miércoles, diciembre 08, 2010


William Alfonso Pino Guerrero

Juventud, espiritualidad y amor para servir a Dios

Con tan sólo 24 años, el padre William es presbítero de la Arquidiócesis de Barranquilla, nació en 1986, siendo el primogénito del hogar conformado por el señor William Pino y la señora Lucia Guerrero. Una pareja con 32 años de experiencia matrimonial y que siempre han educado a sus hijos bajo el amor de Dios y los valores cristianos.

El padre de William es conductor de bus y doña Lucía es ama de casa, siempre han vivido en el barrio las Nieves. De niño, William Alfonso, correteaba por las calles de su barrio jugando con sus amiguitos.

Estudió su primaria en una escuela pública. En ese entonces, por su mente pasaban muchas cosas, menos la idea de ser algún día sacerdote. Le llamaba la atención ser músico, durante su bachillerato aprendió a interpretar cuatro instrumentos musicales y aprovechó ese talento no sólo para divertirse con sus amigos, sino para llevar serenatas a una joven enamorada. Vivía como uno de tantos jóvenes, dedicado a sus estudios, a su novia y a sanas diversiones; aún nada sabía de curas ni de Iglesia, al parecer no le interesaba para nada. Pero como Dios actúa según su voluntad, puso a la abuela de William, doña Dormelina para que fuera el puente de encuentro con Dios.

Su abuela, viuda por cierto, era una feligrés activa de la parroquia Nuestra Señora de las Nieves y permanentemente le insistía a William para que la acompañara al grupo de oración. Un día, más por curiosidad y para darle gusto a su abuelita, William aceptó y la acompañó, fue en ese instante donde comenzó su historia religiosa.

En 1996 el padre Hernando Riaños llevó a su parroquia a un grupo de Redentoristas para que realizaran una misión por todo el barrio, esta se desarrolló a través de asambleas familiares y encuentros juveniles, como resultado final, entre tantas cosas que sembraron, quedó fundado un grupito de aproximadamente 10 jóvenes, entre ellos estaba William, quien ya se mostraba inquieto por saber qué era eso de servir por completo a Dios y a la Iglesia. El grupo no duró mucho tiempo, pero William Alfonso fue un Domingo de Ramos a su parroquia y allí encontró un grupo de 300 jóvenes dirigido por el popular ‘Cole’, fue en ese momento que William empezó a sentirse inquieto y a pensar en cosas nuevas para su vida.

El padre Riaños falleció y llegó a la parroquia el padre Emil Espinosa, un carismático sacerdote que prendió la llama de la vocación de William Alfonso, pues vio en este las cualidades de un gran sacerdote: sencillo, amable, respetuoso, hombre de acción y oración. Estas virtudes quedaron grabadas en la mente y en el corazón de William como un testimonio vocacional.

William Pino empezó a dedicarse por completo a su parroquia, el padre Emil se convirtió en su amigo, consejero y casi padre. Sin duda, William se sintió por completo enamorado de Dios y de su Iglesia.

Con pensamientos firmes acerca del rumbo que quería tomar en la vida, William Alfonso, atendió el llamado a ser sacerdote y por tal motivo ingresó al círculo vocacional, pasó la prueba y fue aceptado para ingresar al Seminario Mayor Juan XXIII.

En aquel entonces, sus padres no sabían aún que lo de su hijo sacerdote iba en serio, y sólo se rieron al enterarse, recibió de su padre un rotundo no, incluso la propia abuela que sin proponérselo sirvió de puente para la vocación de William, no quería aceptar que este se fuera de sacerdote. Pero, como cuando Dios llama, lo hace con firmeza, el 25 de enero de 2002 este joven subió maleta en mano por la pequeña pendiente que hay muy cerca al mar para entrar al Seminario. Allí en un pequeño cuarto pasó la primera noche que fue para él de insomnio y desesperación, creyó por un momento que se había equivocado, pero el tiempo corría y prontamente se adaptó a su nueva vida, comprendió que el pasado quedaba atrás y el presente sería el camino para convertirse en instrumento maravilloso de Dios. Fue ordenado Sacerdote el 12 de junio de este año y en estos momentos con profundo amor, espiritualidad y servicio es el párroco de la unidad pastoral San Juan Bosco en Sabanagrande.

