Por ELISA PIÓN DE CASTRO
Entre mediados de 1998 y principios de 1999, motivados por el sueño de dos jóvenes bogotanas que reciben manifestaciones de la Virgen, de construirle un Santuario cerca al mar a nuestra Madre Celestial, Monseñor Víctor Tamayo, apadrinado por cuatro amigos industriales barranquilleros, iniciaron la búsqueda de un terreno para construirle un Santuario a la Virgen María. Visitaron varios sitios en el Departamento, resultando la búsqueda infructuosa debido a los inconvenientes que se presentaban.
Llegan el primer sábado de febrero a un terreno ubicado en el corregimiento de El Morro, jurisdicción del municipio de Tubará, uno de los tres paisajes montañosos de nuestro departamento, en donde en otra época se encontraba localizado un asentamiento indígena de la casi desaparecida tribu de los Mocaná.
Después de conocer esas tierras, todos quedaron maravillados; llegaron a la cima de una montaña, en donde se vislumbraba de un lado el mar en toda su inmensidad, a la izquierda un sembrado de palmas, de una de las fincas aledañas y a lo lejos se alcanzaban a ver las sombras de las poblaciones cercanas. Todos los asistentes se sorprendieron porque una de las jóvenes procedentes de Bogotá, antes había comentado el sueño que había tenido respecto al sitio que la Virgen quería para su Santuario y lo que estaban viendo en ese momento era lo mismo. Todos se abrazaron, se dieron las negociaciones rápidamente y los industriales adquirieron cuatro hectáreas de terreno las cuales entregaron a Monseñor Tamayo para la construcción del santuario.
A partir de ese momento se inició el desmonte del lugar para realizar la primera peregrinación, la cual se programó para la madrugada del primer sábado del mes de marzo de 1999, el día seis, con la asistencia de unas cincuenta personas aproximadamente entre feligreses de la Parroquia del Corazón Inmaculado, donde Monseñor Tamayo era párroco, y algunos amigos personales.
Dejando los carros en la cancha de fútbol de El Morro, que es el sito más plano, y portando sobre hombros la imagen de la Virgen, entre cantos marianos y el rezo fervoroso del Santo Rosario, caminamos unos 1.800 metros de vía empinada hasta llegar a la cima de la montaña. Allí encontramos una piedra en donde se colocó la virgen y a su alrededor, Monseñor Tamayo celebró una Eucaristía. Pese a que en ese momento todo era monte, fue una experiencia maravillosa, como si estuviéramos más cerca del cielo, contemplando hermosos paisajes y kilómetros de playas que nos invitan a la reflexión y la oración.
Para limpiar el sitio se ofrecieron varios ingenieros que prestando sus trabajadores y equipos inician la limpieza del terreno y la ampliación de la trocha para llegar allí. Estos encontraron una piedra enorme, que no destruyeron. Actualmente sobre dicha piedra, que más adelante se constituye en altar, se encuentra la imagen de la Virgen. Desde esa piedra nuestra Madre Celestial bendice a todos y cada uno de los habitantes de nuestro terruño, intercede por la tan anhelada Paz de Colombia y nos recuerda que todos somos hermanos: campesinos, indígenas y los que vivimos en la ciudad.
A partir de ese momento todos los asistentes nos comprometimos con María en repetir la peregrinación todos los primeros sábados de cada mes convirtiéndonos, además, en agentes multiplicadores del fervor a Ella. Muchas son las personalidades que han peregrinado a lo largo de estos ocho años, sacerdotes y obispos de diferentes ciudades de Colombia y de otros países, personajes de la política, de las fuerzas militares y administrativas del departamento y del país, del cuerpo diplomático, de la farándula y muchísimas personas, niños, jóvenes y adultos mayores que expresan su felicidad de haber podido subir, olvidándose del cansancio y el calor.
Actualmente cada primer sábado peregrinan entre ochocientas y mil doscientas personas, que llegan en buses que salen de diferentes parroquias tanto del norte como del sur de la ciudad: del Corazón Inmaculado de María, la Catedral, la Torcoroma, Divina Misericordia, San Isidro, San Germán, María Auxiliadora y Nuestra Señora de la Esperanza, entre otras. Además, se realizan peregrinaciones con todos los empleados de diferentes empresas, fábricas y colegios de la ciudad.
Entre mediados de 1998 y principios de 1999, motivados por el sueño de dos jóvenes bogotanas que reciben manifestaciones de la Virgen, de construirle un Santuario cerca al mar a nuestra Madre Celestial, Monseñor Víctor Tamayo, apadrinado por cuatro amigos industriales barranquilleros, iniciaron la búsqueda de un terreno para construirle un Santuario a la Virgen María. Visitaron varios sitios en el Departamento, resultando la búsqueda infructuosa debido a los inconvenientes que se presentaban.
Llegan el primer sábado de febrero a un terreno ubicado en el corregimiento de El Morro, jurisdicción del municipio de Tubará, uno de los tres paisajes montañosos de nuestro departamento, en donde en otra época se encontraba localizado un asentamiento indígena de la casi desaparecida tribu de los Mocaná.
