martes, octubre 05, 2010

La Pastoral de la Salud: un valioso recurso para la evangelización

“Yo he venido para que tengan vida y la tengan en abundancia” (Juan 10,10).

Por Pastoral de la Salud

El trabajo de la Pastoral de Salud, tanto en las parroquias como en las Instituciones de salud, arrancan de esta convicción: La Iglesia, prolongación y encarnación de Jesucristo, sólo existe para hacer presente en el mundo la acción salvadora y humanizadora que comenzó con Él y en Él, con el fin de que los hombres de hoy, también, “tengan vida y la tengan en abundancia” (Cf. Jn. 10, 10).

El Documento de Aparecida recuerda la importancia de la labor pastoral de la Iglesia en el ámbito de la salud: “En las visitas a los enfermos, en los centros de salud, en las familias y en la compañía silenciosa del enfermo, se manifiesta, a través de los profesionales de la salud y discípulos voluntarios del Señor, la maternidad de la Iglesia”.

Es por ello que, entre nuestras líneas orientadoras como Pastoral de la Salud en la Arquidiócesis de Barranquilla, está:

· Recuperar en la Iglesia la conciencia de su misión sanante en la sociedad atlanticense.

· Extender y construir comunidades cristianas como fuentes de salud abierta a la salvación de Jesucristo.

· Recuperar la actitud que Cristo manifestó ante el enfermo y sus familiares, promoviendo una asistencia más humana e integral.

· Evangelizar la cultura actual de la salud ofreciendo un modelo de salud más fiel a los valores evangélicos y una iluminación ética de los problemas actuales.

· Creación y desarrollo de los comités parroquiales, ya que es el marco normal donde la mayoría de los cristianos viven y alimentan su fe. Por otra parte, las comunidades parroquiales están llamadas a testimoniar y difundir el Evangelio en la sociedad actual.

· Descentralización en los encuentros vicariales mensuales y creación de nuevos comités. Tenemos unas líneas básicas para un proyecto compartido en las parroquias. El objetivo es:

· Pasar de una Pastoral de enfermos a una Pastoral de la Salud

· De una Pastoral de sacramentos a una Pastoral de evangelización

· De una Pastoral de la muerte a una Pastoral de la Vida

· De una Pastoral de la compasión a una Pastoral de la justicia

· De una Pastoral del enfermo a una Pastoral de los enfermos más necesitados y desatendidos

· De una Pastoral de la ‘visita’ a una Pastoral del acompañamiento fraterno

· De una Pastoral de la improvisación a una Pastoral de proyecto compartido

La Misión que se realiza la Arquidiócesis de Barranquilla, el PDR/E, ha facilitado la organización de la Pastoral de Salud en comités vicariales, decanatos y parroquiales. Además ha permitido hacer más efectiva la tarea evangelizadora en nuestras comunidades parroquiales.

Huellas y frutos de Nuestro Pastor

Por Redacción Kairós

Monseñor Rubén Salazar Gómez en su trabajo pastoral, apostólico, social y espiritual de 11 años y 4 meses en la Arquidiócesis de Barranquilla, indudablemente, sembró, desarrolló, fortaleció y cultivó frutos que lograron suplir las necesidades de esta Iglesia Particular, como Pueblo de Dios que tenía sed de cambio, que quería el fomento de una pastoral agresiva y planificada, acorde con los retos que plantea el mundo globalizado al que nos enfrentamos.

Hoy, su partida, indudablemente puede evocar en nosotros sentimientos de nostalgia y tristeza que surgen desde la perspectiva humana en señal de amor hacia el pastor que ha dirigido nuestra Iglesia.

Sin embrago, alternadamente resulta inevitable reconocer el trabajo de Monseñor Rubén en la Arquidiócesis, como el del verdadero pastor que da la vida por sus ovejas, dejando huellas y frutos que hoy se reconocen.

Una llamada de amor por amor

“La vocación al ministerio sacerdotal es una llamada al Señor, un envío del Señor, una disposición de Su voluntad al servicio de la Iglesia en la fe y en el amor, por lo que implica el sacrificio del desprendimiento y de la entrega para ponernos a disposición de lo que Dios quiere de nosotros”, señala el padre Claudio Blanco Malabet, párroco de las Tres Avemarías.

Como Arzobispo, nuestro pastor y vicario de Cristo es un elemento de fraternidad que ha unido a la Iglesia que peregrina en el departamento del Atlántico y una fuente de comunión y espiritualidad para el presbiterio que tiene a su cargo.

Cuando un pastor da la vida por sus ovejas, crea estructuras eficaces de organización para la evangelización de su territorio y el servicio que presta a la Iglesia cumple con las metas pastorales de esa porción de tierra, ese pastor hace de su rebaño un pueblo que se construye desde la comunión, la convivencia y la fraternidad; un pueblo que agradece su presencia en medio de él para la salvación y la conversión de vidas, almas y corazones.

Un trabajo ampliamente humano, visionario, organizado, planeado, seguro y evangelizador es un trabajo estimable, perdurable e irreversible; que merece le sean destacados aquellos méritos alcanzados frente a un trabajo profundo de liderazgo eclesial.

Monseñor Rubén Salazar enmarcó perspectivas que cambiaron radicalmente los diversos frentes en los cuales la Iglesia local está llamada a hacerse presente:

· Desde su llegada se reunió en cada unidad pastoral con su párroco, tomando nota de las posibles ‘luces y sombras’ que permitieron formular la hipótesis fundamental del trabajo pastoral.

· Desarrolló una pastoral planificada y bien estructurada, actualmente sintetizada en los cinco criterios del Proceso Diocesano de Renovación y Evangelización PDR/E.

· Supo entender e identificarse con la manera de ser propia de nuestra gente e impulsó una pastoral adecuada a estas circunstancias. La Acción Significativa es una prueba de ello en el rescate de muchas fechas comunes a nuestra cultura. Se declaró ‘costeño’ desde que pisó nuestra tierra.

· Tuvo mano segura, amigable, abierta, pero firme, con una visión de futuro que le permitió suficiente claridad y discernimiento para entender el camino correcto a seguir, de acuerdo al diagnóstico de la realidad y a las metas que se hayan establecido.

· Creó vínculos con los medios de comunicación, la tecnología y las nuevas herramientas del mundo globalizado, instaurando entre sus Comisiones a la Delegación de Comunicaciones y Relaciones Públicas, un organismo clave en la gestión comunicacional que pretende ser masiva y evangelizar a todos los rincones del departamento. A la Delegación de Comunicaciones, la Conferencia Episcopal Colombiana le otorgó el premio Gabriel como mejor Delegación de todo el país en el 2008.

· Comprendió, dentro de la acción pastoral, la importancia de un medio escrito, y surgió Kairós, informativo impreso quincenal, que ya ha cumplido 11 años de existencia. Así mismo, no dudó en vincular a la Arquidiócesis a la red de internet y se dio origen a la página web de la Arquidiócesis de Barranquilla.

· Implementó la metodología prospectiva en el Plan Pastoral de Nueva Evangelización, que todos conocemos como el PDR/E, con metas destinadas a 30 años, y en los que como comunidad nos trazáramos objetivos que diéramos por hecho de su realización.

· Preocupado por la acción pastoral en la misericordia y la atención a los más necesitados, creó el Banco de Alimentos, que como en otras Diócesis, se encarga de administrar recursos en bienes materiales para los más necesitados.

· Ha liderado la restauración de la Catedral Metropolitana María Reina e instaurado la Catedratón como gestión permanente de la Arquidiócesis, para recaudar fondos y ayudar en la construcción de nuevos templos, el sostenimiento de la Catedral María Reina, como la madre de todas las parroquias, apoyar al sostenimiento del Seminario Mayor Juan XXIII y de la Casa Sacerdotal.

