Por: Arturo Rey Carrillo Pbro.
Párroco Unidad Pastoral La Medalla Milagrosa de Soledad 2.000
Vicario de la Vicaría San José
El Evangelio de San Juan comienza en forma solemne con un himno a Cristo, un himno litúrgico en forma de oración. Juan contempla a Cristo, el Señor de la comunidad, y se queda extasiado. Busca palabras y no las encuentra adecuadas. Juan busca un nombre para Jesús, un nombre que diga todo lo que él es, y lo llama: La Palabra, Jesús es Dios mismo rompiendo su silencio y comunicándose con los hombres, una Palabra fuente de luz y de vida.
En el momento en que Juan escribe su Evangelio estaba preocupado porque algunos grupos consideraban a Juan el Bautista como el Mesías. De allí su insistencia en situarlo en su justa posición; Jesús es la luz, El Bautista es el testigo de la luz. Jesús es la Palabra viviente de Dios, El Bautista es la voz que grita.
Conviene aclarar que los sinópticos presentan al Bautista como el Precursor que predica la conversión porque llega al Reino de Dios; en Juan es simplemente el que testifica a favor de Jesús. El Bautista es el último profeta del Antiguo Testamento y cede el lugar a quien inaugura los nuevos tiempos de la salvación.
En el Evangelio de Juan, la Fe es expresada con el término ver: el creyente ve a Jesús, ve la obra del Padre, ve a Dios, ve sus signos. En San Juan (evangelio) los apóstoles aparecen bajo una óptica particular y suelen tener un carácter simbólico. Juan sólo nos ofrece el nombre de siete de los doce: uno sin nombre con Andrés; Pedro, Felipe y Natanael; Tomás, Judas Iscariote y el otro Judas. También cita a dos hijos del Zebedeo y al discípulo amado. El discípulo amado parece ser el mismo que el discípulo sin nombre. El discípulo amado, Andrés y Pedro pasan del grupo del bautista a Jesús, Pedro tiene una concepción mesiánica muy política, pues no ha escuchado que Jesús es el Cordero de Dios.
Felipe y Natanael representan a los Judíos piadosos que esperaban un Mesías y lo reconocen en Jesús. Por eso reciben la invitación a seguirlo. Los doce representan el nuevo pueblo fundado con el resto del Antiguo Pueblo de Dios, formado por las doce tribus. Pero en el último capítulo del evangelio en la gran pesca, aparecen “siete” apóstoles, expresando con ello el evangelista a la totalidad de los hombres llamados a seguir a Jesús, ya que el siete según la simbología bíblica representa a la totalidad y la perfección.
LO QUE NOS DICE
Quien no se reconoce como ciego, es decir quien no quiere reconocer su pecado y llevado por su orgullo, cree que ve, ése es el verdadero ciego y no puede ver por su obstinación y egocentrismo. Yo soy –Jesús es el Emmanuel (Dios con nosotros), el Hijo de Dios que nos ama hasta dar la vida en sacrificio por nuestra salvación. “Yo Soy” es el título que Dios se dio a sí mismo en el Sinaí (Ex. 3, 14).
El Evangelio según San Juan está escrito en clave simbólica, tiene alusiones a los sacramentos – signos – gestos, que nos introducen en la contemplación de la vida sacramental. Veamos algunos.
El Pastor:
Juan nos presenta a Jesús como el Buen Pastor. (Jn. 10, 1 – ss.) Llama, reúne, saca, vigila, guía, conoce y reconoce.
El Evangelio de Juan es el Evangelio de la Fe, ver y creer, expresar los elementos constitutivos de la Fe. El Evangelio de Juan no utiliza la palabra milagro, habla de 7 signos o señales milagrosas.
Juan 2, 1-12: Bodas de Caná: (conversión del agua en vino). A través de este signo Jesús se manifiesta en su presencia para exigirnos una respuesta. El Vino del Señor es símbolo de la alegría de su salvación de la amistad y el amor que debe reinar entre todos los sentados a la mesa. Con este primer signo Jesús inaugura el tiempo nuevo, siete días después que el Espíritu de Dios descendiera plenamente sobre él.
Jesús sana el hijo de un oficial del Rey, Jn. 4, 43-54.Ésta fue la segunda señal milagrosa que hizo Jesús, cuando volvió de Judea a Galilea.
Jesús sana al paralítico de Betzatá, Jn. 6, 1-15
Multiplicación de los panes (5 mil hombres), Jn. 6, 1-15.Pan, en el lenguaje bíblico, indica todo lo que el hombre necesita para vivir, para su sustento. También significa el modo recto de encarar la propia existencia, que los antiguos llamaban sabiduría.
Para Juan “comer el pan”, es entrar en comunión con Dios y su palabra, hacer nuestra esa palabra.Curación del ciego de nacimiento, Jn. 9, 1-ss.Resurrección de Lázaro, Jn. 11, 38-44.Resurrección, Jn. 20, 1-ss.
Estos son siete signos o señales, y sabemos el número 7 en la Sagrada Escritura, denota plenitud, el gran signo es la resurrección. A partir de los signos, el hombre cree.
graxias que DIOS LOS BENDIGA MUXO COMO HASTA AHORA
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