lunes, agosto 10, 2009


SAN JUAN MARÍA VIANNEY
Vida ejemplar en nuestros días

El 4 de agosto conmemoramos el aniversario 150 de la muerte de San Juan María Vianney, Patrono de nuestros sacerdotes y en nombre de quien fue decretado por nuestro Sumo Pontífice Benedicto XVI, desde el 19 de junio del presente año hasta el 19 de junio de 2010, el Año Sacerdotal. Como Iglesia Católica, es esencial que conozcamos los aspectos trascendentales de la vida del Santo Cura de Ars, de esta forma, entenderemos el por qué ha sido escogido como ejemplo de entrega absoluta en el orden del sacerdocio, modelo a seguir por todos aquellos que de igual manera han atendido el llamado para configurarse con Cristo. Los presbíteros de nuestra Arquidiócesis de Barranquilla y comunidades religiosas, deben tomar conciencia del papel trascendental que cumplen en la sociedad y buscar la mejor manera para salvar a tantos hombres que deambulan en el mundo sedientos de fe y amor hacia Dios.


Infancia
San Juan María Vianney, nació en Dardilly, Francia, el 8 de mayo de 1786.Durante su infancia, en la época de 1790, estalló la Revolución Francesa que persiguió incansablemente a la religión católica. Así que San Juan María y su familia, para poder asistir a misa tenían que hacerlo en celebraciones hechas a escondidas, donde los agentes del gobierno no se dieran cuenta, porqué había pena de muerte para los que se atrevieran a practicar en público su religión.La batalla contra la Iglesia católica la hacía el gobierno con el pretexto de implantar "Libertad, igualdad y fraternidad" y llevó a la guillotina a muchos hombres y mujeres, incluyendo a muchos sacerdotes y religiosas. Los sacerdotes tenían que disfrazarse, cambiando constantemente de domicilio, para poder ministrar al pueblo de Dios, que permanecía fiel. Entre estos sacerdotes se encuentran dos que serán muy importantes en la vocación de San Juan: el padre Balley y el padre Groboz.


Ardua formación Sacerdotal
Al subir al poder Napoleón Bonaparte, gradual-mente, la Iglesia obtuvo cierta libertad.Por corto tiempo M. Vianney asistió a una escuela de su pueblo, pero ahora que estaba creciendo, cada vez más los campos exigían de su trabajo. Fue en estas largas horas de faena en las que su convicción de ser sacerdote creció en su mente. Se decía: "Si soy sacerdote podría ganar muchas almas para Dios". El Arzobispo de Lyons, quien era tío de Napoleón, sabía que su primer deber era buscar candidatos para el sacerdocio y así cada parroquia fue instruida para que se iniciase una campaña para promover las vocaciones al sacerdocio. El padre Balley, párroco de Ecculy, abrió en la rectoría una pequeña escuela para formar aquellos jóvenes que sintiesen la vocación. Era la oportunidad para San Juan María Vianney, quien en ese entonces tenía 20 años.Muchos dicen que era torpe, pues tenía mala memoria. Él mismo decía: "Que no podía guardar nada en su mala cabeza". Al ver que le era tan difícil retener especialmente la gramática del Latín, en un momento de desesperación casi se regresa a su casa, pero felizmente el padre Balley captó el peligro en el que se hallaba su estudiante, y le pidió hiciese un peregrinaje al Santuario de San Francisco Regis, en Louvesc. El peregrinaje logró un cambio en él, lo suficiente para salvarlo del sentimiento de desaliento que casi logra apartarlo de sus estudios.El apetito de poder de Napoleón era insaciable. Se había lanzado a la conquista de Europa, lo que provocó que muchos muriesen en su ejército. La falta de soldados lo llevó a reclutar más aun, y en el 1806 la clase de Juan María fue llamada a enlistarse. En el otoño de 1809, Juan Vianney, a pesar de estar exento por ser seminarista, fue llamado para el ejército. El joven Vianney fue mandado a los regimientos de España.El 26 de octubre, San Juan María entró en las barracas de Lyons por enfermarse en medio de la lucha y luego de un tiempo dejó el hospital, pero se encontró con la noticia que su compañía se había marchado. El invierno era recio y una fiebre altísima lo atacó lo que provocó que muy pronto no pudiese seguir avanzando. En ese momento comenzó a rezar el Rosario. Dijo tiempo después que: "Quizás nunca lo recé con tanta confianza". De pronto un extraño se le presentó frente a él y le preguntó: "¿qué estás haciendo aquí?". Juan Bautista le contó lo que le había pasado y a partir de ese momento empezaron a caminar, llegaron a la casa de un labrador y allí estuvo por varios días hasta que se le pasó la fiebre. Mientras estaba en cama por primera vez pasó por su mente la realidad de que sin haber sido culpa suya, el era ahora un desertor. En ese entonces, Vianney adoptó el nombre de Jerome Vincent.En el 1810 un decreto imperial concedió amnistía a todos los desertores de los años 1806 a 1810 y M. Vianney regresó a casa para terminar sus estudios. En octubre 1813, entró en el Seminario Mayor de Lyons. Su inadecuado conocimiento del latín le hizo imposible captar lo que los profesores decían o responder a las preguntas que le eran hechas. Al final de su primer término le pidieron que se marchara, y su dolor y desaliento eran inmensos.Por algún tiempo pensó en irse a una de tantas congregaciones de hermanos religiosos; sin embargo, una vez más el sacerdote Balley vino en su rescate y sus estudios le fueron dados en privado en Ecculy, pero no pasó el examen previo a la ordenación. Un examen privado en la rectoría de Ecculy probó ser más satisfactorio y fue tomado como suficiente, siendo juzgadas justamente sus cualidades morales que sobrepasaban cualquier falta académica.En agosto 13 de 1815, Juan Bautista Vianney fue elevado al sacerdocio, a esa inefable dignidad de la que tan frecuentemente hablaba diciendo: "El Sacerdote solo será entendido en el cielo"; tenía 29 años de edad.


