miércoles, octubre 11, 2006

NO ES FACIL SER CATOLICO

Por José Lama
Agente Extraordinario para la Comunión
Unidad Pastoral Espíritu Santo

En un mundo como en el que vivimos, sacudido por diferentes crisis, entre ellas, la más peligrosa, la pérdida del sentido de la vida, ¿cuántos seres humanos han perdido el verdadero sentido de su existencia y creen encontrar la respuesta en la droga, en el consumismo, el alcohol, o en el abuso de la sexualidad y el erotismo? Buscan la felicidad, pero el resultado es siempre una profunda tristeza, un vacío del corazón y muchas veces la desesperación.

¿Cómo vivir la propia vida para no perderla? ¿Sobre qué fundamento edificar el propio proyecto de existencia? Yo creo que a veces nos complicamos la vida innecesariamente y, por otro lado, no tenemos la fuerza necesaria para seguir lo que verdaderamente nos edifica. Estamos muy mal acostumbrados a un mundo en el que se quiere todo fácil, rápido, sin dolor, sin esfuerzo.

Ser católico hoy, no es fácil. No está de moda. No es fácil darse cuenta de que los hijos son un don de Dios. No está de moda el sacrificarse por amor a los demás. Vivimos una época de feroz individualismo. Todo es yo, y al final, ese "yo" se queda solo.

Lo que está de moda es practicar meditación trascendental, el yoga, etc. Estamos en la época de lo Light y la vida sin sacrificio. Lo cierto es que estamos en un mundo que tiene mucha sed y hambre de verdad, con enormes vacíos.

Nuestros problemas no van a desaparecer por el hecho de ir a misa o por confesarnos o por comulgar. Estos seguirán ahí, pero el corazón de nuestra fe está en la resurrección de Jesucristo, el hijo de Dios que se hizo hombre, al que crucificaron por nuestro pecado pero que resucitó. Él nos enseñó que todas nuestras penas, ansiedades y dolores tienen un significado, más que un "por qué" tienen un "para qué".

Para los que somos católicos, los problemas, el dolor, la enfermedad, son una oportunidad de seguir a Jesucristo en su cruz. Lo que a veces olvidamos es que la cruz tiene un sentido sacrificial, pero siempre ante la perspectiva de la resurrección. Esta certeza nos dará la fuerza interior para poder afrontar esos problemas con una actitud diferente. Es la gracia de Dios la que los hace distintos. Los sacramentos nos dan la fuerza de Dios para que aún en nuestra imposibilidad seamos capaces de lograr grandes cosas, a pesar de las dificultades.

Jesucristo no necesita estar de moda. Él es el mismo ayer, hoy y siempre. Él es la respuesta de Dios a nuestra búsqueda, a nuestras angustias.

Este es un tiempo de decisión. Esta es la ocasión para aceptar a Jesucristo. Sin fanatismos, pero sí teniendo el deseo sincero de acercarse a Jesucristo para aceptar su amistad y su amor, aceptar la verdad de su palabra y creer en sus promesas; reconocer que sólo de Él viene la verdadera felicidad, y que Él es el único que nos puede guiar finalmente hacia la vida eterna.

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