la lucha por hacernos merecedores del Espíritu que se nos otorgó desde aquel día maravilloso en que el Señor resucitado cumplió la promesa de enviar el Paráclito para que viniera en ayuda nuestra. Ya no hay más soledad y abandono del hombre a su suerte, ahora Dios camina con nosotros y en nosotros para que sintamos que todo cuanto se hace se hace por nosotros y por Él.

Ese Espíritu que revistió a los discípulos y a la Iglesia entera ha permanecido incólume asistiendo a quien habría de convertirse en 'Madre y Maestra'. No estamos ante un pueblo construido con el poder y la inteligencia de los hombres, sino con la santidad y la sabiduría misma de Dios. Este Espíritu es Dios con nosotros.
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Concluye la lectura de este artículo en la edición 184 de Kairós.

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