La Cuaresma: Un tiempo con características propias
Por GEOVANNY MERCADO SARMIENTO, Pbro*
¿En qué nos debemos esforzar?
o Por que se capte que en este tiempo son distintos tanto el enfoque de las lecturas bíblicas (en la santa misa prácticamente no hay lectura continua), los textos son propios y determinados casi siempre de modo obligatorio para cada una de las celebraciones.
o Porque los cantos, sean totalmente distintos de los habituales y reflejen la espiritualidad penitencial, propia de este tiempo.
o Por lograr una ambientación sobria y austera que refleje el carácter de penitencia de la Cuaresma.
o Su Sentido. Es tiempo "fuerte": prepara para un tiempo "más fuerte" aún, que es la Pascua. Se basa en dos pilares: por una parte, la contemplación de la Pascua de Jesús; y por otra parte, la participación personal en la Pascua del Señor a través de la penitencia y de la celebración o preparación de los sacramentos pascuales -bautismo, confirmación, reconciliación, eucaristía-, con los que incorporamos nuestra vida a la Pascua del Señor Jesús.
Busca que esa dinámica bautismal (muerte para la vida) sea vivida más profundamente. Se trata entonces de morir a nuestro pecado para resucitar con Cristo a la verdadera vida: "Yo les aseguro que si el grano de trigo muere dará mucho fruto" (Jn 20,24).
Eclesial: para cuidar la catequesis y oración de los niños y jóvenes que se preparan a la confirmación y a la primera comunión; y para que toda la Iglesia ore por la conversión de los pecadores.
¿Se pueden celebrar la fiesta de los santos y otras solemnidades?. Debe cuidarse la manera de celebrar las fiestas del Santoral durante la Cuaresma. El factor fundamental consiste en procurar que la Cuaresma no quede oscurecida por celebraciones ajenas a la misma. De hecho durante todo el largo período cuaresmal, sólo se celebran un máximo de cuatro festividades San Cirilo y San Metodio (14 de febrero); la Cátedra de San Pedro (22 de febrero); San José, casto esposo de la Virgen María (19 de marzo) y la Anunciación del Señor (25 de marzo).Con respecto a la memoria de los santos, hay que recordar que durante la Cuaresma todas ellas son libres y si se celebran, se debe hacer con ornamentos morados, y del modo como indican las normas litúrgicas.
Pero, ¿Cómo debemos vivir en la cuaresma? Tres son las grandes prácticas cuaresmales (ver Mt 6,1-6.16-18). Ante todo, está la vida de oración, condición indispensable para el encuentro con Dios.Para ello podría ser aconsejable introducir el rezo de Laúdes o Vísperas, en la forma que resulte más adecuada: los domingos o en los días laborables. La mortificación y la renuncia, en las circunstancias ordinarias de nuestra vida, también constituyen un medio concreto para vivir el espíritu de la Cuaresma. No se trata tanto de crear ocasiones extraordinarias, sino más bien ofrecer aquellas circunstancias cotidianas que nos son molestas; de aceptar con humildad, gozo y alegría, los distintos contratiempos que nos presenta el ritmo de la vida diaria, haciendo ocasión de ellos para unirnos a la cruz del Señor. De la misma manera, el renunciar a ciertas cosas legítimas nos ayuda a vivir el desapego y el desprendimiento. La caridad. De entre las distintas prácticas cuaresmales que nos propone la Iglesia, la vivencia de la caridad ocupa un lugar especial. Así nos lo recuerda San León Magno: "estos días cuaresmales nos invitan de manera apremiante al ejercicio de la caridad; si deseamos llegar a la Pascua santificados en nuestro ser, debemos poner un interés especialísimo en la adquisición de esta virtud, que contiene en sí a las demás y cubre multitud de pecados". Esta vivencia de la caridad debemos vivirla de manera especial con aquel a quien tenemos más cerca, en el ambiente concreto en el que nos movemos. De esta manera, vamos construyendo en el otro "el bien más precioso y efectivo, que es el de la coherencia con la propia vocación cristiana" (Juan Pablo II).
La Virgen María en la Cuaresma. En el plan salvífico de Dios (ver Lc 2,34-35) están asociados Cristo crucificado y la Virgen dolorosa. Como Cristo es el "hombre de dolores" (Is 53,3), por medio del cual se ha complacido Dios en "reconciliar consigo todos los seres: los del cielo y los de la tierra, haciendo la paz por la sangre de su cruz" (Col 1,20), así María es la "mujer del dolor", que Dios ha querido asociar a su Hijo, como madre y partícipe de su Pasión. Desde los días de la infancia de Cristo, toda la vida de la Virgen, participando del rechazo de que era objeto su Hijo, transcurrió bajo el signo de la espada (ver Lc 2,35).
*Párroco Santa María de la Cordialidad. Miembro de la Comisión Arquidiocesana de Liturgia. constantinegx@hotmail.com
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