Por Angélica Obando Solano*
¿Por qué tanta violencia? ¿Qué podemos hacer para contrarrestar estas situaciones? son las preguntas obligadas ante ese sentimiento de indefensión que invade por este cambio social que atenta contra la vida y la dignidad personal.
Por un lado, las campañas de las autoridades invitan a desarmarse con resultados evidenciados en la disminución de homicidios; a la convivencia, como a la desmovilización y al respeto de los derechos, entre otros, de las cuales podemos ser partícipes, dejando de un lado la indiferencia individualista.
No obstante, la familia surge aquí como el núcleo de esta sociedad que requiere fortalecerse desde los detalles más mínimos para crear una nueva cultura de paz, no por la ausencia de guerra, sino recreada en un nuevo aprendizaje de actitudes y lenguaje propicio para la convivencia.
Hoy, es necesario amar la vida que Dios nos ha dado y demostrarlo a través de una nueva manera de vivir, impregnándole el sentido real al que estamos llamados todos y todas. Enseñar a nuestros hijos e hijas para la paz y no para la violencia, demostrar el amor en casa con palabras y caricias, corregir de buena manera sin humillar, desde esas ‘pequeñas cosas’ podremos cambiar un poco la historia hacia futuro.
El psicólogo Jainir Castillo señala que muchas veces madres y/o padres toman a broma o risa enseñarles a sus pequeños palabras soeces o a confrontarse a otros menores que a la final son una enseñanza a la violencia.
Agrega que hechos que se ven simples como la compra de juguetes bélicos invitan a esa cultura de la muerte. E invita a preguntarse: ¿Qué estoy haciendo como padre/madre? ¿Cómo estoy formando a mis hijos?
Es hora de comenzar la cultura de la paz basada en el amor. Los resultados no serán inmediatos, pero una familia blindada de esta manera construye una mejor sociedad.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario