miércoles, julio 22, 2009

Un nuevo amor paternal
Por Johan Llanos Berdugo*

Las sencillas ideas que expongo en este artículo, parten de la siguiente opinión a nivel personal: “la paternidad (así como la maternidad) es una construcción cultural, que no está determinada simplemente por la biología ni tiene el carácter natural”. El lugar asignado al padre, sus funciones, el deseo y la responsabilidad de serlo, y las vivencias que acompañan su ejercicio varían como efecto de las variaciones en lo sociocultural. Hay que reconocer que asistimos a un hecho más evidente desde la participación activa de la mujer en el mundo público y el aumento del divorcio, la llamada decadencia o declinación del padre, en la que el discurso social valida cada vez menos a la figura paterna.

Pero en contra de ese discurso, es bueno resaltar que hoy comienzan a surgir nuevos ideales de paternidad que van acordes a nuevas formas de ejercicio de la maternidad, al ideal social de la igualdad de derechos y deberes entre mujeres y varones, y a la autonomía individual. Existe poco a poco un reclamo social, interiorizado por muchos varones, de mayor participación de los padres en la crianza de sus hijos, para bien de las mujeres, los hijos y ellos mismos. A diferencia del modelo que fomentó la construcción de los padres antiguamente, nuestro sistema de valores actual, fomenta un vínculo padre-hijos en el que cobra importancia la interacción frecuente y temprana que brinda crecimiento en el día a día.
Teniendo en cuenta lo anterior, es bueno resaltar la labor paternal de muchos hombres, en los que se hace evidente la aparición y valorización en los últimos años de una figura parental ceñida a estos ideales y alejada de los modelos de padre distante y autoritario, así como al ejercicio de la paternidad por fuera de los modelos tradicionales de familia.
Expresiones de este fenómeno son la aparición de literatura sobre padres, el desarrollo de políticas que promueven la participación de los varones en la crianza de sus hijos y la aparición de asociaciones de padres que defienden los derechos de los divorciados a estar con sus hijos. Su figura masculina paradigmática es el llamado padre cuidador, en el que la paternidad ya no es un poder, sino un servicio y una relación.
Presente, carnal, cotidiano, el padre cuidador transmite ternura, cuidados y enseñanza. Ya no es la sangre o el linaje, el espermatozoide o el apellido, ni tampoco el amor a la madre, lo que da sentido a la paternidad, sino que ésta es una opción subjetiva y una relación vivida. Padre es el que ama, cuida y disfruta. Jerarquiza el hecho que la relación paternal no sólo se maneja en términos de autoridad, distancia y educación/límites, sino que existe también un aspecto afectivo-emocional, de disfrute mutuo. El contacto corporal tiene aquí un papel importante que permite la transmisión de la ternura corporal. Es el padre que no se adecua a un rol propuesto por la división sexual del trabajo, con un vínculo cotidiano, más allá de su intervención disciplinaria o su protección económica. No es un tercero que separa madre e hijo, sino un otro adulto que está a disposición. No una función, sino una presencia que requiere un trabajo emocional. No opuesto a la madre, sino desde sí para el hijo (se esté o no en pareja con la madre).
Este nuevo modelo de padre comienza a ser incorporado por algunos varones que en general pertenecen a sectores sociales donde se generan costumbres y hábitos, por lo que es posible que sus nuevos comportamientos vayan impregnando el tejido social. El capital cultural y el nivel educativo son variables decisivas en la producción de este padre, que sigue existiendo luego del divorcio porque ha creado un vínculo directo con hijos y no indirecto o a través de la función.

Los padres también pueden enfrentar actitudes que insinúan que las mujeres son más aptas para atender las muchas exigencias implicadas en la crianza de los niños. Para muchos padres, resulta difícil involucrarse en la vida de sus hijos debido a sentimientos de incompetencia o la noción de que las madres saben más sobre el asunto. La relación y el amor que un papá siente por su hijo son tan importantes para su alegría, autoestima, éxito social y académico como lo es la relación que tiene con su madre.

La posibilidad de ese nuevo modelo de padre, que como ya mencioné, puede e incluso debe ir impregnando el tejido social, está más acorde con aquella visión bíblica que muestra la novedad de la relación paterno-filial que Jesús encarnó en la relación con Dios-Padre de amor. Entre otras cosas, la paternidad así vista, es a la vez la posibilidad de representar la protección y misericordia divina en su condición más humana.

* Ingeniero en Telecomunicaciones. Lic. Ciencias Religiosas. Fac de Teología. Pontificia U. Javeriana. Diplomado en Teología Bíblica. Universidad del Norte. e-mail: jojellabe11@hotmail.com

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