CUANDO LOS MILAGROS SE TOCAN...
Por: ROGER VARGAS CHOLES *
Fue hace tres años cuando visitamos por primera vez, como equipo de Kairós, la mayoría de lugares en los que se adelantaba la construcción de nuevas iglesias para comunidades particularmente necesitadas de nuestra ciudad; en algunos de estos sectores sólo encontramos terrenos y ranchos improvisados en los que la comunidad local, con no pocas incomodidades, se congregaba para la celebración de su fe; en otros, las construcciones que iniciaban hacían prever un arduo trabajo a futuro.
Pero no fue lo único que encontramos. En ese entonces, un hálito, un aire de esperanza y promesa se respiraba en cada barrio que visitábamos. En cada terreno vacío, y obviamente en cada construcción que lentamente comenzaba, todo sabía a expectativa, a fe, pero sobre todo a certeza, y una certeza que no se vio defraudada. Decenas de rostros pintados de gozo y confianza fueron el común denominador en cada comunidad naciente.
Hoy, tres años después, y aprovechando la visita que varios obispos del país hicieron a nuestra Arquidiócesis con ocasión de la clausura de su año jubilar, regresar a estas comunidades fue toda una experiencia. Al asombro por la belleza de las nuevas construcciones, inevitablemente se unió un profundo agradecimiento a Dios por todo cuanto Él ha realizado en medio de estas comunidades.
Un elemento adicional hizo más interesante el recorrido: los mismos rostros que en el pasado encontramos, nuevamente nos dieron la bienvenida. Los rostros de hombres y mujeres que hoy pueden tocar, literalmente, un milagro; y no es una expresión retórica, más aún si como nosotros, se ha tenido la oportunidad de apreciar “un antes y un después” en cada de estas nuevas parroquias.
SIGNOS DE BENDICIÓN
Nuestro recorrido inició muy temprano en las horas de la mañana, la primera visita se hizo en las instalaciones de la nueva Curia, que a partir del próximo año abrirá sus puertas. Entre los obispos los buenos comentarios sobre la belleza y funcionalidad de esta edificación restaurada fue el común denominador. Sin duda este nuevo espacio es otro de estos signos de bendición que el Señor nos permite como Iglesia Particular.
Seguidamente, el trayecto continuó hacia los barrios: Los Olivos, La Madrera, Las Malvinas, y Las Américas, sectores en los que pudimos apreciar el avance de las obras que fueron financiadas, en su mayoría, por los aportes de las últimas ‘catedratones’.
Al terminar nuestro recorrido quedó el convencimiento de que en el Atlántico la generosidad de tantos fieles y hombres y mujeres de buena voluntad, ha sido el instrumento escogido por Dios para bendecir a tantos hermanos nuestros necesitados; cada elemento que compone la construcción de un templo, desde los ladrillos hasta las lámparas, es una prueba del compromiso de miles de personas, y por eso estamos agradecidos.
* Comunicador Social Periodista - rogervch@yahoo.com
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