Por Claudio Blanco Malabet, Pbro*
Cuando en el año 1998 Monseñor Félix María Torres Parra, Arzobispo Residencial de la Arquidiócesis de Barranquilla, presentó su renuncia ante la Santa Sede, todo el presbiterio de Barranquilla se hizo una sola pregunta: ¿Quién viene a remplazarlo? Era una pregunta obligada y de una expectativa muy comprensible. Terminaban 12 años de administración de parte de Monseñor Torres y era muy natural interrogarnos cómo sería el talante, las proyecciones y programas del nuevo Arzobispo. La expectativa era muy natural.Con algunos presbíteros y en compañía del Obispo Auxiliar, pensábamos en delinear el perfil de quién podría ser el nuevo Arzobispo, pero un consejo sabio de un buen amigo Obispo en ese momento, nos hizo caer en cuenta que era mucho mejor hacer un diagnóstico de la Arquidiócesis y de acuerdo con este, dejar que el Señor Nuncio buscara a la persona más idónea para ocupar la Sede Arzobispal de Barranquilla.Hicimos el diagnóstico y presentamos las necesidades de la Arquidiócesis: una revitalización de la Pastoral; que el futuro pastor tuviera un arco de vida que le permitiera realizar plenamente sus propósitos en toda la capacidad de su ciclo vital; va a llegar a una ciudad multifacética, pluralista, multicultural, con la riqueza de una inmigración tanto de Europa, de América del Norte como del oriente, especialmente colonias árabes, palestinas, hebreas, turcas que enriquecieron la ciudad con sus conocimientos y su cultura; va a encontrar un pueblo llano, abierto a todas las influencias por su posición geográfica, con una inmigración del interior del país, originado en la violencia de los años 40 y 50, que aportaron una religiosidad popular, riquísima y muchas veces desordenada; va a encontrar un clero capaz de responder a los retos que pudieran implicar los cambios necesarios; una sociedad de alto nivel industrial y comercial, con una visión muy americana por la cercanía de los Estados Unidos; va a encontrar una brecha entre norte y sur más o menos delineada de la calle 72 hacia abajo y de la calle 72 hacia arriba. Por todo esto, la Arquidiócesis de Barranquilla necesitaba un hombre en la plenitud de la vid, con una capacidad intelectual y un ánimo suficiente y dispuesto para hablarle al hombre de la calle, al industrial, al de la alta sociedad, al hombre sencillo; con la visión del uturo sin dejar de tener en cuenta las riquezas del pasado que nos permitieron ser lo que hoy somos; con la capacidad gerencial suficiente para hacer el cambio que la Arquidiócesis estaba necesitando; un hombre con el equilibrio necesario para acometer un trabajo que suponía un proceso arduo y de mucho tiempo.Afortunadamente, el Espíritu Santo iluminó al Señor Nuncio y nos envió a Monseñor Rubén Salazar Gómez.Si pudiera resumir los 10 años de trabajo Pastoral del Señor Arzobispo lo haría así:En una dimensión administrativa, gerencialMonseñor Rubén Salazar Gómez, conocedor de los avances de la tecnología y las comunicaciones, no dudó un momento en organizar, ante todo, la Delegación Arquidiocesana de Comunicaciones, colocando al frente de ella a un comunicador experimentado que logró una relación estrecha, amigable y respetuosa entre los comunicadores locales (radio, televisión y prensa) y la Arquidiócesis de Barranquilla en todos sus programas y campañas. La Delegación de Comunicaciones y Relaciones Públicas de la Arquidiócesis se ganó el Premio San Gabriel que otorga la Conferencia Episcopal a la mejor oficina de comunicaciones de la Iglesia en todo el país.Con el mismo entusiasmo, comprendió la importancia de un medio escrito, como órgano de la Arquidiócesis, y nació KAIRÓS, el periódico quincenal que ya ha cumplido 9 años de existencia. Asimismo, no dudó en vincular la Arquidiócesis a la Red de Internet y se dio origen a la página