Por ONIX NEDEL CORREA GARCÍA *
Hace 7 años y medio, cuando la hermana Rosa María Arouna hizo su maleta para emprender el viaje de África a Colombia, no se imaginó todas las bendiciones que iba a recibir desde el mismo momento en que llegara. Algunos de los referentes que tenía de esta tierra era que en Cartagena, en la época de la colonización, habían traído muchos de sus coterráneos para ser esclavos. En el momento de su traslado, como ella mismo lo afirma, pensó que ella venía pero a ser servidora fiel de la evangelización.
Esta religiosa africana es la delegada por el Arzobispo de Barranquilla para dirigir todos los proyectos de Pastoral Social en el departamento del Atlántico. Ella, acompañada -en su mayoría- de varias mujeres de la entidad, coordina a diario los programas, estrategias y emergencias cuando las personas necesitan de la ayuda de una mano solidaria.
Aunque todavía sigue aprendiendo el idioma español, porque el nativo de ella es el ‘nago’ y le habían enseñado el francés, esto no ha sido ninguna dificultad para cumplir y desarrollar su apostolado en el territorio que comprende esta Iglesia particular.
Son 35 años los que tiene al servicio de la obra evangelizadora y cuando vino a Barranquilla no lo hizo sola. Junto con tres religiosas más de la Comunidad de Hermanas Oblatas Catequistas Siervas de los Pobres, arribó a la capital del Atlántico: la hermana Micheline Towanou, Elizabeth Houngbehinto y Sofie Yacout, han sido compañía importante para mostrar la calidez, la solidaridad, el amor y el servicio dedicado que sólo puede ser efectivo cuando es inspirado en Dios. Estas religiosas, prestan valiosos servicios pastorales a la Arquidiócesis, especialmente a la comunidad de la parroquia Santa María Goretti en el barrio Las Américas, donde residen.
Es la primera vez, en toda la historia de Pastoral Social de Barranquilla, que una mujer dirige la entidad. Por esta razón son muchos los retos que tiene que afrontar, sobre todo porque los programas y proyectos que en este secretariado se adelantan son muy importantes para el desarrollo personal y comunitario de las personas beneficiadas. Sin embargo, la hermana Rosa María los asume con seguridad y muchas ganas. “Yo quiero seguir con lo que nosotros estamos haciendo, poniendo pasos al lado de lo que ha hecho mi antecesor, el padre Pedro Nel Meza, ex director de la Pastoral Social Arquidiocesana, porque con él yo misma he construido el camino que hemos hecho juntos hasta ahora”, afirmó la religiosa destacando que su reto es que todo el personal de la entidad que ella dirige responda al plan de acción propuesto.
Indiscutiblemente los proyectos que realiza Pastoral Social tienen directo impacto sobre el plan pastoral que avanza en la Arquidiócesis de Barranquilla. “Este secretariado es la mano que utiliza la Iglesia para llevar a todo el mundo el espíritu de la solidaridad, para que todas las personas sean conscientes de su dignidad como hijos de Dios, para que contribuyan en la construcción del mundo por medio de la Iglesia Católica. Esto es posible por medio de cuatro caminos y actividades que la pastoral hace: sensibilizar al pueblo de Dios, trabajar en el campo de la emergencia para llegar de manera organizada a quien lo necesite, asistencia ordinaria que hacemos como cristianos y, por último, el desarrollo comunitario, porque como lo decía el Papa Juan Pablo II: ‘no hay caridad que no termine con el desarrollo de un hombre’”, manifestó la religiosa.
Teniendo en cuenta esta realidad, la hermana Rosa María reconoce que es importante seguir trabajando los procesos comunitarios en diferentes sectores rurales y urbanos del Atlántico. Programas de alimentación, desarrollo de proyectos productivos, promoción y prevención de salud y seguridad comunitaria, atención humanitaria en el mejoramiento de vivienda, adecuación de agua potable y acompañamiento a los desplazados, son los aspectos con mayor relevancia en el departamento.
Con una sonrisa amable y acompañada de sus ojos alegres, la hermana Rosa María revela cómo se siente en Barranquilla. Para ella el clima es casi el mismo, la comida parecida a la de Benin y el calor humano de las personas ha hecho que, a pesar de la nostalgia de estar lejos de su tierra natal, se sienta como en casa.
Sus esfuerzos para continuar dando lo mejor al pueblo de Dios seguirán hasta que Él se lo permita. Con ese mismo cariño, amor y dedicación trabajará todos los días, teniendo como modelo de mujer ideal aquella que es protagonista en la transformación de la sociedad. “La mujer debe ser protagonista de lucha para que siga adelante la familia, porque el Señor la ha colocado en medio de la familia para que sea la que guíe el hogar, como la Virgen María lo hizo con Jesús. La mujer siempre luchará por la paz y la solidaridad para que todos –hombres y mujeres-, hijos de Dios, sigamos adelante”, concluyó la hermana Rosa María.