Después de conocer esas tierras, todos quedaron maravillados; llegaron a la cima de una montaña, en donde se vislumbraba de un lado el mar en toda su inmensidad, a la izquierda un sembrado de palmas, de una de las fincas aledañas y a lo lejos se alcanzaban a ver las sombras de las poblaciones cercanas. Todos los asistentes se sorprendieron porque una de las jóvenes procedentes de Bogotá, antes había comentado el sueño que había tenido respecto al sitio que la Virgen quería para su Santuario y lo que estaban viendo en ese momento era lo mismo. Todos se abrazaron, se dieron las negociaciones rápidamente y los industriales adquirieron cuatro hectáreas de terreno las cuales entregaron a Monseñor Tamayo para la construcción del santuario.
A partir de ese momento se inició el desmonte del lugar para realizar la primera peregrinación, la cual se programó para la madrugada del primer sábado del mes de marzo de 1999, el día seis, con la asistencia de unas cincuenta personas aproximadamente entre feligreses de la Parroquia del Corazón Inmaculado, donde Monseñor Tamayo era párroco, y algunos amigos personales.
Dejando los carros en la cancha de fútbol de El Morro, que es el sito más plano, y portando sobre hombros la imagen de la Virgen, entre cantos marianos y el rezo fervoroso del Santo Rosario, caminamos unos 1.800 metros de vía empinada hasta llegar a la cima de la montaña. Allí encontramos una piedra en donde se colocó la virgen y a su alrededor, Monseñor Tamayo celebró una Eucaristía. Pese a que en ese momento todo era monte, fue una experiencia maravillosa, como si estuviéramos más cerca del cielo, contemplando hermosos paisajes y kilómetros de playas que nos invitan a la reflexión y la oración.
Para limpiar el sitio se ofrecieron varios ingenieros que prestando sus trabajadores y equipos inician la limpieza del terreno y la ampliación de la trocha para llegar allí. Estos encontraron una piedra enorme, que no destruyeron. Actualmente sobre dicha piedra, que más adelante se constituye en altar, se encuentra la imagen de la Virgen. Desde esa piedra nuestra Madre Celestial bendice a todos y cada uno de los habitantes de nuestro terruño, intercede por la tan anhelada Paz de Colombia y nos recuerda que todos somos hermanos: campesinos, indígenas y los que vivimos en la ciudad.
A partir de ese momento todos los asistentes nos comprometimos con María en repetir la peregrinación todos los primeros sábados de cada mes convirtiéndonos, además, en agentes multiplicadores del fervor a Ella. Muchas son las personalidades que han peregrinado a lo largo de estos ocho años, sacerdotes y obispos de diferentes ciudades de Colombia y de otros países, personajes de la política, de las fuerzas militares y administrativas del departamento y del país, del cuerpo diplomático, de la farándula y muchísimas personas, niños, jóvenes y adultos mayores que expresan su felicidad de haber podido subir, olvidándose del cansancio y el calor.
Actualmente cada primer sábado peregrinan entre ochocientas y mil doscientas personas, que llegan en buses que salen de diferentes parroquias tanto del norte como del sur de la ciudad: del Corazón Inmaculado de María, la Catedral, la Torcoroma, Divina Misericordia, San Isidro, San Germán, María Auxiliadora y Nuestra Señora de la Esperanza, entre otras. Además, se realizan peregrinaciones con todos los empleados de diferentes empresas, fábricas y colegios de la ciudad.
Hola.
ResponderBorrarEs para mi muy emocionante encontrarme este artículo... es casi como si Nuestra Señora me hubiera traído hasta aquí para leerlo. Soy una de las "niñas" de Bogotá a quien Nuestra Madre le pidió ste Santuario y me emociona mucho ver cómo la dulce mano de la Virgencita ha traido a tantas personas a su Santuario. La Virgen ha prometido muchas bendiciones para los peregrinos al Santuario de María Estrella del Mar (fue el nombre que ella le puso desde antes de encontrar el sitio), ha prometido milagros y conversiones.
Gracias por publicar este artículo y por dar la opción de escribir algo al respecto.
Muchas bendiciones para todo el equipo y para los lectores.
quirogallano@gmail.com
Buenos días .en estos tiempos de turbulencia se me han presentado muchos acontecimientos los cuales si los divulgó no me lo creerían pero la virgen me a llamado y creo que es de un milagro que debes de acontecer y que debemos de orar todos con mucho fervor por q todo dependerá de eso la fe y la devoción con la que oremos.
BorrarEn el municipio de Soledad, orientados con el Padre Humberto Brum , y motivados por la Sra Yeny Giraldo...empezamos a peregrinar un grupo de misioneros de Lazos de Amor Mariano y Comunidad de San Antonio de Padua...en la que mensualmente estamos asistiendo...y buscaba algo bien especial para motivar al personal y sepan el gran sentido de las peregrinaciones marianas..y realmente al encontrarme con tan maravillosa reseña, las lagrimas brotaban de amor y alegria hacia la Madre Celeste. Con este artículo , se que el Espiritu Santo me abordará para transmitirlo y multiplicarlo a muchas almas sedientas de Dios.
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