Párroco de Ars. 1818-1859
El pueblecito de Ars se encuentra en una planicie ondulada, que tiene en su centro una pequeña colina donde se encuentra el templo, sirviéndole de plataforma. En el 1815 consistía de unas 40 casas. Su parroquia estaba extremadamente dañada y de igual condición estaba la rectoría, que se encontraba a un lado del valle.En ese entonces, en Ars la desolación espiritual era aún mayor que la material. En los primeros días de febrero de 1818, que el Abbe Vianney recibió la notificación oficial de su traslado a Ars. El Vicario General le dijo: "No hay mucho amor en esa parroquia, tu le infundirás un poco". El 9 de febrero, M. Vianney se dirigió hacia el lugar que sería por los siguientes 41 años el lugar de su sorprendente y sin precedente actividad. Caminó 38 Km. desde Ecculy hasta Ars. Cuando pudo divisar la pequeña villa, hizo un comentario de su pequeñez y al mismo tiempo hizo una profecía: "La parroquia no será capaz de contener a las multitudes que vendrán hacia aquí". Los habitantes del pueblo en su mayoría buscaban los placeres del mundo y no tenían mucha fe, aunque quedaba un pequeño núcleo de personas que permanecían fervorosas.Al llegar, su primera preocupación era la de establecer contacto con su rebaño. Visitó cada casa de la parroquia y para ganar la amistad de los habitantes, les hablaba del estado de las cosechas, del tiempo, de sus familias, etc.respaldo de la comunidad, él oraba y añadía a la oración las más austeras penitencias. Hizo sus propios instrumentos de penitencia. Su cama era el piso, pasaba sin comer varios días. Hasta 1827 no había nadie que hiciese las labores domésticas en la rectoría. Él decía: "El demonio no le teme tanto a la disciplina y a las camisas de pelo; lo que realmente teme es a la reducción de comida, bebida y sueño".


