Octogésima Séptima Asamblea Plenaria del Episcopado Colombiano
Al término de nuestra LXXXVII Asamblea Plenaria, enviamos un saludo afectuoso de paz y bien al pueblo colombiano que nos ha acompañado en estos días con su oración y su solidaridad.
En nuestro afán y preocupación porque el país encuentre el camino que lleve a la reconciliación y a la paz, nos hemos aplicado al estudio y reflexión del Evangelio de la Vida proclamado por el Señor: “Yo he venido para que ustedes tengan vida y la tengan en abundancia” (Jn.10,10).
En nuestra agenda de trabajo estuvieron muchos de los hechos que hoy preocupan a los colombianos; acerca de ellos hicimos un análisis objetivo para determinar los aspectos negativos que hay que superar y las oportunidades que se ofrecen para promover decididamente una cultura de la vida.
Recordamos que el Concilio Vaticano II advirtió al mundo sobre algunos de estos hechos que atentan contra ella, tales como los homicidios, el aborto, la eutanasia, el suicidio, la esclavitud y la prostitución, las condiciones ignominiosas de trabajo de los obreros (G.S. 27). Consideramos además el incremento de la criminalidad, la degradación del conflicto armado, el secuestro, el desplazamiento forzado, la drogadicción, el narcotráfico, el deterioro del medio ambiente y la corrupción.
La Constitución Política establece en el artículo 11 que la vida es un derecho inviolable y que en Colombia no habrá pena de muerte. Sin embargo, todos los hechos señalados van en contravía de este derecho fundamental y originan la grave crisis que el Papa Juan Pablo II calificó como “un eclipse del valor de la vida”.
La vida y sobre todo la vida humana, no puede entenderse plenamente sino en la medida en que nos hacemos conscientes de que en su origen, en su desarrollo y en su meta, se encuentra Dios como el único dueño y Señor.
La visión cristiana nos muestra un futuro deseable que podremos construir entre todos proclamando, sirviendo y celebrando el Evangelio de la Vida, es decir, la buena noticia de Cristo Resucitado que nos comunica Su victoria sobre el mal, el pecado y la muerte, y nos abre el camino para llegar a resucitar con Él.
Por fortuna, hay en Colombia hombres y mujeres que trabajan con decisión y con mística; grupos e instituciones sin ánimo de lucro que atienden centros de educación y prevención, de apoyo y de ayuda, de protección del medio ambiente: organizaciones que trabajan por los Derechos Humanos, ellos merecen nuestro reconocimiento y estímulo porque están convencidos de que la vida es un bien grande y el mayor regalo de Dios.
El 9 de julio, peregrinamos al Santuario de Nuestra Señora de Chiquinquirá, para orar y poner bajo la protección de la Santísima Virgen María, la Misión Continental, que fue propuesta por el Santo Padre en la V Conferencia General del Episcopado latinoamericano y del Caribe en Aparecida (Brasil) y que nosotros realizaremos como una acción intensa de Evangelización que nos permita llegar a los hogares, a los grupos y comunidades de todo el país con un mensaje de fe y de vida cristiana.
Tenemos fe y confianza en la fuerza y el poder del Espíritu Santo que nos ayudará a cumplir los compromisos adquiridos en esta Asamblea Plenaria; compromisos que daremos a conocer más adelante junto con los documentos de trabajo y los criterios que deben inspirar los planes pastorales en lo que se refiere a la promoción y defensa de la vida humana.
Reafirmamos, que el Evangelio de la vida está en el centro del mensaje de Jesús. La vida es un derecho fundamental de cada ser humano y en el reconocimiento de este derecho se fundamenta la convivencia humana y la misma comunidad política (Evangelium Vitae 2).
Con cercanía y respeto exhortamos a los profesionales de la salud, a los que ejercen la justicia, a las Fuerzas Armadas, a los educadores y a los padres de familia, que en su gestión y acción profesional y cotidiana, sean claros en respetar la vida desde la fecundación, pasando por todas las etapas hasta la muerte natural.