Web de la Arquidiócesis.Viendo la necesidad de llevar la tecnología a las unidades pastorales y al servicio de los feligreses, propició la sistematización de las parroquias y hoy contamos con software totalmente hecho en Barranquilla, por técnicos barranquilleros para el manejo de toda la información parroquial que nos permite tener un servicio instantáneo en las iglesias. Toda la información parroquial está allí al momento inmediato. Hoy en día el 90% de las parroquias cuentan con este sistema informativo.En esa misma línea y de acuerdo con instrucciones de la Conferencia Episcopal se propició la formación y adecuación de un sistema contable para las Parroquias con base en el PUC dispuesto por el Gobierno y hoy en día también un 80% de las parroquias cuentan con un sistema contable que permite cumplir con las obligaciones que en esta materia impone la Ley.Convencido de que la Iglesia genera desarrollo y propicia planes de servicio, no ha dudado en vincularse ‘como Iglesia’ a los planes de desarrollo del gobierno local y ha firmado con la Gobernación del Atlántico, la Alcaldía de Barranquilla y otras autoridades locales, convenios de apoyo mutuo en un trabajo de recuperación de la sociedad en que vivimos.Una visión pastoral amplia y desafianteLa esencia de la Iglesia es ser misionera, y en este sentido el trabajo pastoral es una misión permanente. En monseñor Rubén Salazar podemos ver:Una gran capacidad de discernimiento sobre lo que se debe hacer y cómo se debe hacer. Lo primero que hizo Monseñor Rubén, una vez posesionado, fue recorrer una por una todas las parroquias de la Arquidiócesis y constatar por sí mismo sus necesidades, la situación que vivían, la realidad de la pastoral, las deficiencias, el estado de la infraestructura, etc. Con toda esa información, Monseñor Rubén, reunió al Clero y planteó, por primera vez, cómo pensaba la pastoral, a dónde debíamos apuntar y cómo lo debíamos hacer. Por supuesto que para todos era un lenguaje nuevo, nos parecía que no alcanzaríamos a hacer todo lo que nos proponía o a resistir el proceso; sin embargo, nos dispusimos a hacerlo y a hacer el camino nuevo para todos.Esta propuesta la fundamentó en un documento clave que fue el eje y la plataforma de lanzamiento de lo que hoy en día conocemos como el proyecto de pastoral: el Plan Diocesano de Renovación y Evangelización (PDR/E). El documento en cuestión lo tituló “Cómo crecer juntos” y lo centró en unas cuantas ideas claves: a) No podemos ser conglomerado de parroquias, somos un equipo, unido por algo muy profundo: la espiritualidad de comunión; b) no debemos hacer “cosas puntuales”, cada uno por su lado, hay que trabajar sobre un plan específico, analizado, programado, concertado entre todos; c) la labor es de todos en la que deseamos apoyarnos los unos en los otros pues nuestro trabajo pastoral no es un trabajo puntual, sino un proceso metódicamente concertado. Este documento se apoyó en otro que recoge los ‘cinco criterios básicos del plan pastoral’.Otro gran paso fue el de la reestructuración de la Arquidiócesis, a través de la reorganización de los límites parroquiales. La parroquia es un eje de desarrollo y debe estar en capacidad de atender debidamente a un grupo no mayor de 10 mil fieles. Por lo tanto, se dio a la tarea no sólo de reestructurar las parroquias territorialmente, sino de crear las unidades pastorales necesarias para que sus feligreses fueran bien atendidos y no existieran más parroquias de 20, 40 ó 60 mil habitantes para un solo sacerdote, lo que hacía imposible cualquier trabajo pastoral.La Arquidiócesis se propuso estructurar el ‘seminario’ para la formación de sus futuros presbíteros y fue así como el clero diocesano se encargó de su manejo; al mismo tiempo se inició la tarea de recuperar la planta física del seminario. Se concretó