Hace 7 años y medio, cuando la hermana Rosa María Arouna hizo su maleta para emprender el viaje de África a Colombia, no se imaginó todas las bendiciones que iba a recibir desde el mismo momento en que llegara. Algunos de los referentes que tenía de esta tierra era que en Cartagena, en la época de la colonización, habían traído muchos de sus coterráneos para ser esclavos. En el momento de su traslado, como ella mismo lo afirma, pensó que ella venía pero a ser servidora fiel de la evangelización.
Esta religiosa africana es la delegada por el Arzobispo de Barranquilla para dirigir todos los proyectos de Pastoral Social en el departamento del Atlántico. Ella, acompañada -en su mayoría- de varias mujeres de la entidad, coordina a diario los programas, estrategias y emergencias cuando las personas necesitan de la ayuda de una mano solidaria.
Aunque todavía sigue aprendiendo el idioma español, porque el nativo de ella es el ‘nago’ y le habían enseñado el francés, esto no ha sido ninguna dificultad para cumplir y desarrollar su apostolado en el territorio que comprende esta Iglesia particular.
Son 35 años los que tiene al servicio de la obra evangelizadora y cuando vino a Barranquilla no lo hizo sola. Junto con tres religiosas más de la Comunidad de Hermanas Oblatas Catequistas Siervas de los Pobres, arribó a la capital del Atlántico: la hermana Micheline Towanou, Elizabeth Houngbehinto y Sofie Yacout, han sido compañía importante para mostrar la calidez, la solidaridad, el amor y el servicio dedicado que sólo puede ser efectivo cuando es inspirado en Dios. Estas religiosas, prestan valiosos servicios pastorales a la Arquidiócesis, especialmente a la comunidad de la parroquia Santa María Goretti en el barrio Las Américas, donde residen.
Es la primera vez, en toda la historia de Pastoral Social de Barranquilla, que una mujer dirige la entidad. Por esta razón son muchos los retos que tiene que afrontar, sobre todo porque los programas y proyectos que en este secretariado se adelantan son muy importantes para el desarrollo personal y comunitario de las personas beneficiadas. Sin embargo, la hermana Rosa María los asume con seguridad y muchas ganas. “Yo quiero seguir con lo que nosotros estamos haciendo, poniendo pasos al lado de lo que ha hecho mi antecesor, el padre Pedro Nel Meza, ex director de la Pastoral Social Arquidiocesana, porque con él yo misma he construido el camino que hemos hecho juntos hasta ahora”, afirmó la religiosa destacando que su reto es que todo el personal de la entidad que ella dirige responda al plan de acción propuesto.
Indiscutiblemente los proyectos que realiza Pastoral Social tienen directo impacto sobre el plan pastoral que avanza en la Arquidiócesis de Barranquilla. “Este secretariado es la mano que utiliza la Iglesia para llevar a todo el mundo el espíritu de la solidaridad, para que todas las personas sean conscientes de su dignidad como hijos de Dios, para que contribuyan en la construcción del mundo por medio de la Iglesia Católica. Esto es posible por medio de cuatro caminos y actividades que la pastoral hace: sensibilizar al pueblo de Dios, trabajar en el campo de la emergencia para llegar de manera organizada a quien lo necesite, asistencia ordinaria que hacemos como cristianos y, por último, el desarrollo comunitario, porque como lo decía el Papa Juan Pablo II: ‘no hay caridad que no termine con el desarrollo de un hombre’”, manifestó la religiosa.
Teniendo en cuenta esta realidad, la hermana Rosa María reconoce que es importante seguir trabajando los procesos comunitarios en diferentes sectores rurales y urbanos del Atlántico. Programas de alimentación, desarrollo de proyectos productivos, promoción y prevención de salud y seguridad comunitaria, atención humanitaria en el mejoramiento de vivienda, adecuación de agua potable y acompañamiento a los desplazados, son los aspectos con mayor relevancia en el departamento.
Con una sonrisa amable y acompañada de sus ojos alegres, la hermana Rosa María revela cómo se siente en Barranquilla. Para ella el clima es casi el mismo, la comida parecida a la de Benin y el calor humano de las personas ha hecho que, a pesar de la nostalgia de estar lejos de su tierra natal, se sienta como en casa.
Sus esfuerzos para continuar dando lo mejor al pueblo de Dios seguirán hasta que Él se lo permita. Con ese mismo cariño, amor y dedicación trabajará todos los días, teniendo como modelo de mujer ideal aquella que es protagonista en la transformación de la sociedad. “La mujer debe ser protagonista de lucha para que siga adelante la familia, porque el Señor la ha colocado en medio de la familia para que sea la que guíe el hogar, como la Virgen María lo hizo con Jesús. La mujer siempre luchará por la paz y la solidaridad para que todos –hombres y mujeres-, hijos de Dios, sigamos adelante”, concluyó la hermana Rosa María.
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