En su partida, nos deja un Iglesia transformada, nueva, renovada, que en gratitud a su benemérita labor, continuará desarrollando y fortaleciendo cada vez más la acción pastoral que él emprendió. El Atlántico agradece profundamente a Dios el don de Monseñor Rubén Salazar Gómez en su servicio pastoral en la Arquidiócesis de Barranquilla y lo que ha proyectado en el conjunto de la sociedad atlanticense.

¿Cómo continuar la labor evangelizadora?

“El éxito de una siembra está en la cosecha, no simplemente en sembrar”, por lo que, lo importante es que lo que hemos sembrado se continúe cultivando. Tenemos que ver frutos de experiencias nuevas de participación, de encuentros de comunión y misión permanente”, nos sugiere la asesora del PDR/E, María Libia González, una persona que conoció de cerca el Proceso de evangelización al que Monseñor Rubén Salazar nos vinculó como Iglesia que lucha cada día por una sociedad más justa, solidaria y en paz.

*Artículo basado en información suministrada por el sacerdote Claudio Blanco, presbítero de la Arquidiócesis de Barranquilla.

Un trabajo pastoral visto desde diversas realidades

Geovanny Mercado Sarmiento

Párroco de María Reina de de todos los Santos, Nuestra Señora de la Cordialidad y Miembro de la Comisión Arquidiocesana de Liturgia

“La experiencia que hemos tenido con la presencia de nuestro Arzobispo, Monseñor Rubén Salazar Gómez, en la Arquidiócesis de Barranquilla, ha sido fundamental, él desde el principio brindó su confianza y cercanía, y ese es uno de los frutos que considero ha hecho posible que la Misión Arquidiocesana haya sido tan fructífera.

Destaco la fraternidad, con la que se preocupaba por el hermano sacerdote, preocupándose por las realidades particulares de cada parroquia y la entrega a resolver esas situaciones. Uno de los frutos fundamentales son las estructuras que acompañan la pedagogía de la misión pero que han sido motivadas por el ánimo y el impulso de los mismos equipos, preparados para ello. La misión a nivel de estructuras hace que como comunidad, nos preocupemos por tener verdaderamente una vida espiritual”.

María Libia González

Asesora del PDR/E

“Monseñor Rubén Salazar a través del Plan Global de Nueva Evangelización, le impregnó posicionamiento a la Arquidiócesis de Barranquilla proyectándola como una Iglesia que vive y construye ese querer de Dios en la experiencia del ideal (una Iglesia de comunión, participación y misión).

Resalto su capacidad y dinamismo organizativo, la capacidad y preocupación por llegar a todos, consolidando una pastoral que responda y le de espacio a todas las diversidades que existen en la Iglesia, cobijando a todos los miembros de la sociedad, preocupándose constantemente por llegar a todos”.

Hermana Bertha Salazar

Religiosa de la Congregación de Hermanas Franciscanas Misioneras de María Auxiliadora. Presidenta de la Conferencia de Religiosos de Colombia seccional Barranquilla

“En su gestión pastoral, se ha palpado la integración de las comunidades religiosas del Atlántico, las cuales hemos sentido el apoyo espiritual, la cercanía, el respeto y la acogida que nuestro Pastor nos ha brindado. Una vez más, gracias Monseñor Rubén Salazar”.

Isaac Sarmiento

Animador pastoral de la parroquia San Agustín de Hipona de Sabanalarga y miembro de la Pastoral de Multitudes

“Considero que el trabajo desarrollado por Monseñor Rubén Salazar ha dejado un legado, hizo posible sembrar esa semilla que busca una Iglesia de comunión, misión y participación, y que sin duda alguna, representa no solamente un avance para las diferentes acciones que realiza la Iglesia Católica en el mundo, sino que hace posible insertarse en todas las realidades sociales que existen en nuestro departamento.

Yo puedo considerarme un fruto de la misión y he podido comprender a través del trabajo con la pastoral, la importancia que tiene la construcción de espacios de fraternidad en medio de la comunidad. Aunque representa una partida dolorosa, es un legado que debemos continuar”.

