Construyendo con arte el reino de Dios
Por JULIO GIRALDO
Periodista
Baranoa no es otro más de los tradicionales pueblos del Atlántico, ya que su aspecto es de ciudad; calles bien pavimentadas, un comercio organizado, casas modernas, cultura, arte y folclor por todos los rincones de la pequeña ciudad. Sus habitantes, en su mayoría, viven de sus trabajos como empleados, obreros, profesionales y altos ejecutivos que diariamente se trasladan a Barranquilla -lugar de sus actividades- y regresan a Baranoa en horas de la noche. Por tradición, es una ciudad muy apegada a sus costumbres religiosas, costumbres que vienen desde siglos atrás, ya que desde que llegaron los españoles a evangelizar, Baranoa, como pequeño poblado, contaba con su cura propio.
Cuentan algunas personas de edad avanzada que la primera iglesia fue construida en barro y bahareque a finales del Siglo XVIII, cuando era presbítero Santiago Acosta, sacerdote ilustrado, notable calígrafo y músico de nacimiento; fue el fundador de la primera banda de músicos que recuerdan en la población (no es entonces la banda de Baranoa algo accidental); a su muerte, lo sucedió el presbítero Miguel de Jesús Caballero, cartagenero, alma de artista, notable pendolista y escultor, él fue el que emprendió y terminó la construcción del frontispicio de la iglesia en cuyo frontón colocó la imagen de Santa Ana, esculpida por él mismo en piedra en el año 1893. En esta construcción no se hizo énfasis en el techo de material, sino que se hizo en paja debido al calor sofocante y a la falta de energía eléctrica que permitiera la colocación de abanicos o aires acondicionados como en nuestra época.
Es muy poca la historia escrita que se encuentra sobre la antigua parroquia, ya que el 11 de marzo de 1895 la iglesia fue incendiada durante el combate más fuerte que por razones “políticas”, entre godos y manzanillos, se libró en Baranoa. Se dice que en ese fatídico día corrió mucha sangre por las calles del pueblo. Algunos combatientes se atrincheraron dentro del templo y sus atacantes, para reducirlos, quemaron la iglesia; culpan como autor material del sacrilegio a Julio Hermenegildo Palacio, quien en medio del desespero y el afán por reducir las tropas enemigas, dio orden a un joven corneta para que arrastrándose llegara a la parte superior de la iglesia y le prendiese fuego por medio de estopas empapadas de petróleo. Bajo el cielo tórrido ardió monstruosamente la iglesia, se quemó todo el archivo de partidas de bautismo y de matrimonio, así como su historia. El pueblo, desesperado por el humo y las llamas, se entregó a los invasores.
Hay que destacar que, una vez termina el combate y la noticia llega a Barranquilla, Monseñor Pedro María Revollo se presenta ante el comandante del ejército y le pide que lo mande a Baranoa en una ambulancia con los médicos y enfermeras para él prestar sus servicios espirituales a los moribundos y heridos de ambos bandos. Monseñor Revollo prestó sus servicios, habló con el jefe vencedor y el jefe vencido, los atendió y luego se dio a la tarea de buscar al señor cura de la población, Miguel Caballero, del cual no supo de su suerte... Luego, se dedicó a enterrar a los muertos. La reconstrucción del templo se realizó a finales de 1895. El techo del templo fue inicialmente construido en laminas de zinc y la iglesia fue construida en arte republicano.
Han pasado a lo largo de la historia de esta parroquia unos sesenta presbíteros, cada uno dejando huellas imborrables en una feligresía que paso a paso construye el reino de Dios. Entre otros, recordamos en estas líneas a Fray Matías Ibarra, quien figura en seis periodos; Julio Vásquez, en trece periodos; Moisés Gómez, en seis periodos y Pedro María Revollo, en tres. Figuran también José Feliciano Hernández, Basilio Natera, Juan de Jesús Serna, Hermes Nieto, Luís Vargas Ripoll y con 17 años al frente de la parroquia figura el padre Francisco Sierra, de grata recordación dentro de la comunidad por su gran espiritualidad y consagración al servicio de sus fieles, fue un verdadero modelo de lo que debe ser un pastor de almas.
La Parroquia Hoy
Hace 7 años fue nombrado como párroco el padre Dagoberto Berdugo Mercado, nacido en sabanalarga. El padre Dagoberto, con su juventud y entusiasmo, se encuentra muy agradecido con Dios por haberlo escogido para regir los destinos espirituales de un pueblo que él cuando era muy pequeño visitaba con frecuencia y del cual tiene muchos gratos recuerdos. Trabaja pastoralmente con una comunidad de aproximadamente sesenta mil habitantes. La Unidad Pastoral Santa Ana tiene cuatro células: al norte, en Pital de Megua, está la dedicada a San Isidro labrador, patrono de los agricultores; en el casco urbano existen tres células, María Auxiliadora, Santa Ana y al sur una futura parroquia que se llama San José; para estas futuras parroquias ya se encuentran localizados los terrenos y muy pronto sus templos serán una realidad.
La feligresía se encuentra comprometida con todo el proceso de la misión y, lentamente, pero con un caminar seguro se están cumpliendo los objetivos. Es una comunidad que tiene una fe muy firme en Cristo y ama profundamente a la abuela de nuestro señor Jesucristo, Santa Ana y su esposo San Joaquín, esto queda demostrado en la fiesta patronal que aglutina a miles de devotos no solamente de Baranoa si no también de muchas partes de la Costa y de Colombia.