La necesidad de leer la Biblia


Por Clotario Hémer Cervantes *

¿Ha leído usted alguna vez toda la Biblia en una lectura continua desde el Génesis hasta el Apocalipsis? ¡Ojalá su respuesta fuera afirmativa! ¿Lee usted la Biblia cada día? ¡Qué bueno sería! Se extrañará usted porque le hago estas preguntas, pero no se extrañe: hay muchísimos católicos que permanentemente siguen cursos sobre la Biblia, y eso está bien, pero muy pocos leen la Biblia y eso no está bien. Se supone que los cursos son para capacitarse más, de tal manera que, el cristiano pueda leer la Sagrada Escritura con buenas herramientas para entenderla y asimilarla.

Los biblistas parece que están de acuerdo en que la mejor maestra de la Biblia es la Biblia misma.

Leamos lo que san Agustín aconsejaba a sus fieles: “Cuantos temen a Dios y por la piedad son mansos, buscan en todos libros la voluntad de Dios”.

Como ya hemos dicho, lo primero en este empeño y trabajo ha de ser conocer estos libros, leyéndolos, aunque no todavía para entenderlos o para aprenderlos de memoria. Hágalo por lo menos para que no le sean enteramente desconocidos.

Después se ha de investigar ya más solícita y cuidadosamente lo que en ellos claramente se dice, ya sean reglas de vida, reglas de fe, y en esto tanto más podrá hallar cada uno cuanto mayor capacidad de entender tenga, pues en esto que claramente se dice en las Escrituras está cuanto pertenece a la fe y a las costumbres de vida; es decir, a la esperanza y a la caridad, de que tratamos en el libro anterior.

Luego, una vez adquirida esta familiaridad con el lenguaje mismo de las Divinas Escrituras, procédase a explicar y discutir lo que de obscuro hay en ellas, tomando ejemplos de locuciones claras, para ilustrar por ellas las locuciones más obscuras, y por las sentencias ciertas resolver las dudas de las dudosas. En esto servirá mucho la memoria; pero si esta falta, no se le darán a nadie estas reglas” (De doctrina cristiana, L. 2 C. 9.)

Yo aplicaría así este consejo de san Agustín: la primera lectura de la Biblia sería como una excursión al interior de la Biblia, como cuando vas a una ciudad por primera vez y tomas un recorrido por la toda la ciudad y la vez a vuelo de pájaro. Con esto tienes una visión general de la ciudad. Así, después de esta primera lectura, sabes de qué trata ese libro. La segunda lectura sería como una segunda excursión en la misma ciudad pero ya con más observación, deteniéndote en los sitios más importantes de la ciudad. Lo que quiere decir que una segunda lectura de la Biblia más atenta que la primera ya sabrás los acontecimientos más importantes que narra la Biblia, los personajes o actores que participan en ellos y los escenarios o lugares en que se llevan a cabo. La tercera lectura sería como una tercera excursión en la misma ciudad y conocer bien la historia y el papel de los personajes y monumentos más importantes. De la misma manera que después de tres excursiones en una ciudad tú puedes transitar por ella sin perderte ni confundirte, después de una tercera lectura de la Biblia tú podrás entrar en ella con una gran orientación.

Lee estos curiosos datos que tomo de un folleto que llegó a mis manos titulado: 70 preguntas acerca de la S. Biblia, del padre Eliécer Sálesman.

· ¿Cuántas horas se necesitan para leer la Biblia?

La Biblia tiene aproximadamente: 3 millones y medio de letras. 33.000 versículos. 1300 capítulos.

Se necesitan 40 horas para leer el Antiguo Testamento y 12 para leer el Nuevo Testamento. O sea 52 horas en total para leer la Biblia.

Si se quiere leer la Biblia leyendo normalmente, se necesitan 72 horas.

Si se leen diariamente cuatro capítulos se puede leer fácilmente toda la Biblia en un año (365 días).

(El mejor consejo que usted oirá en toda su vida es este: “No deje pasar un solo día sin leer una página de la Sagrada Biblia”)

Finalmente leamos unas líneas del numeral 25 de la constitución Dei Verbum del Concilio Vaticano II sobre la lectura asidua de la Escritura: “El Santo Sínodo recomienda insistentemente a todos los fieles, especialmente a los religiosos, la lectura asidua de la Escritura para que adquieran la ciencia suprema de Jesucristo”

*Biblista y Párroco de la unidad pastoral Sagrado Corazón de Jesús. clhemcer@hotmail.com

NUESTRA PORTADA

Diócesis guiadas por el PDR/E comparten su misión


Estamos en estado de misión

En Santa Fe de Antioquia, del 23 al 27 de agosto, se dieron cita las diócesis del país que siguen su labor evangelizadora de acuerdo al Proceso Diocesano de Renovación y Evangelización PDR/E. Todas tienen claro que el ideal es que el Evangelio llegue a todos y que todos somos evangelizadores.