Unidad pastoral San Pablo
Un fruto de evangelización sembrado por ‘Los Camilos’

Por Julio Giraldo*

Debido a la difícil realidad de los barrios del sur, estos han sido prioridad de evangelización y ayuda humanitaria por parte de la Arquidiócesis de Barranquilla.

Para los años 70, Monseñor Víctor Tamayo recorría diariamente todos los asentamientos de invasión, con el fin de compartir con sus habitantes y llevarles siempre una luz de esperanza. Fue así como llegó al barrio La Paz. Allí vivían familias en extrema situación de pobreza y Monseñor decidió en el primer terreno que vio, clavar una cruz.

Pasado un tiempo, en compañía de varios amigos, Monseñor Tamayo construyó una pequeña y cálida capilla para comenzar la vida eclesial. En mayo de 1973, Monseñor Germán Villa Gaviria promulgó el decreto No. 603 creando así la parroquia San Pablo.

Los primeros sacerdotes en llegar para pastorear la comunidad del barrio La Paz fueron los padres Reinaldo Iriarte y Luis Alberto Martínez. En 1975, llegó el padre Cristian, un religioso Camilo que se entregó en alma, vida y corazón al servicio de la comunidad.

Llega el padre Cirilo Swinne

El 20 de febrero de 1977, llegó a Barranquilla el padre Cirilo, este sacerdote holandés, sólo venía de visita, pues su destino era Perú. Sus compañeros de la comunidad al saber que era enfermero y muy dinámico le propusieron que se quedara en Barranquilla.

El padre Cirilo con grandes deseos de trabajar entre los pobres, se quedó gustoso en Barranquilla y recibió una parroquia muy bien organizada con una comunidad viva en la fe, en pocas palabras, recibió una parroquia modelo de evangelización.

Con mucho amor, el padre Cirilo comenzó un trabajo social y pastoral. Pronto construyó la casa cural, la cual se convirtió también en una digna vivienda para las hermanas de la Compañía de María. Así mismo, trabajó arduamente para contar con una parroquia adecuada. De Holanda trajo una linda puerta para el Sagrario, consiguió una buena amplificación y realizó varias mejoras que le fueron dando al pequeño templo condiciones más dignas. Todos los cambios positivos permitieron que a partir de la construcción de una parroquia se produjera una gran transformación social en el barrio La Paz.

La labor de la comunidad holandesa, liderada por el padre Cirilo, llegó no sólo al barrio La Paz, sino a diferentes rincones de la ciudad, gracias a diferentes obras sociales como la construcción de una clínica, un orfanato, un asilo, un colegio, entre otras obras para el mejoramiento de la calidad de vida de los barranquilleros.

Por su parte, la parroquia siguió creciendo y luego del gran trabajo pastoral, la comunidad de los Camilos, inmersos en su centro social, decidieron entregar el templo para que se nombrara como párroco a un sacerdote diocesano.

El primer párroco en esta nueva etapa fue el presbítero Edward Utria, quien le imprimió a esta comunidad un ritmo de juventud y alegría que transformó los corazones de las familias y los jóvenes. De su trabajo pastoral aún se recogen frutos y el mismo padre Cirilo reconoció en ese entonces, la labor emprendida por el padre Utria.

La Parroquia Hoy

40 años después, la unidad pastoral San Pablo sigue siendo el lugar de encuentro de una feligresía bien formada, la cual trabaja bajo el pastoreo del padre Javier González y la cual ha entendido el verdadero significado de una Iglesia en misión, comunión y participación de acuerdo a los lineamientos del PDR/E.

El templo se encuentra en buenas condiciones, con una adecuada dotación material y la feligresía responde con amor y entusiasmo a los proyectos emprendidos. Las Eucaristías se celebran diariamente, el párroco confiere los sacramentos y se atiende consejería con mucha regularidad.

La comunidad de los padres Camilos siguen colaborando con el párroco, celebran algunas Misas y en otras actividades.

*Periodista - Historiador. julioetica@yahoo.com

¿Ama Dios verdaderamente a la humanidad?

