El Departamento del Atlántico y su capital Barranquilla, ciudad apreciada de propios y ajenos por la buena índole de su gente y la pureza de su luz, tienen ante sí una oportunidad afanosamente buscada en los avatares de la historia para una convocatoria como ésta: se han identificado unas estrategias con sus recursos, unos líderes y unos criterios con el objetivo de dar un salto en la decencia de la administración pública y/o privada y en la construcción de unos ciudadanos participativos y solidarios, a fin de alcanzar unidos una sociedad de equidad, con apropiadas estructuras urbanas para el disfrute colectivo y una economía próspera y sostenible.
El momento es propicio para esta convocatoria porque hoy la mayoría de los atlanticenses tenemos la certeza de que la calidad de vida mejorará, entre otros factores, impulsada por el liderazgo y las dinámicas administrativas de la Gobernación del Atlántico y la Alcaldía de Barranquilla. Se suma a este hecho positivo el que monseñor Rubén Salazar Gómez, Arzobispo de Barranquilla y por lo tanto gran guía espiritual de los atlanticenses, ha sido escogido como Presidente de la Conferencia Episcopal Colombiana, dignidad ésta que nos enorgullece.
El momento es propicio para esta convocatoria porque hoy la mayoría de los atlanticenses tenemos la certeza de que la calidad de vida mejorará, entre otros factores, impulsada por el liderazgo y las dinámicas administrativas de la Gobernación del Atlántico y la Alcaldía de Barranquilla. Se suma a este hecho positivo el que monseñor Rubén Salazar Gómez, Arzobispo de Barranquilla y por lo tanto gran guía espiritual de los atlanticenses, ha sido escogido como Presidente de la Conferencia Episcopal Colombiana, dignidad ésta que nos enorgullece.
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