Por JAVIER FRANCO ALTAMAR*
En un auténtico regreso a su esplendoroso pasado, la parroquia de San Nicolás de Tolentino, se abre paso, poco a poco en el corazón del Centro de Barranquilla, en medio de un entramado de andamios, y con un ejército de obreros que la esculpen con el cielo como telón de fondo.
Es la obra de restauración de esta histórica parroquia en torno a la cual creció Barranquilla, cuando apenas era ‘Barrancas de San Nicolás’. Claro que primero fue aquella enorme hacienda que le delegó el nombre y a donde llegaban los esclavos ya libres.
Rodolfo Vallín, supervisor de la restauración, confía en que para el 10 de septiembre, fiestas del ya reconocido como patrono de Barranquilla, pueda oficiarse allí la misa central.
Los trabajos de la segunda fase, que incluyen la intervención directa tanto en el interior como en la fachada y los exteriores, avanzan a ritmo previsto, con 30 obreros retocándola en cada rincón, para devolverle la imponente apariencia que tenía en la primeras décadas del siglo pasado.
Desde su construcción en el siglo XVII, el templo ha pasado por un proceso de evolución arquitectónica hasta llegar al estilo gótico que hoy muestra. “Y es un estilo gótico de muy buena calidad”, agregó Vallín, a quien no le tiembla la voz para asegurar que ésta es la mejor de su clase en la región.
Vallín, quien lleva 25 años trabajando con la Comunidad Agustina, responsable de la parroquia, no se arriesga a decir cuánto terminará costando la restauración, pero sí que sólo la primera etapa (correspondiente a las obras preliminares de demolición y reforzamiento estructural, incluidas las torres) tuvo una contribución del Ministerio de Cultura.
Para asumir lo restante, agregó, los Agustinos tuvieron que hacer un esfuerzo con préstamos, pues no estaban dispuestos a dejar que las obras pararan. “No hemos querido suspender obras dado el valor histórico y patrimonial de la iglesia, lo que representa para los barranquilleros", dijo Vallín.
De la primera apariencia del templo no se tienen sino acuarelas. Era una casa madera y paja que se cree fue construida por los pobladores iniciales del entorno de la hacienda, que según se cree, fue construida por Nicolás de Barros entre 1627 y 1637. Él la bautizó así “Hacienda de San Nicolás de Tolentino”.
En 1747, el templo fue elevado a la categoría de parroquia. Para esa fecha, el presbítero Luis De Suárez llevaba más de diez años motivando a la feligresía y haciendo campañas entre los moradores del sector.
El 20 de junio de 1906, el Arzobispo de Cartagena (de donde dependía en ese entonces) hizo entrega oficial de la parroquia a la Comunidad Agustina.
Es el 7 de julio de 1932, la Santa Sede creó la Diócesis de Barranquilla y declaró a la parroquia de San Nicolás de Tolentino ‘Iglesia Pro-Catedral’. Al año siguiente, el Papa Pío XI nombró como primer obispo al sacerdote huilense Luis Calixto Leyva Charry.
El 9 de abril de 1948, la parroquia fue profanada por una turbamulta enardecida de seguidores del inmolado Jorge Eliécer Gaitán. El fuego consumió el mobiliario, imágenes y la casa cural.
El 25 de abril de 1969, el Papa Pablo VI promovió la sede episcopal de Barranquilla a la categoría de Arquidiócesis y designó como su primer Arzobispo a Monseñor Germán Villa Gaviria.
El 20 de julio de 1982, la Santa Sede decretó el cambio de título catedralicio al templo de ‘María Reina’, que se consagro como nueva Catedral de Barranquilla el 21 de agosto de 1982.
La parroquia fue declarada Monumento Nacional en el año 1999, y a partir de allí, comenzó a gestarse la restauración de que está siendo objeto ahora.
No se reveló cuánto cuesta la restauración, pero se estima que las obras superan los 5 mil millones de pesos, incluyendo la casa cural.
Mientras se restablece la actividad en el templo, el párroco, Juan Alberto Cárdenas, está oficiando las mismas en el Shooping Center.
*Comunicador Social y Periodista. jfrancoaltamar@gmail.com
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