Bogotá, D.C., 11 de julio de 2009
+ Rubén Salazar Gómez
Arzobispo de Barranquilla
Presidente de la Conferencia Episcopal
En nuestro afán y preocupación porque el país encuentre el camino que lleve a la reconciliación y a la paz, nos hemos aplicado al estudio y reflexión del Evangelio de la Vida proclamado por el Señor: “Yo he venido para que ustedes tengan vida y la tengan en abundancia” (Jn.10,10).
En nuestra agenda de trabajo estuvieron muchos de los hechos que hoy preocupan a los colombianos; acerca de ellos hicimos un análisis objetivo para determinar los aspectos negativos que hay que superar y las oportunidades que se ofrecen para promover decididamente una cultura de la vida.
Recordamos que el Concilio Vaticano II advirtió al mundo sobre algunos de estos hechos que atentan contra ella, tales como los homicidios, el aborto, la eutanasia, el suicidio, la esclavitud y la prostitución, las condiciones ignominiosas de trabajo de los obreros (G.S. 27). Consideramos además el incremento de la criminalidad, la degradación del conflicto armado, el secuestro, el desplazamiento forzado, la drogadicción, el narcotráfico, el deterioro del medio ambiente y la corrupción.
La Constitución Política establece en el artículo 11 que la vida es un derecho inviolable y que en Colombia no habrá pena de muerte. Sin embargo, todos los hechos señalados van en contravía de este derecho fundamental y originan la grave crisis que el Papa Juan Pablo II calificó como “un eclipse del valor de la vida”.
La vida y sobre todo la vida humana, no puede entenderse plenamente sino en la medida en que nos hacemos conscientes de que en su origen, en su desarrollo y en su meta, se encuentra Dios como el único dueño y Señor.
La visión cristiana nos muestra un futuro deseable que podremos construir entre todos proclamando, sirviendo y celebrando el Evangelio de la Vida, es decir, la buena noticia de Cristo Resucitado que nos comunica Su victoria sobre el mal, el pecado y la muerte, y nos abre el camino para llegar a resucitar con Él.
Por fortuna, hay en Colombia hombres y mujeres que trabajan con decisión y con mística; grupos e instituciones sin ánimo de lucro que atienden centros de educación y prevención, de apoyo y de ayuda, de protección del medio ambiente: organizaciones que trabajan por los Derechos Humanos, ellos merecen nuestro reconocimiento y estímulo porque están convencidos de que la vida es un bien grande y el mayor regalo de Dios.
El 9 de julio, peregrinamos al Santuario de Nuestra Señora de Chiquinquirá, para orar y poner bajo la protección de la Santísima Virgen María, la Misión Continental, que fue propuesta por el Santo Padre en la V Conferencia General del Episcopado latinoamericano y del Caribe en Aparecida (Brasil) y que nosotros realizaremos como una acción intensa de Evangelización que nos permita llegar a los hogares, a los grupos y comunidades de todo el país con un mensaje de fe y de vida cristiana.
Tenemos fe y confianza en la fuerza y el poder del Espíritu Santo que nos ayudará a cumplir los compromisos adquiridos en esta Asamblea Plenaria; compromisos que daremos a conocer más adelante junto con los documentos de trabajo y los criterios que deben inspirar los planes pastorales en lo que se refiere a la promoción y defensa de la vida humana.
Reafirmamos, que el Evangelio de la vida está en el centro del mensaje de Jesús. La vida es un derecho fundamental de cada ser humano y en el reconocimiento de este derecho se fundamenta la convivencia humana y la misma comunidad política (Evangelium Vitae 2).
Con cercanía y respeto exhortamos a los profesionales de la salud, a los que ejercen la justicia, a las Fuerzas Armadas, a los educadores y a los padres de familia, que en su gestión y acción profesional y cotidiana, sean claros en respetar la vida desde la fecundación, pasando por todas las etapas hasta la muerte natural.
Bogotá, D.C., 11 de julio de 2009
+ Rubén Salazar Gómez
Arzobispo de Barranquilla
Presidente de la Conferencia Episcopal
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