Por JULIO GIRALDO
Periodista
Baranoa no es otro más de los tradicionales pueblos del Atlántico, ya que su aspecto es de ciudad; calles bien pavimentadas, un comercio organizado, casas modernas, cultura, arte y folclor por todos los rincones de la pequeña ciudad. Sus habitantes, en su mayoría, viven de sus trabajos como empleados, obreros, profesionales y altos ejecutivos que diariamente se trasladan a Barranquilla -lugar de sus actividades- y regresan a Baranoa en horas de la noche. Por tradición, es una ciudad muy apegada a sus costumbres religiosas, costumbres que vienen desde siglos atrás, ya que desde que llegaron los españoles a evangelizar, Baranoa, como pequeño poblado, contaba con su cura propio.
Cuentan algunas personas de edad avanzada que la primera iglesia fue construida en barro y bahareque a finales del Siglo XVIII, cuando era presbítero Santiago Acosta, sacerdote ilustrado, notable calígrafo y músico de nacimiento; fue el fundador de la primera banda de músicos que recuerdan en la población (no es entonces la banda de Baranoa algo accidental); a su muerte, lo sucedió el presbítero Miguel de Jesús Caballero, cartagenero, alma de artista, notable pendolista y escultor, él fue el que emprendió y terminó la construcción del frontispicio de la iglesia en cuyo frontón colocó la imagen de Santa Ana, esculpida por él mismo en piedra en el año 1893. En esta construcción no se hizo énfasis en el techo de material, sino que se hizo en paja debido al calor sofocante y a la falta de energía eléctrica que permitiera la colocación de abanicos o aires acondicionados como en nuestra época.
Es muy poca la historia escrita que se encuentra sobre la antigua parroquia, ya que el 11 de marzo de 1895 la iglesia fue incendiada durante el combate más fuerte que por razones “políticas”, entre godos y manzanillos, se libró en Baranoa. Se dice que en ese fatídico día corrió mucha sangre por las calles del pueblo. Algunos combatientes se atrincheraron dentro del templo y sus atacantes, para reducirlos, quemaron la iglesia; culpan como autor material del sacrilegio a Julio Hermenegildo Palacio, quien en medio del desespero y el afán por reducir las tropas enemigas, dio orden a un joven corneta para que arrastrándose llegara a la parte superior de la iglesia y le prendiese fuego por medio de estopas empapadas de petróleo. Bajo el cielo tórrido ardió monstruosamente la iglesia, se quemó todo el archivo de partidas de bautismo y de matrimonio, así como su historia. El pueblo, desesperado por el humo y las llamas, se entregó a los invasores.
Hay que destacar que, una vez termina el combate y la noticia llega a Barranquilla, Monseñor Pedro María Revollo se presenta ante el comandante del ejército y le pide que lo mande a Baranoa en una ambulancia con los médicos y enfermeras para él prestar sus servicios espirituales a los moribundos y heridos de ambos bandos. Monseñor Revollo prestó sus servicios, habló con el jefe vencedor y el jefe vencido, los atendió y luego se dio a la tarea de buscar al señor cura de la población, Miguel Caballero, del cual no supo de su suerte... Luego, se dedicó a enterrar a los muertos. La reconstrucción del templo se realizó a finales de 1895. El techo del templo fue inicialmente construido en laminas de zinc y la iglesia fue construida en arte republicano.
Han pasado a lo largo de la historia de esta parroquia unos sesenta presbíteros, cada uno dejando huellas imborrables en una feligresía que paso a paso construye el reino de Dios. Entre otros, recordamos en estas líneas a Fray Matías Ibarra, quien figura en seis periodos; Julio Vásquez, en trece periodos; Moisés Gómez, en seis periodos y Pedro María Revollo, en tres. Figuran también José Feliciano Hernández, Basilio Natera, Juan de Jesús Serna, Hermes Nieto, Luís Vargas Ripoll y con 17 años al frente de la parroquia figura el padre Francisco Sierra, de grata recordación dentro de la comunidad por su gran espiritualidad y consagración al servicio de sus fieles, fue un verdadero modelo de lo que debe ser un pastor de almas.
La Parroquia Hoy
Hace 7 años fue nombrado como párroco el padre Dagoberto Berdugo Mercado, nacido en sabanalarga. El padre Dagoberto, con su juventud y entusiasmo, se encuentra muy agradecido con Dios por haberlo escogido para regir los destinos espirituales de un pueblo que él cuando era muy pequeño visitaba con frecuencia y del cual tiene muchos gratos recuerdos. Trabaja pastoralmente con una comunidad de aproximadamente sesenta mil habitantes. La Unidad Pastoral Santa Ana tiene cuatro células: al norte, en Pital de Megua, está la dedicada a San Isidro labrador, patrono de los agricultores; en el casco urbano existen tres células, María Auxiliadora, Santa Ana y al sur una futura parroquia que se llama San José; para estas futuras parroquias ya se encuentran localizados los terrenos y muy pronto sus templos serán una realidad.
La feligresía se encuentra comprometida con todo el proceso de la misión y, lentamente, pero con un caminar seguro se están cumpliendo los objetivos. Es una comunidad que tiene una fe muy firme en Cristo y ama profundamente a la abuela de nuestro señor Jesucristo, Santa Ana y su esposo San Joaquín, esto queda demostrado en la fiesta patronal que aglutina a miles de devotos no solamente de Baranoa si no también de muchas partes de la Costa y de Colombia.
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