¿A qué se debe el éxodo o la deserción o la mudanza de tantos católicos hacia otras confesiones religiosas, incluso a doctrinas orientales que nada tienen que ver con el cristianismo?
Por CLOTARIO HEMER CERVANTES, Pbro.
Párroco Unidad Pastoral Santísima Trinidad
Las respuestas, argumentos, explicaciones, factores o causas que doy en este artículo son opiniones personales, intuiciones u observaciones de la realidad en que nos movemos diariamente. Pudiéramos decir que son como hipótesis de trabajo para una investigación metódica. Son deducciones de experiencias y diálogos con personas que han dado este paso.
En alguna ocasión le propuse a un amigo psicólogo hacer un estudio serio en Barranquilla sobre este fenómeno, pero no disponemos de recursos para hacerlo.
¿Cuáles son las causas de esta realidad? Son muchas y relacionadas entre sí. Pero, ¿cuál podría ser como la causa que está en la base de este dejar la Iglesia Católica con dos mil y más años de existencia, cando prueba histórica de su origen apostólico y su ininterrumpida tradición hasta el día de hoy, para engrosar otras confesiones, sectas aparecidas y advenedizas y hasta movimientos de origen oriental?
Me atrevo a postular como la causa general de este fenómeno socio-religioso un hecho innegable: estos “católicos” no eran tales realmente. Es decir, su fe no era “la convicción de las cosas que no se ven. La seguridad de las cosas que se esperan”, que predica la Iglesia Católica. (Hebr 11, 1). La fe de estos hermanos no tenía arraigo suficiente en el corazón ni en la inteligencia de estos hermanos. Es posible que confesaran con la boca al Señor Jesús, pero que en el corazón no estuvieran convencidos de que Dios lo resucitó de entre los muertos, según la predicación de la Iglesia Católica, con todas las implicaciones teológicas, intelectuales y morales que semejante profesión de fe implica y exige en el seno de dicha Iglesia. (Rom 10, 9-10)
La fe de estos queridos hermanos en la Iglesia fue como la semilla que cayó en el camino, o en terreno pedregoso, o entre cardos, que no resistió las picotadas de las aves, ni el calor del sol, ni el combate frente a las dificultades que tenemos que afrontar los que predicamos a Cristo en la Iglesia Católica, con la vida y con las palabras (Cfr Mc 4, 1-9; // Mt 13, 1-23 // Lc 8, 4-15). Esta fe tiene mucho de tradicional, de herencia familiar o cultural, casi como que de simplemente sentimental; es un sentimiento religioso. A esta fe le faltó ser asumida por una opción; hacerla personal y radicarla en el corazón y en la inteligencia. Le faltó llegar a la adultez. Igualmente le faltó a esta fe un proceso de catequesis que la hiciera más explícita y consistente, que le diera una comprensión más racional, una asimilación intelectual más profunda. Le faltó también un conocimiento más serio de la Biblia, sobre todo del Nuevo Testamento. Quien haya experimentado este proceso, imposible que deserte de la fe católica. Desde luego que esto no quiere decir que sean cosas tan profundas que no estén al alcance del cristiano normal.
Hay que reconocer que desde hace ya mucho tiempo se ha descuidado bastante en la Iglesia una pastoral que siga a los cristianos desde su bautismo hasta su madurez. Además, desde hace tiempo la formación religiosa de los hijos dejó de ser tarea de los padres de familia, una parte excelente de la formación que imparte el hogar. Para agravar la situación en Colombia, se eliminó la formación religiosa del pensum escolar, cerrándose así las posibilidades de incluir en la formación académica de los jóvenes un ingrediente religioso y moral. Más grave fue todavía la decadencia y desaparición de la catequesis parroquial infantil, que antiguamente se hacía en todas las parroquias. Tenemos que destacar la labor de los maestros católicos que tanto han contribuido a mantener, contra viento y marea, la fe católica de los niños y jóvenes en las escuelas y colegios. En esto último me refiero a la Arquidiócesis de Barranquilla.
Frente a este panorama es explicable que estos hermanos que se distanciaron, no resistieran el ataque que, desde otros credos, se le hace a la Iglesia católica y terminaran abandonando la casa materna de la santa Iglesia, católica, apostólica y romana.
En síntesis, una fe sustentada únicamente por la tradición y el sentimiento, no puede resistir una batalla incesante y un proselitismo fatigante. Imposible defenderse frente a esta artillería cuando no se posee ningún recurso para responderla (Cfr Lc 14, 31; 2 Pe 1, 3-11; Lc 1, 1-4). Yo aquí no hago ningún juicio de conciencia. Analizo un fenómeno socio-religioso.