El encuentro, que cada año es convocado por el Servicio de Animación Comunitaria del Movimiento por un Mundo Mejor (SEDAC), en esta ocasión se centró en: “La vida de los presbíteros en el Plan Diocesano de Renovación y Evangelización”, con el fin de mostrar al sacerdote como discípulo misionero. De allí, surgió el proyecto de vida que debe seguir cada sacerdote.

Una de las conclusiones a las que se llegó es que es difícil lograr un ideal en comunidades que cuentan con tradiciones, costumbre y maneras de trabajar de toda una vida, pero con plena confianza en Dios, cada día que es un proceso que trae grandes frutos, pues se trabaja de manera planificada.

El padre José Tobías De La Cruz, Vicario de Pastoral de la Arquidiócesis de Barranquilla y quien estuvo en este encuentro junto con Monseñor Luis Antonio Nova Rocha, Administrador Apostólico, le contó a Kairós que a nivel de nuestra Iglesia, se está trabajando muy bien, existen debilidades, pero con el compromiso de cada sacerdote y laico se pueden superar. En estos 10 años, se ha trabajado de acuerdo al ideal de Iglesia y se cuenta con una organización territorial y estructuras pastorales. De igual manera, expresó que es importante trabajar en la formación del presbiterio, laicos y cada una de las comisiones que forman parte del PDR/E.

El próximo encuentro se realizará a nivel regional entre Vicarios y Obispos. La Arquidiócesis de Barranquilla se reunirá con la Diócesis de Magangué y del Banco Magdalena para trabajar de acuerdo a la temática del encuentro nacional del otro año.

*kairos@arquidiocesisbaq.org

Alemanes apoyan misión arquidiocesana


Por Redacción Kairós*

Con el firme propósito de seguir apoyando las obras de evangelización en Colombia, especialmente en la formación sacerdotal, llegaron desde la Diócesis de Aachenl Aquisgrán en Alemania, el Obispo Johannes Buendgens junto con el Vicario de Pastoral, el Delegado de la Pastoral Vocacional, párrocos y laicos comprometidos de este lugar, para conocer la realidad de las Diócesis que apoyan desde hace 50 años a través de la Fundación Adveniat.

En su visita a la Arquidiócesis de Barranquilla, la comunidad alemana recorrió varias de las parroquias en las cuales se encuentran los sacerdotes que un día ellos apoyaron en su formación, de igual manera, visitaron la Curia Arquidiocesana y finalmente llegaron al Seminario Mayor Juan XXIII donde intercambiaron ideas con los seminaristas sobre la realidad de la Iglesia en Alemania y la situación en Colombia. Coincidieron en que la labor pastoral con los jóvenes debe fortalecerse, pues muchos son débiles en su fe y no les resulta atractivo la labor evangelizadora.

Ante esta realidad, surge el gran interés de la Fundación Adveniat por seguir apoyando la formación sacerdotal, pues lamentablemente, en su país son pocas las vocaciones que han surgido en los últimos años y esto ha llevado al cierre de muchos seminarios. Para Monseñor Johannes Buendgens, los obispos de Colombia les han mostrado que la mejor manera para apoyar a la Iglesia es a través la formación de sacerdotes. Además, resaltó que en América se encuentra más de la mitad de católicos del mundo. En su visita se sintieron alegres e impresionados con el apoyo de la Iglesia a la labor social y reafirmaron que su compromiso es seguir apoyando con plena confianza en el Señor.

El boom de la violencia ¿problema de todos?


Por Angélica Obando Solano*

¿Por qué tanta violencia? ¿Qué podemos hacer para contrarrestar estas situaciones? son las preguntas obligadas ante ese sentimiento de indefensión que invade por este cambio social que atenta contra la vida y la dignidad personal.

Por un lado, las campañas de las autoridades invitan a desarmarse con resultados evidenciados en la disminución de homicidios; a la convivencia, como a la desmovilización y al respeto de los derechos, entre otros, de las cuales podemos ser partícipes, dejando de un lado la indiferencia individualista.

