jueves, mayo 20, 2010

Elegir bien, para vivir bien

Por Onix Nedel Correa García*


Las elecciones presidenciales es una oportunidad clave
para que las personas cumplamos con un requisito constitucional y, también, tengamos la posibilidad de elegir a quienes nos representarán durante cierto tiempo determinado. Debido a esto, llevar nuestro voto a las urnas implica una responsabilidad inamovible y fundamental, no sólo para la democracia, sino para construir un mundo mejor: lleno de justicia, equidad y, por supuesto, de paz.

Nuestra vida debe estar determinada por la Ley de Dios, pero, si bien es cierto, vivimos en un mundo en el cual existen unas leyes terrenales que hay que cumplir, en las que hay que aterrizar y en las cuales también debemos participar para su diseño y ejecución. Esto, como hijos de Dios, propiciará un ambiente de sanidad legal e inclusión a todas las personas.


Generalmente, son más de dos candidatos los que se postulan para ocupar este cargo. Sin embargo, esto no quiere decir que todos –sin desmeritar sus capacidades intelectuales- estén preparados o sean grandes opciones para gobernar un país como Colombia. Nuestra responsabilidad está en analizar cuál de ellos se acerca más a la construcción de una nación que los cristianos queremos y por la que trabajamos a diario. “Porque muchos son llamados, pero pocos los escogidos” (Mt. 22, 14), esta frase nos evidencia que todas las iniciativas no son las más convenientes y, por lo tanto, tenemos una magna responsabilidad en las manos a la hora de votar por nuestros representantes. Este acto es indelegable y no se lo podemos dejar a quienes tienen, tal vez, su voto viciado y lejos de los intereses fraternos de toda una sociedad que busca a Cristo.


Dios constantemente nos guía con su Palabra para que a la manera de Él vivamos con alegría y paz. Pero somos nosotros, los seres humanos, quienes en libertad escogemos por lo que queremos y creemos que será lo más favorable (Dt. 30.19). Viendo esto, es necesario conocer bien las opciones, analizar la realidad colombiana, asumir una actitud crítica y responsable frente al ideal que queremos en la sociedad y a la que llama constantemente la Iglesia de Dios, y dejarnos llevar por nuestra conciencia en vez de la euforia colectiva del momento, toda vez que puede estar viciada o motivada por muchos factores e intereses. Teniendo todos esos puntos bien claros, reflejaremos en nuestro voto una decisión inteligente, respetuosa y decidida en contribuir a un mejor país.


Por encima de cualquier proceso electoral nuestra fraternidad debe hallarse en aceptar a Dios como nuestro único Señor. Creer y vivir para escogerlo sólo a Él como la salvación de todos. Trabajar para que quienes no lo conozcan tengan una experiencia cercana con Cristo y buscar siempre caminos de paz y amor.

“Feliz el pueblo cuyo Dios es el Señor, el pueblo que ha escogido como suyo” bien dice el salmista (Sal. 33.12), resaltándonos que cualquiera que sea el camino que escojamos para el pueblo y para nosotros mismos, debe ser la ruta para llevarnos a vivir en coherencia y unidad con el amor del Padre. Y es así, con una fuerte decisión por seguir en el camino del Todopoderoso que podremos sintonizar los valores cristianos con lo que se merece Colombia buscando asegurar un gran futuro para todos.

*Comunicador Social y periodista. onix2502@hotmail.com

No hay comentarios.:

Publicar un comentario

Gracias por tus comentarios. Evita usar palabras obsenas y ofensivas.