Comunicadora social-periodista
"En la frenada -de golpe- se reventaron todos los asientos y miro a la señora que estaba a mi lado... horrorizado veo que estaban muertos. Ellos habían ido porque como no había el número suficiente de ex alumnos y llenamos el avión con simpatizantes del equipo estudiantil". Un millón de veces ha relatado esta historia el Doctor Roberto Canessa, Médico Cardiólogo Uruguayo, sobreviviente del trágico accidente de los Andes en 1972.
Hace unos días, Roberto Canessa estuvo en nuestra ciudad y fue entrevistado por los periodistas Vicky Vives y Bernardo Torres, en "Bionautas", uno de los programas de la Emisora Minuto de Dios. De esta impactante entrevista quiero ofrecerles algunos apartes que pueden ayudarnos mucho en nuestro camino de fe y realización personal.
VIVE, HOY Y AHORA
Con la claridad de quien ha sorteado una difícil prueba manifiesta: "no tienes porque quejarte de las cosas que tienes en la vida porque en el momento menos pensado se te cae el avión, te das cuenta que has postergado un montón de cosas que debiste haber hecho". Y añade: "sentí que estaba fuera de la realidad que estaba soñando, es muy difícil ante los momentos de crisis mantener la calma pero no es imposible"
Canessa tenía 19 años en ese entonces, y estudiaba medicina. "En esas largas horas de espera y reflexión el deseo era volver a casa, que por la cotidianidad y la monotonía no te das cuenta de lo importante que es y luchas por volver a esa vida con fuerza. Tuve la fuerza para seguir estudiando, porque experiencias tan fuertes te desequilibran de una manera terrible, primero te empiezas a creer que eres un súper hombre y eso te hace tomas atribuciones que no te corresponden y te "maradonizas. Yo me agarré de mi medicina, de mis amigos, para volver a mi realidad, sin creerme estrella de cine o la fama que no me aportaba nada. Esta historia tiene la fuerza de que nos declararon muertos y sobrevivimos.
Cada cual tenía el por qué quería vivir pero si tenías un compromiso luchas para lograrlo, es muy fácil morir y tirar la toalla pero luchar es de valientes y decididos. Hay un Dios que conocimos en los Andes muy diferente al que teníamos en casa, vislumbramos un rostro de Dios diferente, no un señor barbón ese que te dice tienes que ir a misa, y etc. etc., el que descubrimos en los Andes estaba al lado nuestro, hombro con hombre, que nos acompañó, que me acompañó le dices en ese silencio interior cuando descubres que no tienes nada levantas tu rostro miras al cielo y extiendes las manos abres tus labios y musitas ayúdame porque mis fuerzas llegan hasta acá. Duramos dos meses y durante ese tiempo me prometí a mi mismo que si iba a morir lo iba a hacer luchando.
Estaba aferrado a no ser parte del fracaso, sino del triunfo del éxito que era la vida. Después de los 34 años que han transcurrido ese tiempo he logrado muchas cosas, siempre hay una montaña nueva que escalar" Dios me ha bendecido grandemente con tres hijos, un reconocimiento mundial no solamente en la cardiología, porque cuando me recibí de médico no falto quien me dijera fuiste famoso en los Andes pero en la medicina no. He logrado dos premios nacionales de medicina, estamos en un programa de trasplantes cardiacos, de diagnostico desde la madre embarazada para prevenir pacientes cardiacos. Yo trato de contar desde mi sentimiento mi experiencia. La mejor solución es la más sencilla, no la más corta sino la que uno le pone más empeño".
La vivencia en los Andes fue impactante. Finalmente, hartos de las bajísimas temperaturas, los amenazadores aludes, angustiados por la continua muerte de sus compañeros y la lenta espera del rescate, dos de los rugbiers, Roberto Canessa y Fernando Parrado deciden cruzar las inmensas montañas para así llegar a Chile.
El doctor Canessa recuerda: "todos los días la montaña a las 4 se oscurecía y venía mucho frío. Una tarde veo que al final del valle los rayos seguían a las 6, a las 7 y a las 8 y me di cuenta que por allí estaba la salida, por algún lugar entraban esos rayos y efectivamente cuando llegamos a ese lugar se acababa la nieve y empezaba el verde y en ese momento me di cuenta que me había salvado, siempre pensé que me moriría en la nieve pero cuando vi ese pasto verde me di cuenta que no moriría, y vi a una lagartija y sentí que me decía "¿tu no estabas muerto?", en ese momento recogí una piedra para llevársela a mi novia y supe que sobreviví".
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