sábado, enero 31, 2009

La Creación entera celebra la Navidad
Mami... ¿Qué es la Navidad?

Por Juan Ávila Estrada, Pbro*
"Criaturas todas del Señor, bendecid al Señor..." Con estas palabras empieza un precioso cántico que el profeta Daniel eleva a Dios para ensalzar su grandeza (Dn. 3, 57).
En ellas encontramos reflejada la alabanza de la creación entera ante la magnificencia de Dios. Es la misma que podríamos elevar todos la noche de la Navidad, cuando, junto con todos los seres del cielo y de la tierra, postremos nuestras rodillas para adorar al Dios hecho hombre por nosotros: Jesucristo.
"Ángeles del Señor, bendecid al Señor...; sol y luna bendecid al Señor; fieras y ganados, bendecid al Señor..."
No hay una sola criatura de Dios que no entre a participar de este gozo universal. Así, junto con el apóstol Pablo, podemos decir: "Que toda rodilla se doble, en el cielo, en la tierra, en el abismo y toda lengua proclame que Jesús es Señor, para la gloria de Dios Padre" (Flp. 2, 9-11).
Eso es la Navidad. Simplemente, sencillamente, llanamente, pero también maravillosamente: un Big-Bang espiritual; el gran estallido de Dios en el mundo, irrumpiendo naturalmente en nuestro planeta para ser partícipe de la historia del hombre que Él ha creado.
En esa noche de la Navidad, en la que no había nieve, ni renos volando, sólo animales inquietos ante la presencia de extraños conviviendo con ellos, a lo mejor asustados al sentir invadido su espacio; además, ángeles que avisaban a pastores que había nacido el Redentor del mundo, el Mesías esperado desde tiempos antiguos, ahí, en ese momento, hacía presencia el Dios del cielo y de la tierra, el Eternamente Otro, el Trascendente, el Inalcanzable; ahora estaba allí, indefenso y cuidado por aquellos a quienes Él mismo había creado con amor.
Si la creación entera, la del cielo y la de la tierra, ha elevado un cántico en honor a nuestro Dios, qué menos puede hacer el hombre sino maravillarse ante esta encarnación del Verbo de Dios. Si somos capaces de no permitirnos perder la capacidad de asombro, entonces cada año, la Navidad deberá estremecernos hasta las entrañas. Es imposible no pensar el significado que tiene el que siendo Omnipotente se haga limitado; el que siendo Inmortal, se haga mortal; el que siendo Dios, se haga hombre; el que siendo Creador, se haga criatura. Sólo los tontos piensan que es un asunto de menor importancia y que eso no dejó de ser un acontecimiento más como cualquier otro.
Es un Niño el que vino a alegrarnos la vida, a enseñarnos que en la desesperación Él es la esperanza, que en medio de la tristeza Él es la alegría, que en medio de la duda Él es nuestra fe. Como quien dice, ese niño nos hace recordar que Dios nunca se ha olvidado de nosotros y que está siempre dispuesto a hacer algo para que seamos rescatados y victoriosos en su nombre santo.
A partir de su nacimiento, el mundo dejó de ser un valle de lágrimas para convertirse en un planeta de esperanza y de fe. Los que antes buscaban las diferencias para odiarse, ahora tienen el gran motivo para la unidad. Los que antes pensaban que Dios había dado la espalda a su propia creación y la había dejado a merced de nuestra lastimada libertad y al ejercicio de nuestro propio mal, ahora consideramos que no andamos solos por el mundo y que si todo concurre, hasta Dios mismo, entonces cuanto somos y hacemos tiene la impronta de su ser y la bendición de su amor.
¿Cómo celebrar, entonces, paganamente lo que ha costado al Padre celestial la entrega de su propio Hijo? En Navidad no podemos sino donarnos a nosotros mismos del modo como lo hizo el Salvador. Navidad es la época de regalar sonrisas y reconciliación, de entregar esperanzas y oportunidades, de compartir para vivir unidos, en fin, Navidad es el tiempo de generar lazos fuertes de amor en la familia y con los amigos, pero además, es el tiempo de acabar con las enemistades para darnos un poco más de paz.
La familia celebra la Navidad
Así mismo, pensemos, al mirar el pesebre, que lo que prevalece en Él es la imagen de una familia unida por la fuerza del amor y capaz de vencer, desde el principio, las circunstancias adversas que le acompañaron. Ni la pobreza que los llevó a un establo, ni la persecución que los desterró a Egipto, ni el odio celoso de un hombre que los quiso acabar fue capaz de derrumbar en ellos el poder su amor y de su ternura.
Por eso comprendemos que el amor de la familia es lo más parecido al amor de Dios Trino, que es también una familia. Que la corriente que circula en una relación de esposos pasa indiscutiblemente por el corazón de los hijos, y que es en el seno del hogar donde se fragua la capacidad para amarnos y para amar a los demás.
¿Jesús celebra en nuestra navidad?
¿Por qué es bella la Navidad? ¿Por qué diciembre es para muchos el mejor mes del año? Es posible que estemos tan acostumbrados a celebrar la Navidad que ya no nos dejemos maravillar por aquel acontecimiento y sólo nos limitamos a elaborar un pesebre artesanal que puede no decirnos muchas veces nada de lo que Él quiere significar.
Lo peor que puede pasarnos es que nos acostumbremos tanto a la Navidad que cantar "Antón tiruliruliru..." no sea más que la emisión de un sonido sin sentido alguno que repetimos por inercia.
Quisiera imaginarme el sentimiento del Señor Jesús al vernos como locos corriendo apresurados los días previos al 24 de diciembre tratando de organizar la Navidad, pero no la suya sino la nuestra; con la mente embotada por el vicio, el licor y el afán de dinero, tratando de que todo salga lo mejor posible para que nos divirtamos en una fiesta que termina siendo nuestra y no suya, en la que el principal invitado fue papa Noel o Santa Claus como suelen llamarlo muchos.
Mientras las criaturas de la naturaleza y toda ella se embelesa ante la hermosura del Creador naciente, nosotros absortos en el mundo y corriendo para que no falte detalle alguno para armar la gran fiesta en la que sólo quedó faltando un Detalle, el Gran Detalle: Jesús.
Si Navidad sólo sirve para dejar menos dinero, más guayabo y más peso corporal, entonces significa que nunca supimos comprender lo que ella significaba. Y que en toda esta fiesta no estuvo invitado el homenajeado. Pero si, por el contrario, la Navidad nos dejó una familia fortalecida, unos amigos más leales, ningún enemigo y mucha paz, entonces ella sirvió para que se prolongara en el tiempo y se hiciera realidad la tercera venida de Cristo, esa que se da en el diario acontecer cuando le abrimos el corazón, esa que se produce no sólo por la celebración litúrgica sino además por la escucha de la Palabra de Dios y su vivencia en la cotidianidad. Si el mejor o único regalo que recibimos en la Navidad fue el amor de Jesús, consideraremos que todo lo demás es basura comparado con Él.
Jesús es nuestra Navidad. Sin Él todo queda en sólo luces y comida. Navidad no es sólo bombillos encendidos y grasa. Es la eternización del hombre en Dios.
*Párroco de San Carlos Borromeo y Padre Nuestro

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