miércoles, diciembre 08, 2010


Monseñor Luis Antonio Nova Rocha

Administrador apostólico de la Arquidiócesis de Barranquilla durante la sede vacante

Por Carlos Julio Macías Ramos, Pbro*

Muchos fieles de nuestra Arquidiócesis de Barranquilla se preguntan acerca del significado del nuevo cargo que el Papa Benedicto XVI le ha encomendado a Monseñor Luis Antonio Nova, como Administrador Apostólico de la Arquidiócesis de Barranquilla.

Para responder a ello hay que recordar que Monseñor Rubén Salazar fue trasladado como Arzobispo de la Arquidiócesis de Bogotá, y mientras el Santo Padre Benedicto XVI nombra un nuevo Arzobispo para Barranquilla, nuestra Iglesia atlanticense entra en una situación llamada ‘sede vacante’, es decir, no tiene Arzobispo; esta situación puede durar mucho o poco tiempo, dependiendo todo del Santo Padre, el Papa Benedicto XVI.

Pero como las instituciones no se pueden quedar, ni por un momento, sin quien las gobierne, el Derecho Canónico exige que se nombre a alguien para que, mientras llega el nuevo Arzobispo ‘administre’ la Arquidiócesis. Ahora bien, el encargado de elegir al ‘administrador’ es el Colegio de Consultores que es un grupo de seis sacerdotes, como mínimo, que debe existir en toda Diócesis, elegidos libremente por el Obispo para que lo asesoren en algunas decisiones importantes.

No obstante eso, en algunos casos especiales, no es el Colegio de Consultores el que elige al Administrador diocesano sino que el Santo Padre, el Papa, con la especial asistencia del Espíritu Santo, se reserva el derecho de ser él, personalmente, quien elija a la persona que administrará una Diócesis o Arquidiócesis; y es precisamente eso lo que ha sucedido en Barranquilla: el Papa Benedicto XVI ha elegido como Administrador de la Arquidiócesis a Monseñor Luis Antonio Nova, quien por haber sido designado por el Papa y no por el Colegio de Consultores de la Arquidiócesis, será Administrador Apostólico y no administrador diocesano.

Barranquilla ha sido un caso especial, seguramente porque en los últimos diez años ésta Arquidiócesis, gracias al impulso y visión eclesial de Monseñor Rubén Salazar Gómez y a su trabajo con los Obispos auxiliares, con los sacerdotes y los fieles en general, se ha trasformado en una Iglesia moderna, con estructuras pastorales que permiten la participación efectiva de todos los fieles en la construcción de una sociedad más justa donde todos trabajan por vivir y predicar los valores del Evangelio.

Al reservarse el derecho de elegir personalmente a Monseñor Nova como Administrador Apostólico, el Papa ha mostrado la confianza que tiene en su capacidad para ser maestro de doctrina, en su sabiduría para dirigir los destinos de la Arquidiócesis, en su ternura de pastor de las ovejas, en la capacidad de amar y de servir con su corazón sacerdotal.

Y digo esto porque el canon 427,1 del Código de Derecho Canónico afirma que el Administrador Apostólico tiene toda la potestad ordinaria del Obispo diocesano, salvo lo que le esté prohibido por el Derecho o por la naturaleza de la cosa; este es el principio fundamental: es decir, la potestad del Administrador Apostólico es ordinaria, propia (no vicaria) e inmediata (can. 381,1), legislativa, ejecutiva y judicial (can. 391), que puede ejercer conforme a los cánones 381-400.

Otro principio también importante pero subordinado al principio anterior, este se encuentra en el canon 428,1, que establece: “Vacante la sede nada debe innovarse”. Esta norma debe interpretarse la luz de las prescripciones que la concretan en el parágrafo 2, es decir, que se le prohíbe al Administrador Apostólico toda innovación que pueda resultar en perjuicio de la Arquidiócesis o que pueda comprometer los derechos de la misma o que pueda comprometer los derechos del futuro Arzobispo.

Pero más importante que esa prohibición la norma contiene un criterio práctico para gobernar: es una invitación general a la no intervención o a la abstención; una invitación que será ponderada en cada caso por el propio Administrador Apostólico y que modulará pero no eliminará su discrecionalidad en el gobierno de la Arquidiócesis. Por lo tanto, El Administrador Apostólico procurará, que todas las cosas, tanto las pastorales, las de gobierno, las canónicas, etc., sigan funcionando y se sigan resolviendo del mismo modo que se hacía cuando estaba el Arzobispo anterior, es decir, gobernar no con un estilo excesivamente personal sino procurando un trabajo de continuidad; pues los cambios grandes los deberá hacer el próximo Arzobispo.

No es muy frecuente, en la vida de un Obispo auxiliar, que el Santo Padre lo nombre Administrador Apostólico, por ello puede suceder que se plantee excesivas dificultades sobre lo que puede y sobre lo que no puede hacer como Administrador: en este caso se debe saber, como ya he dicho, que a él corresponde gobernar la Arquidiócesis con toda la potestad del Obispo Diocesano, que puede hacer en principio todo lo que no esté expresamente prohibido, pero que el buen criterio de gobierno lleva a tener presente estos dos elementos: continuidad con el modo de gobernar del Obispo anterior, teniendo en cuenta la situación de interinidad de su función; y no tomar decisiones trascendentes, que se dejarán mejor al futuro Arzobispo, salvo caso de verdadera urgencia.

En estos últimos ocho años que ha compartido Monseñor Nova con nosotros en la Arquidiócesis, hemos sido testigos de su sólida Fe, del gran conocimiento que tiene de la Palabra de Dios y de su disciplina en la oración, Monseñor Nova es así. Ha vivido con discreción y sencillez en medio de dos grandes personajes de nuestra Iglesia: la personalidad de gran perfil de Monseñor Rubén Salazar Gómez y la extraordinaria popularidad de Monseñor Víctor Tamayo Betancourt. Le llegó la hora a todos los fieles que peregrinan en el departamento del Atlántico de dar gracias a Dios y al Santo Padre por este nuestro Administrador Apostólico, hoy designado por el Santo Padre como signo de unidad, de comunión; los sacerdotes ya lo hacemos todos los días en la Plegaria Eucarística cuando decimos, como lo debemos decir: “por nuestro Obispo Luis Antonio”. Ahora es tiempo de todos.

*Dr. en Derecho Canónico. Presidente del Tribunal Eclesiástico Interdiocesano de Barranquilla, carlosjulio64@hotmail.com

No hay comentarios.: