Rostros sonrientes, voces entonando alegres cantos de alabanza, manos aplaudiendo y moviéndose de un lado a otro, vestidos blancos y todos sintiéndonos hermanos en Cristo, miembros de la gran familia católica del Atlántico, fue lo que se vivió en la clausura del ‘Año Jubilar Arquidiocesano’ el sábado 24 de noviembre, en el Estadio Metropolitano Roberto Meléndez.
Este momento no pudo ser menos importante si tenemos en cuenta que fue la despedida al tiempo de gracia que el Santo Padre Benedicto XVI autorizó para que nuestra Arquidiócesis celebrara sus 75 años de creación como iglesia particular. Era la oportunidad para dar gracias al Señor por la bendiciones recibidas y por todos los logros pastorales alcanzados desde 1932 y, de manera especial, en este año jubilar.
Delegaciones de todas las parroquias de la Arquidiócesis se movilizaron el 24 de noviembre y, a las 2:00 p.m., más de veinte mil personas –en representación de todos los católicos del Atlántico-, nos encontramos en el imponente estadio para celebrar como una gran familia esta importante celebración arquidiocesana, regocijándonos como pueblo de Dios y como Iglesia viva y renovada por la acción del Espíritu Santo.
TODOS VESTIDOS DE BLANCO EN EL METROPOLITANO
Cuando un grupo de 75 jóvenes disfrazados de mimos y portando un millar de globos multicolores irrumpieron en la cancha, los aplausos no se hicieron esperar pues este era el inicio del emotivo acto de la clausura jubilar. Los ‘jóvenes artistas’ que venían de las parroquias Nuestra Señora de las Nieves, Santa Marta, María Auxiliadora, La Presentación del Señor, Nuestra Señora de la Luz, Santa María de la Esperanza, Nuestra Señora de Chiquinquirá y María Reina, iban adornando el escenario deportivo prendiendo con su alegría a todos los asistentes.
Al mismo tiempo, el grupo ‘Fe y Alabanza’ de la Comunidad Formando el Cuerpo de Cristo, cantaba con mucho gozo para despertar el ánimo entre quienes seguíamos cada una de las letras de sus canciones. Así, todas unidos como una sola Iglesia y como un solo pueblo de Dios, demostrábamos la hermandad y la fraternidad que se siente al estar compartiendo los frutos de muchos años de evangelización.
En pocos segundos, muchos niños y jóvenes, 180 para ser más exactos, invadieron la cancha. Eran los ‘porristas’ del Colegio Arquidiocesano San Pancracio, del municipio de Soledad, quienes hicieron una magistral presentación con el Himno del Jubileo. Allí, bajo la dirección del coreógrafo José Jiménez, pusieron toda su creatividad para ofrecer su talento deportivo en el cierre jubilar.
Uno de los momentos más emotivos de la tarde fue el homenaje musical que Shopia Daccarett Char hizo a la Santísima Virgen María. Con su exquisita voz, esta jovencita de 14 años de edad entonó un canto a la Virgen y, al finalizar, arrancó de los asistentes nutridos aplausos que, lo más seguro, llegaron al corazón de la Madre de Jesús. Sophia, quien es hija de la recordada reina del carnaval Laura Char, está radicada en Miami donde cursa noveno grado y adelanta –desde hace dos años- estudios de música con Hilda Del Castillo, reconocida cantante lírica en Estados Unidos. Para los entendidos en el campo de la música, Shopia se perfila como una gran cantante y, ¡qué bendición!, su primera presentación en público en Colombia fue en la clausura de nuestro año jubilar arquidiocesano.
Mientras la joven cantante se retiraba de la cancha, iniciaba por la pista atlética un significativo desfile con las fotografías de los siete obispos que ha tenido la Iglesia en el Atlántico, y cada uno de estos memorables rostros iba seguido por fieles que portaban los nombres de las parroquias que ellos fundaron durante su respectivo gobierno eclesiástico. En total, hoy la Arquidiócesis cuenta con 129 parroquias.
Por último, con la compañía de los señores obispos invitados y todo el presbiterio del Atlántico, el Arzobispo Rubén Salazar Gómez presidió la Eucaristía para darle clausura al año jubilar. En ella destacó la importancia de cada uno de los momentos vividos en todo este año 2007 con los jubileos específicos y el compromiso que asume la Iglesia en el Atlántico al iniciar el tercer año de la segunda fase de la primera etapa de nuestro procesos de evangelización.
