miércoles, mayo 05, 2010


Para vivir la Pascua, hay que conocerla

Por Geovanny Mercado, Pbro*

Queridos lectores, la Pascua instituida por Dios es y será el tiempo memorable, en la que el Dios Todopoderoso aniquiló el mal, nos libró de la opresión y arrancó de nuestras vidas la muerte causada por el antiguo pecado. Esta fiesta solemne nos debe llevar a recordar que la mano poderosa y la misericordia de Dios, pasa sobre nuestro presente, restaurándonos cada día con su Gracia y llevándonos a un mejor futuro.

Por ello, vivir este tiempo jubiloso es la mejor decisión a la que todos los creyentes estamos llamados, entrando en el ritmo de la misión de la persona y de la obra que Cristo vivió y nos encomendó.

¿Qué es la Pascua?
El nombre parece provenir del hebreo”pesha” que significa paso, pasar de largo. La Pascua cristiana es de origen apostólico y memorial, solemne de la Pasión, Muerte y Resurrección de Cristo. La Pascua para nosotros los cristianos, evoca el misterio de la Resurrección. Y para comprender este misterio debemos recordar a los primeros creyentes, que con su ejemplo de fe bien convencida, la predicación misionera y los relatos evangélicos han hecho posible, llegue hasta nosotros la vivencia de este acontecimiento del Señor.

¿Cuáles son las características del tiempo Pascual?
Es tiempo de gozo y alegría, es el tiempo de la familia y la comunidad cristiana. Es por excelencia tiempo espiritual, donde el Espíritu de Jesucristo Resucitado llena y recrea definitivamente el orbe. Es el tiempo de amor donde se sigue dando culto y alabanzas a Dios por las obras de su amor; es el tiempo de la liberación y del encuentro con nuestros familiares y amigos, sanos y enfermos.

¿Qué es la Octava de Pascua?
Con el Domingo de Resurrección comienzan los cincuenta días del Tiempo Pascual, el cual concluye en Pentecostés. La Octava de Pascua se trata de la primera semana de la cincuentena. Es considerado como si fuera un solo día, es decir, el júbilo del Domingo de Pascua se prolonga ocho días seguidos. Las lecturas evangélicas se centran en los relatos de las apariciones del Resucitado, la experiencia que los apóstoles tuvieron de Cristo Resucitado y que nos transmiten fielmente. Por ello, en la primera lectura de la liturgia iremos leyendo de modo continuo las páginas de los Hechos de los Apóstoles.

Los cincuenta días de Pascua
En frase de San Atanasio, considerado doctor de la Iglesia, son “un gran domingo”. Es el tiempo espiritual para gustar la vivencia de la libertad cristiana. Tiempo para penetrar en el misterio de Cristo. Es el tiempo de la Gracia, de la limpieza interior. Tiempo para experimentar que Cristo vive en su Iglesia. Esto es la Pascua. Un domingo reposado. Una fiesta de cincuenta días. Para terminar, Pentecostés. Que no es la fiesta del Espíritu Santo, sino la fiesta pascual de Cristo Resucitado que, como lo había prometido, envía al Espíritu a su Iglesia.

Para vivir la Pascua recuerda…
Que nuestra comunidad cristiana ha recibido de Jesús el encargo de anunciarlo y hacerlo presente, testificando con nuestras vidas, en la misión aquidiocesana, que Él está vivo. Esta es la fe pascual que nos compromete llevar a los hombres este mensaje de esperanza y de fe, llevándonos a proclamar con nuestro estilo de hombres nuevos, que Cristo vive, que Cristo nos ha liberado y que es motivo de nuestra esperanza.

*Miembro del EDAP y párroco unidad pastoral María, Reina de todos los Santos. constantinegx@hotmail.com

Mensaje del Arzobispo para la Pascua
El misterio del amor infinito de Dios por la humanidad lo llevó a crear el universo entero y al ser humano como aquel que debía cuidar y dominar todo ese universo creado. Ser humano varón y mujer, imagen de Dios; creado con la misma capacidad de amar con la que Dios nos ama a nosotros, un amor que culmina en el envío del hijo eterno de Dios para que se haga uno de nosotros en el seno de la Virgen María, ese amor que se manifestó en todo el Ministerio del Señor Jesús, que lo llevó a acercarse a los que sufren, a todos los aquejados por el pecado para mostrarles la misericordia liberadora de Dios. Un amor que llevó a Cristo a amarnos hasta donde es posible amar, entregándose a la muerte por nosotros.

El amor de Dios quedaría inconcluso, incomprensible, si no llegara a su plenitud en la Resurrección de Cristo nuestro Señor, porque la Resurrección de Cristo es la irrupción definitiva, plena, absoluta de ese amor que transforma toda la realidad humana y la llena con el amor de Dios comunicándonos la vida misma de Dios. Un amor que es vida, victoria sobre la muerte, liberación, romper todas las cadenas que alienan al ser humano para que puedan vivir en la plenitud del amor, esa es la Resurrección de Cristo. Nosotros por el sacramento del bautismo morimos con Cristo para vivir con Cristo, queda destruida nuestra condición pecadora y recibimos en nosotros la plenitud de la vida de Dios para una vida nueva que ya no está de tinieblas, angustia, sino para que nuestra vida este siempre llena de luz, amor, bondad, alegría y misericordia. Es la transformación de todo lo creado. Es la posibilidad plena de que el ser humano viva feliz, viva la plenitud para la cual fue creado.

*Miembro del EDAP y párroco unidad pastoral María, Reina de todos los Santos. constantinegex@hotmail.com

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