miércoles, diciembre 08, 2010


En nuestros días

¿Existe la verdadera amistad?

Ser cristianos es ser capaces en medio de los afanes de descubrir en el otro la presencia de Dios.

Por Liliana De La Cruz Martínez*

“Cuando David terminó de hablar con Saúl, Jonatán se encariño de David y empezó a quererlo como así mismo” (1 de Samuel 18,1). Que profunda esta cita bíblica, cuando vemos todo lo que significa: Una amistad sincera, completa y entregada. Que bonito se oye “amar como a sí mismo”, pero qué tan difícil hacerlo en un entorno muchas veces turbulento en el que el hombre puede incluso llegar a sentirse solo o incomprendido; un mundo en el que a veces la misma tecnología hace que nos acerquemos virtualmente, pero que nos alejemos de forma presencial. Sin embargo, se acerca una época propicia para reflexionarlo: el mes de amor y amistad.

Este tiempo no debería ser mirado sólo como el de los enamorados, el de los amigos y el de compartir un detalle o un momento agradable con todas esas personas que hacen parte de nuestras vidas. Las incógnitas que den vueltas en nuestra mente no deberían ser sólo aquellas como: ¿Cuál será el mejor regalo para esa persona que queremos? o ¿Dónde encontrar el mejor detalle?, sino las tendientes a autoevaluarnos como amigos. A revisar si estamos realmente viendo en el otro la presencia de Dios, y como tal, lo estamos amando como a nosotros mismos. De repente este texto del libro de Job nos ayude con nuestra reflexión: “Tres amigos de Job: Elifa, Bildad y Zofar, luego que oyeron todo este mal que le había sobrevenido, vinieron cada uno de su lugar para condolerse de él y para consolarle. Así se sentaron con él en tierra por siete días y siete noches, y ninguno le hablaba palabra, porque veían que su dolor era muy grande” (Job 2, 11 - 13).

De esta reflexión, nos quedan algunas preguntas que podrán llevarnos a revisar si podemos llamarnos ‘amigos’: ¿Vivimos el dolor del amigo como nuestro? ¿Demostramos con actos nuestro cariño y apoyo, incluso en la distancia? ¿Sabemos escuchar o sólo opinamos y reprochamos? ¿Ante un error del otro, le tapamos el error o le hacemos entrar en razón? ¿Rogamos a Dios por nuestra pareja y nuestros amigos? Ojalá que, aún si no hemos respondido satisfactoriamente estas inquietudes, nos preocupemos por hacer lo mejor por nosotros y por ellos, porque como bien se cita en Proverbios 18,24: “Hay amigos que causan la ruina, y hay quien ama con más apego que un hermano”.

Lo más importante y que no debemos olvidar es que en nuestro diario caminar tenemos al mejor de los amigos, al incondicional y verdadero… a Jesús. La amistad debe estar fundada en la palabra de Dios y en la convicción de que es posible labrar un cariño sincero en el mismísimo amor a Cristo. Esta es la primera relación que debemos cultivar para, con base en ella, podamos construir relaciones con los demás; pues no hay lazo más grande que el amor, ni mejor regalo que la amistad.

“Vivimos en un mundo en el que a veces la misma tecnología hace que nos acerquemos virtualmente, pero que nos alejemos de forma presencial”.

*Coordinadora Caracol Social. lilianamargarita@gmail.com

En la Biblia encontramos la mejor inspiración para el amor y la amistad

  • “Ante todo, ámense intensamente unos a otros, pues el amor perdona los pecados”. 1 Pedro 4, 8
  • “Nadie tiene amor más grande que quien da la vida por sus amigos”. Juan 15,13
  • “El amor entre ustedes no sea hipócrita; aborrezcan lo malo y pónganse de parte de lo bueno”. Romanos 12, 9
  • “El hierro con el hierro se afila, el hombre en el trato con su prójimo”. Proverbios 27, 17
  • “El amor es paciente y bondadoso; no tiene envidia ni orgullo ni arrogancia. No es grosero ni egoísta, no se irrita ni es rencoroso; no se alegra de la injusticia, sino que encuentra su alegría en la verdad” 1 Corintios 13, 4-6

· “... Dios es amor; y el que permanece en el amor permanece en Dios, y Dios en él”. Juan 4, 16

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