Trabajo Pastoral
La secuela más desastrosa de la revolución era la ignorancia religiosa de las personas. El santo cura resolvió hacer todo lo posible para remediar el estado deplorable de los corazones. Sin embargo, sus sermones e instrucciones le costaban un dolor enorme: su memoria no le permitía retener, así que pasaba noches enteras en la pequeña sacristía, en la composición y memorización de sus sermones de domingo; en muchas ocasiones trabajaba 7 horas corridas en sus sermones. Un parroquiano le preguntó una vez, porqué cuando predicaba hablaba tan alto y cuando oraba tan bajo, y él le dijo: "Ah, cuando predico le hablo a personas que están aparentemente sordas o dormidas, pero en oración le hablo a Dios que no es sordo".Los niños le daban aún más lástima que los adultos y comenzó a agruparlos en la rectoría y luego en la parroquia.En esos días la profanación del domingo era común y los hombres pasaban la mañana trabajando en el campo y las tardes y noches en los bailes o en las tabernas. San Juan luchó en contra de estos males con gran vehemencia.


Consolidación de un pueblo con fe
Pasaron dos años cuando llegó la noticia de que San Juan Vianney sería el Cura de Salles, en Beaujolais. Todo el pueblo de Ars estaba consternado con la noticia. Para asegurar su futuro, el pueblo pidió que su villa fuese erigida en parroquia regular y que su párroco fuese el Cura de Ars. El padre Vianney fue puesto como párroco, ya que hasta ese momento solo había sido capellán. Ese mismo año el Santo Cura de Ars inició los trabajos en el templo. Se construyó una torre, y varias capillas laterales, entre ellas una dedicada a la Santísima Virgen, donde por 40 años todos los sábados diría Misa el santo cura.


Gran Confesor
La afluencia de peregrinos se inició en 1827. A partir del 1828 el Santo Cura no podía irse ni siquiera por un día. Permanecía 12 horas diarias en el confesionario durante el invierno y 16 durante el verano. Los feligreses acudían en gran proporción a confesarse con él, pues en su manera de lidiar con las almas, era infinitamente gentil y al mismo tiempo decía la verdad que el alma necesitaba escuchar para su bien. Sus exhortaciones eran breves y dirigidas al punto necesario. A muchos les leía los pecados en su pensamiento y les decía los pecados que se les habían quedado sin decir. En una ocasión cuando su competencia profesional fue puesta en duda por algunos de sus hermanos sacerdotes, el obispo de la Diócesis mandó a su Vicario General para que averiguase y diese un reporte sobre el asunto. El reporte recibido por el obispo fue más que favorable. Aquello sirvió para que quedase constancia de su vida. Se puede decir que el confesionario era su morada habitual.Quería tener buenas escuelas en el pueblo y para comenzar abrió una escuela gratis para niñas a la que llamó "Providencia". Desde 1827 recibió como internas solo a niñas destituidas.


El final de sus días
Pasaron 41 años desde el primer día en el que el Cura llegó al pueblo de Ars, fueron años de actividad indescriptible. Después de 1858 decía con frecuencia: "Ya nos vamos; debemos morir; y muy pronto".El mes de julio de 1859 fue extremadamente caluroso, los peregrinos se desmayaban en grandes cantidades, pero el santo permanecía en el confesionario. El viernes 29 de julio, fue el último en el que apareció en la parroquia. Esa mañana entró en el confesionario como a la 1:00 a.m, pero después de haberse desmayado en varias ocasiones, le pidieron que descansara. A las 11:00 dio catecismo por última vez. Una hora después de medianoche, aproxima-damente, pidió ayuda: "Es mi pobre fin, llamen a mi confesor". La enfermedad progresó rápidamente. En la tarde del 2 de agosto recibió los últimos sacramentos: "Qué bueno es Dios; cuando ya nosotros no podemos ir más hacia Él, Él viene a nosotros".En la noche del 3 de agosto llegó su Obispo. El santo lo reconoció pero no pudo decir palabra alguna. Hacia la medianoche el fin era inminente. A las 2:00 a.m. del sábado 4 de agosto de 1859, el Cura de Ars encomendó su alma a Dios. Su cuerpo permanece incorrupto en la iglesia de Ars.El 8 de enero de 1905, el Papa Pío X, beatificó al Cura de Ars; y en la fiesta de Pentecostés mayo 31 de 1925, en presencia de una gran multitud, el Papa Pío XI pronunció la solemne sentencia: "Nosotros declaramos a Juan María Bautista Vianney que sea santo y sea inscrito en el catálogo de los santos"

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