viernes, noviembre 16, 2007

"ES CUESTIÓN DE FE, OPTIMISMO, ALEGRÍA Y ESPERANZA": MONSEÑOR LUIS ANTONIO NOVA

Por CARLOS ARRIETA DEL CASTILLO *

Durante una hora larga de diálogo, Monseñor Luís Antonio Nova Rocha, Obispo Auxiliar de la Arquidiócesis de Barranquilla, al término de su jornada diaria de evangelización, reflexionó acerca de la historia, el presente y el porvenir de la Arquidiócesis de Barranquilla.

Además de mostrar la faceta humana de un obispo comprometido con una comunidad que a veces requiere de llamados de atención, consejos o simplemente “empujoncitos” para avanzar en su historia comunitaria comprometida y agradecida del amor de Dios.

La primera impresión que se tiene de Monseñor Nova es la de un señor algo serio, pero a medida que se le conoce, tal vez en cuestión de minutos, cambia nuestra percepción por la de un hombre con fino sentido del humor, gran conversador, y consejero de la fe y de la vida. Tal y como lo describió él mismo: “tengo una cara terrible, pero cuando me conocen dicen que soy buena papa. Realmente nos falta algo de humor en nuestras vidas.”

También ese fue mi parecer, mucho antes de sostener esta conversación, cuando lo conocí recién nombrado Obispo Auxiliar de la Arquidiócesis, durante la realización de la primera Templotón de la parroquia La Sagrada Eucaristía, a la cual pertenezco. “Si algo nos hace falta es una dosis de sonrisas en todos los aspectos de nuestra vida cotidiana, cristiana, eclesiástica y comunitaria”, añadió.

Nacido en Subachoque, Cundinamarca, Monseñor Nova Rocha fue consagrado Obispo el 9 de marzo de 2002 en la Catedral de Facatativá y tomó posesión de su cargo en la Catedral Metropolitana María Reina de la Arquidiócesis de Barranquilla, el 25 de marzo del mismo año.

Aunque no tiene un equipo favorito, fue futbolista hasta que lo lesionaron en el tendón de aquiles. “En general fui deportista al practicar diferentes categoría como el voleibol y el baloncesto, pero tuve una verdadera afición, durante muchos años, a la fotografía”, destacó.

Casi desde la época de seminarista, Monseñor Luís Nova mantiene sus mejores amigos. “Son tres o cuatro, pero es una muy buena amistad y del grupo el único obispo soy yo”, aclaró.

Regresando al plano arquidiocesano, lo que más le gusta de Barranquilla y del Atlántico es su gente tan alegre y hospitalaria que se desborda en atenciones y muestras de afecto sin reparos y con mucha sinceridad, destacó el prelado recordando diversos episodios acaecidos durante sus recorridos por los barrios de esta capital y en cada uno de los municipios del departamento. “Yo he recorrido, al menos dos veces, todos los municipios que conforman esta Arquidiócesis y mi primera conclusión es reconocer el trabajo evangelizador que se ha realizado en estos últimos 75 años… Le hago ver a la comunidad dos aspectos muy importantes relacionados, en primera instancia, con la labor desarrollada por los sacerdotes. Y, la segunda, es la posibilidad de constituirse en una comunidad cristiana que vive con fe y el compromiso de cambiar su vida personal y la vida en comunidad”.

Precisamente, el Jubileo que llevamos acabo desde diciembre de 2006 refuerza estos aspectos, basados en una comunidad como la nuestra que vive sus 75 años mirando hacia atrás dando gracias a Dios de todo corazón. “Es toda una historia de gracia y salvación que en este Año jubilar hemos tratado de valorar, así como los avances conseguidos”, afirma Monseñor Nova aseverando que la evangelización no es un camino fácil de transitar, “pero si uno mira lo que hicieron aquí los primeros obispos, no podemos menos que agradecer a Dios por la entrega de ellos a esta comunidad.”

En otras palabras: vivimos la alegría de un pasado, la responsabilidad de un presente y la preocupación por el futuro de la Arquidiócesis. Es una triple perspectiva al mirar el presente, agradeciendo el pasado, pero sobretodo comprometiendo a la comunidad en el porvenir. Eso es muy cierto, agregó Monseñor, “ya que la vida cristiana no se reduce a la oración, sino que conlleva a una convivencia comunitaria constituida en compromiso para hacer más amable la vida de todos.”

Eso es lo que trata de llevar en su mensaje durante el recorrido por los municipios, “explicando a la comunidad como direccionamos la función de cada una de las estructuras que conforman la Arquidiócesis con el objetivo de ir formando un ambiente de fraternidad, ardor, empuje y superación en una comunidad a veces es poco unida.” Precisamente y en tono firme Monseñor Luís Antonio manifestó que debemos tener conciencia de esa falta de unidad. Suavizó sus palabras al recordarnos que “Dios nos quiere felices aunque tengamos dolores, enfermedades y haya problemas en la familia, asumiendo esas vicisitudes con una dosis de fe, optimismo, alegría y esperanza.”

Citando a Pablo VI con la frase: “El evangelio tiene que transformar a las personas, la sociedad y sus estructuras”, el Obispo Nova agregó que es “tan sencillo como reunirse cada semana los de la cuadra no sólo para orar, sino también para compartir en familia y comunidad… Cuando llegan a ese punto, podemos decir que esa comunidad es una comunidad cristiana porque se reúnen en nombre del Señor, se aman y escuchan la Palabra, para transformar la vida de cada uno, la de sus familias y la de sus semejantes.”

* Autor invitado - Comunicador Social y Periodista - Jefe de Comunicaciones Externas de Triple A S.A. E.S.P.

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