martes, agosto 21, 2007

ASILO SAN ANTONIO: DONDE EL ANCIANO NO ES INVISIBLE

Por ONIX NEDEL CORREA GARCÍA*

Sale el sol, comienza la mañana de un nuevo día, nuestro personaje da las gracias por esa oportunidad que Dios le sigue dando y, quizás sin darse cuenta, prepara con mucho cuidado lo que va hacer durante sus próximas horas. Tal vez le desanime la idea de no estar con su familia, se sentirá solo, pero para él es reconfortante que haya un grupo de personas que viven y trabajan por hacerlo feliz.

Con rutinas como la anterior viven día a día muchas personas cuando son “adultos mayores”, pero para ellos existe una oportunidad que les garantiza –en medio de sus dificultades y discapacidades- un mejoramiento de su calidad de vida. Es entonces cuando los asilos se convierten en los mejores hogares para brindarle, a los abuelitos, un servicio que responda a sus necesidades básicas. Alimentación, habitación, aseo, auxilio médico, atención psicológica, fisioterapias y control de la nutrición, son primordiales en esta etapa de la vida, debido a la gran vulnerabilidad que presenta el peso de los muchos años vividos.

El Asilo San Antonio, de las Hermanas de los Pobres de San Pedro Claver, es un ejemplo admirable de acompañamiento y ayuda para los ancianos. Actualmente cobija 118 residentes que están organizados en cinco pabellones: Nuestra Señora de Fátima, María Inmaculada, Madre Marcelina, María Auxiliadora y el Sagrado Corazón. Todos ellos le prestan servicios a los adultos mayores pensionados, es decir, los que reciben el apoyo económico de sus familiares y, por supuesto, a los que viven de la caridad y que gracias al apoyo de la Alcaldía Barranquilla, la Gobernación del Atlántico y la generosidad de las personas, su permanencia en este “hogar” es indefinida.

Son muchos los motivos por los que un viejito llega al asilo; algunas veces son llevados por sus familiares, en otras ocasiones llegan por sus propias iniciativas o, simplemente, la policía los remite allí al encontrarlos en alguna situación de difícil bienestar.

En esta etapa la vida no es tan fácil, pero gracias al empeño y esfuerzo reflejado por los funcionarios, como también el de las hermanitas del hogar, pueden darle a estos viejitos una tonalidad más viva y alegre a los momentos que transcurren dentro del asilo. Actividades lúdicas, manualidades, terapias ocupacionales, celebración de fechas importantes y la asistencia médica de los estudiantes de la Universidad Metropolitana, se vuelven los principales motivos por los que los adultos mayores del Asilo San Antonio son felices a medida que pasa el tiempo.

Sin embargo, las respuestas de ellos no siempre están llenas de mucho ánimo como se espera. “En algunas ocasiones, los abuelitos, por el hecho de estar internos y lejos de sus familiares, se entristecen hasta el punto de querer dejar el asilo. Esto es normal debido a la individualidad de cada ser humano: pensamos y sentimos diferente, y los adultos mayores no son la excepción”, dijo a Kairós la psicóloga Carmen Farak. Gracias al apoyo profesional de los universitarios y personas benefactoras, a la atención médica y al acercamiento cariñoso que tienen los funcionarios con ellos, se les ayuda a que puedan disfrutar con mayor amor cualquier instante de vida.

Cada servicio profesional tiene unas actividades, unas funciones básicas que se deben desarrollar. Por ejemplo, en psicología se preocupan por la terapia ocupacional para que ellos manejen mejor su tiempo libre; medicina busca que el estado de salud de los abuelitos sea el mejor y no se deteriore tan rápido como podría serlo normalmente; fisioterapia se encarga de aquellos que tienen alguna discapacidad física y necesitan terapia para recuperación o mantenimiento de su cuerpo; nutrición trabaja para que las dietas estén balanceadas como también mantener el servicio de alimentación a tiempo y, por último, Trabajo Social, se encarga de hacer la diligencia en cuanto a las visitas domiciliarias para nuevos residentes pensionados y, entre otras cosas, gestiona todos los trámites de aquellos residentes que no cuentan con el Sisbén u otra documentación necesaria.

La calidad de vida de estas personas –cuando están desprotegidas- mejora si hay una asistencia oportuna por parte de los asilos. Gracias al apoyo de carácter social y económico que dan sus contribuyentes, estos hogares pueden mantenerse y ayudar cada vez más a quien necesiten.

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