Párroco de Cristo Sacerdote
Hoy en día encontramos en nuestra Iglesia Católica una serie de preocupaciones que de manera obligada invitan a todo bautizado, que ama y sufre por la Iglesia que Cristo fundó, a reflexionar sobre el por qué de estas situaciones, pero no en el cómo puedo contribuir para que esto no se siga presentando.
Me refiero a la falta de identidad como católicos, al temor de afirmar públicamente ¡SOY CATÓLICO!, a vivir de manera coherente el compromiso de fe a través de la Misión Arquidiocesana, a tener una vivencia sacramental frecuentando la Reconciliación y la Eucaristía, a quedarnos muchas veces con las celebraciones en el simple hecho de actos sociales, a recitar las verdades de fe contenidas en el Credo sin hacer conciencia de lo que se trata... y, a primera vista, el problema que brota es: Falta mucha formación, pero yo agregaría también: falta mucho interés de la mayoría de los católicos por adentrarse en el mundo de la Iglesia. Podríamos decir que estamos en ella, pero no la conocemos, y esto se nos transforma en un círculo vicioso: No conozco las cosas de la Iglesia, no me preocupo por formarme, y como no conozco mucho y no me interesa formarme, sólo me preocupo por opinar, a veces de manera errada, otras de manera crítica que no siempre es constructiva.
Una de las múltiples herramientas con las que cuenta la Iglesia para formar a los católicos son las catequesis pre-sacramentales, a las cuales en ocasiones se les ve como simples requisitos para acceder a los sacramentos e incluso –puedo dar fe de ello- hay fieles que ofrecen dinero para ver si es posible que se omitan bajo el pretexto de que no hay tiempo para recibirlas.
Si a estas catequesis pre-sacramentales se les valorara, serían muchos más los padres de familia que tomarían en serio su compromiso de transmisores y educadores de la fe, serían muchos los padrinos que no se conformarían con dar un “regalo” a su ahijado en la fecha especial y se transformarían en verdaderos guías y consejeros. También muchos de los jóvenes que reciben el sacramento de la confirmación no desaparecerían como por arte de magia de la Iglesia y pondrían al servicio de ella su dinamismo, creatividad y alegría. Las parejas valorarían más la etapa del noviazgo y al terminar una buena preparación para el sacramento del matrimonio se comprometerían a conformar una verdadera familia o, por el contrario, sin temor decidirían esperar un poco más para no tomar una decisión equivocada.
En fin, creo que entre tantas preocupaciones que vivimos necesitamos ser concientes de la importancia de asumir con responsabilidad y seriedad los compromisos como bautizados, para que sabiendo lo que significan podamos responder sin temor a tantos cuestionamientos que es sometida la Iglesia en el mundo de hoy. Así que la invitación es a conocer cada día más la Iglesia de Cristo para que “no nos metan los dedos en la boca”; son muchas las revistas católicas que nos pueden ayudar, hay muchas páginas en Internet, periódicos, encuentros parroquiales, emisoras y canales católicos. Por eso esa frase: “la Iglesia se quedó atrasada” ya no cuenta. Católico ignorante, futuro…
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