Perdón y justicia
(A raíz de la excarcelación de una mujer)
Por Juan Ávila Estrada, Pbro*
Por Juan Ávila Estrada, Pbro*
Mucho se nos ha enseñado en torno al perdón. Éste, unido al amor, son los temas ejes de la predicación de Jesús en lo que tiene que ver con las relaciones entre personas; hay que ver incluso, cómo introduce en la oración del Padre Nuestro una petición específica a Dios, enseñándonos a pedir perdón del mismo modo que nosotros estamos dispuestos a ofrecerlo a los demás. De las siete peticiones que se hacen en esta oración, sólo a la que tiene que ver con el perdón le hace comentario y llega a decir que si no perdonamos de corazón al hermano, tampoco nuestro Padre del cielo nos perdonará.
Por otro lado, la Sagrada Escritura nos enseña el sentido de la justicia. Ella, como virtud cardinal predica que a cada quien debe dársele lo que merece, de tal forma que el que realiza el bien debe retribuírsele con bien y el que ejecuta el mal debe castigársele por ello.
Visto así da la sensación que una se opone a la otra; es como si el perdón y la justicia chocaran entre si.
En las últimas semanas ha causado gran controversia la excarcelación que hicieron de "Karina", una mujer temible, por quien el gobierno ofrecía una jugosa recompensa por su captura o su baja. Ella, acosada por el hambre, el desmembramiento y la persecución de su columna guerrillera decide entregarse y someterse a la justicia. Semanas después, la misma mujer que había cometido crímenes atroces dentro y fuera de combate se convertía, por orden del gobierno nacional, en "gestora de paz". Su papel, a partir de este momento, es motivar a miembros de la guerrilla a que se desmovilicen y entren nuevamente a la vida civil.
Pero este acto gubernamental ha traído dolor y desesperanza entre los familiares de las víctimas, pues consideran que con esta vía se va camino a la impunidad. Aquí es donde nos preguntamos, hasta dónde es posible obtener justicia con un acto de perdón.
En su diálogo con Jesús, Pedro le pregunta cuántas veces tiene que perdonar: ¿siete?, y el Maestro le responde que "setenta veces siete" (Mt. 18,21-22); pero además recuerda el Señor el caso de la viuda que pide a un juez que le haga justicia en una situación que tiene con un adversario, a lo que el juez accede de mala gana (Lc. 18,1ss). Es como si la justicia se opusiera al perdón y viceversa. Entonces, ¿Cómo es posible salvaguardar la justicia sin que eso implique incapacidad nuestra para perdonar? Planteémoslo de esta manera: ¿Cómo actuar frente a una persona que rompe el vidrio de uno de nuestro ventanales? ¿Le perdonamos y decimos que asumimos el gasto del vidrio o le aplicamos la justicia y que pague el daño? Las dos cosas. Es posible perdonarlo pero le exigimos que repare el daño hecho. De la misma forma se puede decir que, de modo personal, cada una de las personas a las que "Karina" hizo daño pueden y deben ofrecerle un verdadero perdón de modo que puedan liberarse del resentimiento y del deseo de venganza. Venganza y justicia si se contraponen. Pero es verdad también que la justicia colombiana debe aplicar el castigo ejemplar a esta mujer que hizo tanto daño para que no quede la sensación que el crimen sí paga.
No hay oposición entre estas dos virtudes. Es como cuando una mujer decide perdonar la infidelidad pero tiene claro que por dignidad lo mejor es no continuar con una relación. Con el perdón, cada quien se libra de un sentimiento destructor y pacifica su alma, pero tiene claro que la justicia que se aplica no va en orden a la venganza sino a la restauración y equilibrio de todas las cosas.
Una cosa es la actitud personal que asume cada víctima (si desea seguir cultivando odio hacia ella o no) y otra muy distinta la actitud que debe asumir la justicia colombiana para que nadie se salte las leyes ni crea que puede ponerse por encima de ellas.
Entendámoslo de esta manera: cuando Jesús murió en la cruz Dios no castigó al mundo por ello, sino que lo perdonó, pero mostró su justicia no permitiendo que permaneciera en la tumba, sino que lo resucitó para restablecer las relaciones entre los seres humanos y del hombre con Él.
A veces creemos que perdonar es dejar el daño intacto cuando en verdad el perdón no significa injusticia. Jesús enseñó a perdonar, pero en el momento en que fue abofeteado reclamó con justicia que le informaran cual había sido su delito, porque si no lo había, entonces el castigo era injusto. No tomó venganza, pero no permitió que la injusticia se cometiera.
Es supremamente difícil abordar el tema, pero el Evangelio nos da la clave para que perdón e impunidad no vayan de la mano.
* Párroco de San Carlos Borromeo y Padre Nuestro.
que dificil es perdonar pero a mi me a enseñado a ser mas libre gracias señor por permitirme amarte y poder leer una y mil veces mas este texto ya él es que busco cuando estoy triste.te amo jesucristo.perdoname porque no soy perfecto.
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