¡El Señor estuvo grande con su Iglesia atlanticense en este año jubilar, y por eso estamos alegres y agradecidos con Él!
Este momento no pudo ser menos importante si tenemos en cuenta que fue la despedida al tiempo de gracia que el Santo Padre Benedicto XVI autorizó para que nuestra Arquidiócesis celebrara sus 75 años de creación como iglesia particular. Era la oportunidad para dar gracias al Señor por la bendiciones recibidas y por todos los logros pastorales alcanzados desde 1932 y, de manera especial, en este año jubilar.
Delegaciones de todas las parroquias de la Arquidiócesis se movilizaron el 24 de noviembre y, a las 2:00 p.m., más de veinte mil personas –en representación de todos los católicos del Atlántico-, nos encontramos en el imponente estadio para celebrar como una gran familia esta importante celebración arquidiocesana, regocijándonos como pueblo de Dios y como Iglesia viva y renovada por la acción del Espíritu Santo.
TODOS VESTIDOS DE BLANCO EN EL METROPOLITANO
Cuando un grupo de 75 jóvenes disfrazados de mimos y portando un millar de globos multicolores irrumpieron en la cancha, los aplausos no se hicieron esperar pues este era el inicio del emotivo acto de la clausura jubilar. Los ‘jóvenes artistas’ que venían de las parroquias Nuestra Señora de las Nieves, Santa Marta, María Auxiliadora, La Presentación del Señor, Nuestra Señora de la Luz, Santa María de la Esperanza, Nuestra Señora de Chiquinquirá y María Reina, iban adornando el escenario deportivo prendiendo con su alegría a todos los asistentes.
Al mismo tiempo, el grupo ‘Fe y Alabanza’ de la Comunidad Formando el Cuerpo de Cristo, cantaba con mucho gozo para despertar el ánimo entre quienes seguíamos cada una de las letras de sus canciones. Así, todas unidos como una sola Iglesia y como un solo pueblo de Dios, demostrábamos la hermandad y la fraternidad que se siente al estar compartiendo los frutos de muchos años de evangelización.
En pocos segundos, muchos niños y jóvenes, 180 para ser más exactos, invadieron la cancha. Eran los ‘porristas’ del Colegio Arquidiocesano San Pancracio, del municipio de Soledad, quienes hicieron una magistral presentación con el Himno del Jubileo. Allí, bajo la dirección del coreógrafo José Jiménez, pusieron toda su creatividad para ofrecer su talento deportivo en el cierre jubilar.
Uno de los momentos más emotivos de la tarde fue el homenaje musical que Shopia Daccarett Char hizo a la Santísima Virgen María. Con su exquisita voz, esta jovencita de 14 años de edad entonó un canto a la Virgen y, al finalizar, arrancó de los asistentes nutridos aplausos que, lo más seguro, llegaron al corazón de la Madre de Jesús. Sophia, quien es hija de la recordada reina del carnaval Laura Char, está radicada en Miami donde cursa noveno grado y adelanta –desde hace dos años- estudios de música con Hilda Del Castillo, reconocida cantante lírica en Estados Unidos. Para los entendidos en el campo de la música, Shopia se perfila como una gran cantante y, ¡qué bendición!, su primera presentación en público en Colombia fue en la clausura de nuestro año jubilar arquidiocesano.
Mientras la joven cantante se retiraba de la cancha, iniciaba por la pista atlética un significativo desfile con las fotografías de los siete obispos que ha tenido la Iglesia en el Atlántico, y cada uno de estos memorables rostros iba seguido por fieles que portaban los nombres de las parroquias que ellos fundaron durante su respectivo gobierno eclesiástico. En total, hoy la Arquidiócesis cuenta con 129 parroquias.
Por último, con la compañía de los señores obispos invitados y todo el presbiterio del Atlántico, el Arzobispo Rubén Salazar Gómez presidió la Eucaristía para darle clausura al año jubilar. En ella destacó la importancia de cada uno de los momentos vividos en todo este año 2007 con los jubileos específicos y el compromiso que asume la Iglesia en el Atlántico al iniciar el tercer año de la segunda fase de la primera etapa de nuestro procesos de evangelización.
¡El Señor estuvo grande con su Iglesia atlanticense en este año jubilar, y por eso estamos alegres y agradecidos con Él!
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