un Proyecto Formativo que permite a Formadores y Formandos caminar con más claridad en el proceso de discernimiento vocacional. Además, se dispuso el envío de sacerdotes jóvenes a prepararse convenientemente al exterior para ser después formadores de los futuros presbíteros.Preocupado por la acción pastoral en la misericordia y la atención a los más necesitados, creó el Banco de Alimentos, que como en otras diócesis, se encarga de administrar recursos en bienes materiales para los más necesitados.Hoy, podemos decir que además de los proyectos antes mencionados, nuestro Arzobispo ha liderado la restauración de la Catedral Metropolitana e instaurado la Catedratón como momento para recaudar fondos y ayudar en la construcción de nuevas parroquias en los barrios marginados.Se propuso el cambio de la sede de la Curia Arquidiocesana en las antiguas instalaciones del seminario Conciliar San Luis Beltrán, dotando así a la Arquidiócesis de Barranquilla de unas excelentes instalaciones para que el trabajo pastoral y administrativo de la Arquidiócesis pueda llevarse a cabo de la mejor manera.Probablemente para todos lo más difícil ha sido adecuarnos al nuevo concepto pastoral: “Vivimos un Proceso”, pues no es cosa de un día, sino de cada día y así, a lo largo de uno, dos o varios años, en un trabajo que busca crear la ‘comunidad cristiana’ partiendo de los pequeños núcleos de vecinos en cada sector de las unidades pastorales. Indudablemente un criterio nuevo que al principio vimos fraccionado hasta cuando poco a poco fuimos descubriendo el escenario general de esta nueva modalidad: un pueblo que se construye en la comunión, en la convivencia y en la fraternidad.Una disposición humana y socialpara una sociedad nuevaEl señor Arzobispo ha sabido conjugar una labor pastoral con una labor gerencial de alto nivel y de una calidad humana y social excelentes, si lo podemos expresar en términos de resultados.Una de las cosas que expresamos en ese diagnóstico de la Arquidiócesis era la necesidad de un Pastor que pudiera conjugar todas las fuerzas vivas de la Arquidiócesis y unirlas para prospectar un cambio y, afortunadamente, eso se ha cumplido.La formación humanista de Monseñor Rubén Salazar Gómez le ha permitido no sólo ser el Pastor a nivel eclesial, sino ser también el “gentleman” que sabe alternar en un círculo intelectual o social de alto nivel y, al mismo tiempo, identificarse con las necesidades de los feligreses de cualquiera de los barrios marginados o de las unidades pastorales del sur, si queremos hablar en términos sociológicos. Nacido en el interior del país y con una formación intelectual y experiencia pastoral en otro ambiente, incluyendo Europa, Monseñor Rubén Salazar Gómez se ha hecho parte de Barranquilla y se ha hecho uno más con todos los atlanticenses. Dentro de este aspecto es muy importante destacar la capacidad que tiene de saber con quién habla y de recordar su nombre y ubicación (dónde lo conoció), aunque haya dejado de ver a la persona por un tiempo. En su afán no sólo de integrarse, sino de comprender la idiosincrasia de su Arquidiócesis, quiso conocer el carnaval y allí estuvo en su primer año de estadía en Barranquilla. Hemos visto cómo se ha expresado del carnaval como realidad cultural y de tradición en Barranquilla y hemos percibido, en la parte pastoral, cómo se ha integrado el carnaval, como acción significativa en la pastoral de multitudes, al quehacer de las parroquias en los días de carnaval.Agradecemos a Dios el don de Monseñor Rubén Salazar Gómez en su servicio pastoral en la Arquidiócesis de Barranquilla y lo que proyecta en el conjunto de la sociedad atlanticense.
* Párroco de la Unidad Pastoral Las Tres Avemarías
No hay comentarios.:
Publicar un comentario
Gracias por tus comentarios. Evita usar palabras obsenas y ofensivas.