No obstante, la familia surge aquí como el núcleo de esta sociedad que requiere fortalecerse desde los detalles más mínimos para crear una nueva cultura de paz, no por la ausencia de guerra, sino recreada en un nuevo aprendizaje de actitudes y lenguaje propicio para la convivencia.

Hoy, es necesario amar la vida que Dios nos ha dado y demostrarlo a través de una nueva manera de vivir, impregnándole el sentido real al que estamos llamados todos y todas. Enseñar a nuestros hijos e hijas para la paz y no para la violencia, demostrar el amor en casa con palabras y caricias, corregir de buena manera sin humillar, desde esas ‘pequeñas cosas’ podremos cambiar un poco la historia hacia futuro.

El psicólogo Jainir Castillo señala que muchas veces madres y/o padres toman a broma o risa enseñarles a sus pequeños palabras soeces o a confrontarse a otros menores que a la final son una enseñanza a la violencia.

Agrega que hechos que se ven simples como la compra de juguetes bélicos invitan a esa cultura de la muerte. E invita a preguntarse: ¿Qué estoy haciendo como padre/madre? ¿Cómo estoy formando a mis hijos?

Es hora de comenzar la cultura de la paz basada en el amor. Los resultados no serán inmediatos, pero una familia blindada de esta manera construye una mejor sociedad.

NUESTRA PORTADA


El amor y la amistad.

Por Pastoral de MultitudesAñadir imagen

En Colombia, se festeja el día de amor y amistad el tercer sábado del mes de septiembre, como resultado de una tradición Norteamericana que cada 14 de febrero conmemora a San Valentín, quien encarnaba el día de los enamorados. San Valentín elevado a la santidad en 1969 fue erigido como patrono de los enamorados.

La costumbre de esta celebración se remonta al siglo XVIII y abarca una serie de leyendas y tradiciones que intentan explicar las razones para dicho festejo: ¿Hasta dónde llega el amor y la amistad? ¿Cuál podría ser la diferencia entre una y otra? Es esta, la pregunta obligada para esta fecha.

Sin embargo, no se trata de establecer una definición acerca del AMOR, un concepto universal que guarda relación con la afinidad de los seres humanos y habitualmente se interpreta de diferentes maneras. Esta palabra suele asociarse con el amor romántico, como en el acto de “encontrar en la felicidad del otro tu propia felicidad”, como lo define Leibniz. Por otra parte, algunos consideran la amistad, como algo cercano al amor fraternal, definiéndolo como un sentimiento que nace de la necesidad de los seres humanos de socializar. Es así como podemos encontrar el toque del amor, en la amistad, al referirnos al amor al prójimo, que nos permite tener empatía y tolerancia con los demás.

Pero si nos remitimos a la Biblia, encontraremos al AMOR como base de las enseñanzas de Jesús y como el nuevo mandamiento contenido en el Nuevo Testamento.

Por eso en Corintios 13, 4-7, encontramos una enseñanza que nos muestra cómo debe ser el amor verdadero:

“Tener amor es saber soportar; es ser bondadoso; es no tener envidia, ni ser presumido, ni orgulloso, ni grosero, ni egoísta; es no enojarse, ni guardar rencor, es no alegrarse de las injusticias, sino de la verdad. Tener amor es sufrirlo todo, creerlo todo, esperarlo todo, soportarlo todo”.

Es amplia la gama del amor y tanta su afinidad con la amistad que llegamos a creer que para que haya amistad, de acuerdo con los conceptos expresados, se requiere amor.

Para las familias del Atlántico es esta una celebración que debe ser aprovechada para expresar ese amor y esa amistad no sólo a nuestro cónyuge, a nuestros hijos, padres y familiares, sino que, además, debe ser una fecha que sirva para afianzar los lazos de amistad entre vecinos y familias del sector donde vivimos. Pidamos al Espíritu Santo que nos llene el corazón del amor de Cristo para poder hacerlo.


En nuestros días

¿Existe la verdadera amistad?

Ser cristianos es ser capaces en medio de los afanes de descubrir en el otro la presencia de Dios.

Por Liliana De La Cruz Martínez*

“Cuando David terminó de hablar con Saúl, Jonatán se encariño de David y empezó a quererlo como así mismo” (1 de Samuel 18,1). