jueves, marzo 08, 2007

EN EL ATLANTICO: NUEVOS PRESBITEROS AL SERVICIO DEL SEÑOR

Por ONIX NEDEL CORREA GARCÍA
Estudiante en Práctica – Comunicación Social
Universidad Autónoma del Caribe

“Para mi la ordenación sacerdotal significa muchas cosas. Entre otras, el saber que Dios me ama bastante y me confía una gran tarea, una gran labor, la cual es apacentar su reino. También significa reconocer que Él siempre ha estado conmigo, que siempre me ha acompañado; sino fuera por Él yo no estuviera hoy ordenado, consagrado para Él. Además, me alegra saber que a través del ministerio sacerdotal voy ayudar a muchos hombres y mujeres a encontrarse con Cristo”, así lo afirmó a Kairós el padre Franklin Posso, con la alegría proyectada en sus ojos, minutos después de su ordenación.

Estas palabras del padre Franklin me ayudan hoy a comprender la magnitud de una ordenación presbiteral, a la cual asistí –por vez primera- el pasado sábado 24 de febrero, cuando se me encomendó el cubrimiento para Kairós de este importante acontecimiento que me impactó positivamente por la solemnidad y el gran sentido espiritual con que se desarrolla. Mauricio Rey y Ludwing Sánchez, al igual que Franklin Posso, mostraron en todo momento su felicidad, especialmente cuando el señor Arzobispo, monseñor Rubén Salazar Gómez, los anunciaba como nuevos presbíteros de la Arquidiócesis de Barranquilla.

Al principio me fue interesante cómo las personas que no eran familiares de los nuevos sacerdotes seguían atentamente cada momento de la celebración. Se observaban carteles con mensajes dirigidos a los nuevos presbíteros con frases donde manifestaban su apoyo y la espera en sus comunidades para que ellos les entreguen toda su sabiduría y servicio.

Es que servir a Dios y guiar a los fieles por los caminos correctos no es obra fácil. En el sacerdote debe haber claridad sobre la misión que tiene en la tierra para enfrentarse a distintos entornos con multiplicidad de dificultades y, así, tener un desempeño como el que Dios exige. Claro está, los presbíteros lo hacen con amor y mucha humildad. Por tal razón, entiendo con mayor claridad toda la celebración culta que se vivió en esas dos horas, acompañada de la participación atenta de los fieles asistentes.

Entre tantas frases y emociones, el padre Mauricio afirma que su momento más emocionante durante la ordenación fue la imposición de las manos por parte del Arzobispo y todos los sacerdotes presentes en la celebración; las letanías, pidiéndole la asistencia de todos los santos y la gracia de Dios, y el momento de la oración consacratoria que sella precisamente la consagración a la Iglesia.

Tranquila, pausada, cuidadosa, entre otras cosas, fue el transcurrir de la ordenación, lo que fue revelándome aún más el valor espiritual de lo que sucedía en la catedral. Por estas razones entendí la respuesta del padre Ludwing cuando le pregunté sobre el significado de su ordenación: “Pura misericordia del Señor. Dios nos ama tanto y se arriesga a creer en el hombre, a pesar de que el hombre le pueda fallar, pero Él confía en el hombre y lo llama a ser partícipe de su amor y misericordia para la humanidad”.

Al final, cuando terminaba la ordenación, apenas comenzaban realmente la vida sacerdotal y el servicio a la comunidad para estos tres nuevos presbíteros. Ahora cada uno tiene responsabilidades que harán con cariño y regocijo, como es el caso del padre Franklin que estará en la Unidad Pastoral Cristo Resucitado del corregimiento La Playa, en la Comisión Arquidiocesana de Ecumenismo y Misión y, además, dictará en el Seminario Mayor la cátedra de introducción a la espiritualidad. Por su parte, el padre Ludwing pastoreará la comunidad de Nuestra Señora de la Esperanza, una comunidad que aún no cuenta con templo ni casa cural; también es su responsabilidad motivar la pastoral vocacional en la Vicaría de San José. Por último, el padre Mauricio es el nuevo párroco de la Unidad Pastoral San Vicente de Ferrer, en el municipio de Candelaria Atlántico, y seguirá al frente de la comisión arquidiocesana de pequeñas comunidades.

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