Por Julio Giraldo
Transcurría el año 1970, la Ciudad de Barranquilla comenzaba a extenderse hacía el norte, y distinguidas y adineradas familias que habían vivido y crecido tranquilas en el Prado y otros sitios exclusivos proyectaron sus viviendas en lujosos y cómodos conjuntos residenciales que se construían en los barrios Riomar y Altos de Riomar; apareciendo más adelante El Limoncito, Altamira, Riviera, Villa Tívoli, Villa Santos, el Poblado y Villa Campestre. Una de las primeras familias que llegó a Riomar fue la de la Señora Leonor Piñeres de Daza, quien dice que todo a su alrededor en ese momento, año 1978, era monte, pero en pocos meses el sector se fue urbanizando y se pobló totalmente; a diferencia de los barrios marginados, en estas nuevas urbanizaciones nada faltaba: calles pavimentadas, agua, electricidad, teléfonos, gas y todas las comodidades de los exclusivos sectores. Pero algo muy importante si hacía falta para un crecido numero de familias creyentes en Dios que han educado a su hijos bajo estrictas normas morales y con la orientación de la Iglesia católica: no había parroquia; fue entonces cuando un grupo de estos habitantes comenzaron a gestar la idea de tener un templo.
Se comenzó con la celebración de la eucaristía dominical que se realizaba en Villa Tívoli; sus gentes se fueron entusiasmando de tal manera, que muy pronto, un grupo de influyentes vecinos habló con monseñor Germán Villa Gaviria, quien escuchó muy atentamente los argumentos expuestos y, luego de valorarlos, decidió expedir el decreto 900 del 1 de diciembre de 1982 por el cual crea la parroquia Espíritu Santo. En el mismo decreto, nombra como primer párroco al padre Juan de Jesús Serna, quien de inmediato inicia sus actividades y gracias a eso se conforma una junta de habitantes de los sectores para que se encarguen de sacar adelante el proyecto, motivando a sus vecinos y gestionen los terrenos y los recursos para comenzar la construcción de la parroquia. Esta primera junta la integran Lucas Tinoco, Rafael Borge y su esposa Cecilia de Borge, entre otros; poco tiempo ejerce como párroco Juan de Jesús Serna, quien es sustituido por el Padre Gabriel Héctor Muñoz Bolívar, este ilustre Sacerdote de grata recordación reúne la comunidad de Riomar y sus barrios adyacentes para decirles que, por el momento, lo más importante no es un templo material sino, más bien, el templo espiritual, es decir la Iglesia viviente, una comunidad bien preparada y cimentada en su fe, capaz por si sola de dar testimonio de vida con sus familias y con sus vecinos; para así, por medio de sus experiencias de fe, poder estar preparados para la construcción del templo material tan necesario en cualquier comunidad.
Este proyecto pastoral se cumplió; las familias comenzaron a experimentar la presencia de Dios en sus vidas y comprendieron lo que significa ser miembro de una comunidad parroquial. En la Iglesia de Dios, unos siembran y otros recogen: el padre Muñoz, tan amado por la comunidad, es trasladado en el año 1985 por orden de su Arzobispo. La parroquia inicia una nueva etapa ya que es entregada a la Comunidad Eudista, que para la época era también la encargada de la formación de los sacerdotes en el Seminario Regional Juan XXIII. Es otro reto para está especializada comunidad, y nombran al padre Gonzalo Naranjo para que asuma e inicie de inmediato la delicada misión; en muy poco tiempo el padre Naranjo se gana el corazón de toda la feligresía y ya se palpa un ambiente eclesial extraordinario: asambleas familiares, grupos de oración, reuniones en cada sector, todos se mueven y colaboran para un mismo fin. Por su parte, la junta parroquial no se duerme y se mueve con buen ritmo costeño para conseguir el terreno; son muchas y muy duras batallas que hay que librar en el Concejo municipal para lograr que al fin se firme el acuerdo por el cual se cede un amplio terreno a la Arquidiócesis de Barranquilla para que se construya una iglesia; el anhelado acuerdo se firmó en el mes de noviembre de 1987.
Los Eudistas siembran la semilla donde Dios les indica y se van a nuevos campos; así ocurrió con el padre Naranjo, pero vino el inolvidable padre Carlos Lozano y, por la gracia de Dios, le corresponde hacer el diseño del templo y comenzar su construcción. Cada Eudista como Gonzalo Naranjo, Carlos Lozano, Oscar González, Gildardo Pérez, y tanto sacerdote que sin ser párrocos estuvieron en la obra, realizaron lo que Dios quería que cada uno de ellos hiciera, a cada uno de ellos la comunidad los recuerda con cariño y agradecimiento porque fueron estos religiosos los motores impulsores para que los habitantes, muy motivados y movidos por el Espíritu Santo que tanto inculcaba el Padre Lozano, se dedicaran a la misión de transformar sus vidas y de construir su templo; la feligresía los amó tanto que en alguna ocasión, cuando el Padre Oscar González entró a unos retiros espirituales, los esposos Rafael Borge y Cecilia Jaime, en nombre de la comunidad, le escribieron una bella carta que en algunos de sus apartes dice: “hay unas destacadas cualidades que constituyen parte esencial de su perfil espiritual y humano. Su bondad de corazón es algo que se percibe nítida y rápidamente desde los primeros instantes de su trato. Su humildad y sencillez, reveladoras de un alto grado de sabiduría y santidad. Su mentalidad abierta y pluralista, que respeta y valora las opiniones ajenas y que le imprime siempre a sus acciones un aire de frescura y novedad, propias de un estado psicológico y espiritual de peremne juventud.” Así, entonces, una comunidad tan bien formada, y con tanto amor por sus pastores, fue capaz de hacer toda la obra con recursos propios: bazares, festivales, templotones y hasta conciertos con la presencia de Shakira cuando esta no era tan famosa como lo es ahora.
El esfuerzo de los Eudistas y de la comunidad bien valió la pena porque al final construyeron la iglesia y el complejo parroquial más amplio y bello de la Arquidiócesis de Barranquilla; es un templo que cuenta con tres capillas adicionales así: capilla para matrimonios o misas con pequeños grupos, capilla como bautisterio y capilla del Santísimo; esta última, sencillamente acogedora con un ambiente que invita al diálogo con Dios.
La Parroquia Hoy:
Al frente de la unidad pastoral Espíritu Santo se encuentra, desde el mes de febrero de 2004, el padre Iván Díaz, un joven y sabio sacerdote experto en Derecho Canónico que ha venido preocupándose por el mantenimiento y embellecimiento del templo y todo el complejo parroquial Él sigue dando continuidad al trabajo pastoral iniciado por sus hermanos de comunidad, incentivando con su presencia y apoyo a los grupos de oración ya que la parroquia es eminentemente carismática. A su llegada encontró un grupo de fieles bien formados doctrinal y eclesialmente, con los que le correspondió iniciar el Proceso Diocesano De Renovación y Evangelización PDR/E.
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