Por CLOTARIO HEMER CERVANTES, Pbro.
Párroco Unidad Pastoral Santísima Trinidad
Las respuestas, argumentos, explicaciones, factores o causas que doy en este artículo son opiniones personales, intuiciones u observaciones de la realidad en que nos movemos diariamente. Pudiéramos decir que son como hipótesis de trabajo para una investigación metódica. Son deducciones de experiencias y diálogos con personas que han dado este paso.
En alguna ocasión le propuse a un amigo psicólogo hacer un estudio serio en Barranquilla sobre este fenómeno, pero no disponemos de recursos para hacerlo.
¿Cuáles son las causas de esta realidad? Son muchas y relacionadas entre sí. Pero, ¿cuál podría ser como la causa que está en la base de este dejar la Iglesia Católica con dos mil y más años de existencia, cando prueba histórica de su origen apostólico y su ininterrumpida tradición hasta el día de hoy, para engrosar otras confesiones, sectas aparecidas y advenedizas y hasta movimientos de origen oriental?
Me atrevo a postular como la causa general de este fenómeno socio-religioso un hecho innegable: estos “católicos” no eran tales realmente. Es decir, su fe no era “la convicción de las cosas que no se ven. La seguridad de las cosas que se esperan”, que predica la Iglesia Católica. (Hebr 11, 1). La fe de estos hermanos no tenía arraigo suficiente en el corazón ni en la inteligencia de estos hermanos. Es posible que confesaran con la boca al Señor Jesús, pero que en el corazón no estuvieran convencidos de que Dios lo resucitó de entre los muertos, según la predicación de la Iglesia Católica, con todas las implicaciones teológicas, intelectuales y morales que semejante profesión de fe implica y exige en el seno de dicha Iglesia. (Rom 10, 9-10)
La fe de estos queridos hermanos en la Iglesia fue como la semilla que cayó en el camino, o en terreno pedregoso, o entre cardos, que no resistió las picotadas de las aves, ni el calor del sol, ni el combate frente a las dificultades que tenemos que afrontar los que predicamos a Cristo en la Iglesia Católica, con la vida y con las palabras (Cfr Mc 4, 1-9; // Mt 13, 1-23 // Lc 8, 4-15). Esta fe tiene mucho de tradicional, de herencia familiar o cultural, casi como que de simplemente sentimental; es un sentimiento religioso. A esta fe le faltó ser asumida por una opción; hacerla personal y radicarla en el corazón y en la inteligencia. Le faltó llegar a la adultez. Igualmente le faltó a esta fe un proceso de catequesis que la hiciera más explícita y consistente, que le diera una comprensión más racional, una asimilación intelectual más profunda. Le faltó también un conocimiento más serio de la Biblia, sobre todo del Nuevo Testamento. Quien haya experimentado este proceso, imposible que deserte de la fe católica. Desde luego que esto no quiere decir que sean cosas tan profundas que no estén al alcance del cristiano normal.
Hay que reconocer que desde hace ya mucho tiempo se ha descuidado bastante en la Iglesia una pastoral que siga a los cristianos desde su bautismo hasta su madurez. Además, desde hace tiempo la formación religiosa de los hijos dejó de ser tarea de los padres de familia, una parte excelente de la formación que imparte el hogar. Para agravar la situación en Colombia, se eliminó la formación religiosa del pensum escolar, cerrándose así las posibilidades de incluir en la formación académica de los jóvenes un ingrediente religioso y moral. Más grave fue todavía la decadencia y desaparición de la catequesis parroquial infantil, que antiguamente se hacía en todas las parroquias. Tenemos que destacar la labor de los maestros católicos que tanto han contribuido a mantener, contra viento y marea, la fe católica de los niños y jóvenes en las escuelas y colegios. En esto último me refiero a la Arquidiócesis de Barranquilla.
Frente a este panorama es explicable que estos hermanos que se distanciaron, no resistieran el ataque que, desde otros credos, se le hace a la Iglesia católica y terminaran abandonando la casa materna de la santa Iglesia, católica, apostólica y romana.
En síntesis, una fe sustentada únicamente por la tradición y el sentimiento, no puede resistir una batalla incesante y un proselitismo fatigante. Imposible defenderse frente a esta artillería cuando no se posee ningún recurso para responderla (Cfr Lc 14, 31; 2 Pe 1, 3-11; Lc 1, 1-4). Yo aquí no hago ningún juicio de conciencia. Analizo un fenómeno socio-religioso.
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