El mundo globalizado y en permanente cambio en el que vivimos, así como exige novedad y dinamismo en cuando a lenguajes, formas de comunicación, modelos educativos y proyectos de desarrollo, también extiende tal exigencia a la forma de hacer pastoral.
La acción pastoral de la Iglesia hoy se enfrenta a un sinnúmero de 'atracciones y distracciones' que se presentan, especialmente a través de los medios de comunicación social, como verdades que se asumen individual y colectivamente.
Con iluminadora precisión señalan nuestros obispos en la introducción del documento conclusivo de la reciente conferencia episcopal latinoamericana y caribeña: "Se abre paso un nuevo periodo de la historia con desafíos y exigencias, caracterizado por el desconcierto generalizado que se propaga por nuevas turbulencias sociales y políticas, por la difusión de una cultura lejana y hostil a la tradición cristiana, por la emergencia de variadas ofertas religiosas, que tratan de responder, a su manera, a la sed de Dios que manifiestan nuestros pueblos" (Cf. Documento de Aparecida No. 10).
La acción pastoral de la Iglesia hoy se enfrenta a un sinnúmero de 'atracciones y distracciones' que se presentan, especialmente a través de los medios de comunicación social, como verdades que se asumen individual y colectivamente.
Con iluminadora precisión señalan nuestros obispos en la introducción del documento conclusivo de la reciente conferencia episcopal latinoamericana y caribeña: "Se abre paso un nuevo periodo de la historia con desafíos y exigencias, caracterizado por el desconcierto generalizado que se propaga por nuevas turbulencias sociales y políticas, por la difusión de una cultura lejana y hostil a la tradición cristiana, por la emergencia de variadas ofertas religiosas, que tratan de responder, a su manera, a la sed de Dios que manifiestan nuestros pueblos" (Cf. Documento de Aparecida No. 10).
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