Por Joel Hoyos Cuesta*

Son tantas las evidencias que un cristiano encuentra a diario del amor de Dios, que éste interrogante rayaría en la necedad; no obstante, existen muchas personas a las cuales no les parece tan clara, ni la existencia de Dios, ni la fuerza redentora que brota del corazón mismo de la Trinidad.

Inmersos en una sociedad erotizada, que incita cada vez con más fuerza al desorden sensual; tecnoligizada y tecnificada, que poco a poco deshumaniza las relaciones interpersonales, atomizando a las familias, generando en muchos casos una dependencia o alienación, y convulsionada a causa de la proliferación de ideologías de todo tipo, el cristiano genuino debe testimoniar, con veracidad, que el amor (entendido en la pureza del término) es la superación de un esteticismo forzado, que no corresponde a la visión egoísta vendida de manera agresiva en los diversos medios de comunicación, sino que, es la capacidad propia del ser humano para emplear sus fuerzas y realizar sus potencialidades congénitas de ser libre, de entrar en relación con los otros y consigo mismo, que implica responsabilidad, cuidado, respeto y conocimiento. Como también el deseo de que la otra persona crezca y se desarrolle en su integralidad.

Por lo tanto, amar no es crear dependencia de manera tal que se nulifique la individualidad de la persona, ni mucho menos contemplar de manera pasiva la belleza de las cosas; o buscar reducir la existencia a la simple satisfacción de los impulsos propios de la naturaleza humana. Amar, en la nobleza del término podría definirse como la plenificación total de la vida, realizada en la medida en que nos abrimos a la experiencia de entrega y donación de nuestro ser por una causa sublime, como la de procurar el bienestar no sólo propio, sino de toda la familia humana.

Amor sin libertad no es concebible; como tampoco, es concebible sin felicidad. Si amamos lo hacemos desde la libertad, pues solamente cuando la vida experimenta la libertad del amor se orienta a la felicidad. Pero, ¿cómo lograr este objetivo? Si bien existe en el desarrollo natural de la persona un punto de elección y decisión por una vocación o profesión específica; también existe una vocación que es común a todos, es la vocación ‘a la vida feliz’, todo ser humano es pensado por Dios en la libertad de su amor, por lo cual todo ser humano es llamado a la felicidad desde el amor y para el amor. ‘Ningún ser humano está destinado a la infelicidad’.

Con la Encarnación de Jesús, el Dios que hasta el momento era lejano se hace cercano. El Amor se encarna en la naturaleza humana, la plenifica asumiéndola toda ella en la redención de la cruz.

Es así como los hombres y mujeres fuimos capacitados para amar como amó Jesús; todos los seres humanos descubrimos desde la perfección de nuestro ser, la misericordia de un misterio que sobrepasa nuestra inteligencia pero que nos acoge desde nuestras miserias, por lo cual podremos afirmar como el Apóstol: “desventurado aquel que no ama al Señor” (1cor 16,22), porque sólo amando al que nos amó, primero se devela ante nuestros ojos la plenitud de la vida, la felicidad desde el amor.

Dios dispone todos los medios para que el hombre se salve. No obstante, la sociedad actual, en gran parte, está patológicamente afectada de ‘esklerocardía’ (endurecimiento del corazón), debido a esto, los gritos más fuertes y profundos del amor incansable de Dios suelen ser sólo silencio y ausencia en la realidad del hombre y la mujer, que buscan su realización, pero desdibujan a Dios de su Horizonte. Permiten así la esterilidad de sus vidas y se entregan al sin sentido, a lo absurdo. Ante todo esto, la creación, la historia personal, la potencia de la Palabra que resuena en lo más profundo de nuestro ser y la acción dinamizadora y recreadora del Espíritu de Dios que sigue pasando insistentemente, con potencia paciente por la singularidad de cada persona, son la evidencia a la luz de la fe, del la profundidad y benevolencia de Dios para con la humanidad.

*Seminarista II de Teología. Seminario Mayor Juan XXIII - Diócesis de Magangué.