viernes, julio 03, 2009

Comunicador del amor de Dios como San Pablo
Por Johanna Milena Jurado*


El comunicador que es conciente de su vocación y del llamado que Jesús le ha hecho a su seguimiento, no puede conformarse con informar, con dar razón, con ver desde lejos la realidad, limitándose a las preguntas y a las respuestas, a la investigación vista como una obligación de su oficio. Es necesario que primero se sienta “testigo” para luego comunicar lo que ha visto, sentido, oído y vivido desde su propia experiencia de discipulado y misión tras las huellas de Jesús, su Maestro.

Un testigo que se deje encontrar por el amor de Dios en el camino de su propio Damasco como le sucedió a San Pablo, un testigo que se deje sanar de su ceguera para decir a los demás lo que significa la luz, que se deje sanar de su parálisis para decir lo que significa levantarse y caminar, que se sienta perdonado para anunciar lo que es la gracia, la libertad y la vida, que se deje lavar los pies para anunciar lo que significa la grandeza de la misericordia, que se sienta invitado a la mesa de Jesús para compartir en la intimidad de una cena, el gran valor de la amistad.

Partiendo de esta experiencia del amor de Dios en su vida, el testigo- comunicador encontrará un nuevo sentido a lo que es y realiza, entonces nacerá espontáneamente el deseo de comprometerse, de arriesgarse a vivir con intensidad experiencias nuevas, de disponerse a recorrer caminos inciertos para abrir en libertad los nuevos senderos que el Espíritu Santo vaya abriendo para la misión, de vivir en una continua actitud de discernimiento para hacer oración la vida y vida la oración.

El comunicador a ejemplo del apóstol San Pablo, debe ofrecer su vida totalmente a Dios, como una vasija de barro dispuesta a ser llenada por su gracia para luego repartirla a los demás, su vida debe ser como la de un canal por donde pasa el agua que proviene de la montaña hasta llegar a abastecer al pueblo y calmar su sed. San Pablo resume su papel de comunicador en esta frase: “Ya no soy yo quien vive, es Cristo quien vive e mí”. Así, él se ha convertido en el canal perfecto entre lo que Dios quiere comunicar y lo que las personas necesitan escuchar para su salvación.

Es por ello que no se puede entender un comunicador discípulo y misionero de Jesús, sino lee, medita, contempla, ora y vive la Palabra de Dios cada día. Es ella la que va moldeando su vida para ser este canal perfecto del amor de Dios, como también lo fue María quien con su docilidad, humildad, disponibilidad y apertura continua a la gracia de Dios llegó a decir: “Que se haga en mí, según Tu Palabra”

Camina seguro bajo la providencia del Padre, la compañía fiel del Hijo y la gracia del Espíritu Santo para que a ejemplo de la Trinidad, perfecto modelo de Comunicación, seas luz y puente de comunión entre Dios y los hermanos en medio de tantos signos de división y muerte, y no te olvides que eres misionero, porque dejando a un lado tus seguridades, te arriesgas a tocar las realidades que muchos omitimos y rechazamos.

Allí, asumes tu papel para comunicar la esperanza en medio del dolor, la luz en medio de la oscuridad, la fe para proclamar que es posible levantarse y volver a empezar cuando Cristo está presente. Madruga con alegría y toma en tus manos tus instrumentos de trabajo como sagrados, ellos te ayudarán a construir el Reino junto a otros y a ir en búsqueda de la santidad a la que todos estamos llamados.

Tu corazón no se puede reducir, debe ser universal como el del Apóstol Pablo, debe superar las fronteras para que desde tu lugar de trabajo: La calle, la oficina, la sala de redacción, puedas llevar a muchos a la conciencia de la verdad, del compromiso, de la solidaridad, de la justicia, de la paz. Demos gracias a Dios por todos aquellos que ejercen esta profesión y pongámoslos bajo la protección del Apóstol San Pablo, quien seguramente en este año dedicado a él, les ayudará a comprender el alcance y la gracia del don recibido.

Periodista y Comunicador, eres el testigo, el secretario y el profeta de Dios en el mundo de hoy, cuida con amor esta vocación a la que has sido llamado y recibe con tus manos abiertas este tesoro. No tengas miedo, pues aún detrás de tus sacrificios, del riesgo en que a veces expones tu vida, recuerda que Dios te ha elegido para ser “Comunicador de su amor”.

Oración
Quiero Señor, ser comunicador de tu amor, para que tus manos se extiendan en las mías y desde tu abrazo reparta tu perdón, para que mi boca pronuncie tus palabras y desde tu amor, yo entregue el corazón. Para ver y actuar con tu misericordia, para que camine dispuesto a la misión, para que mi túnica sea tu Espíritu y mi alimento tu Cuerpo y Sangre Señor. Para que mi lámpara sea tu Palabra y escuchando tu llamado te siga Buen Pastor y así conducir al rebaño que tu amas, a la fuente de vida que es tu corazón. Amén.

*Novicia Comunidad Hermanas Paulinas.

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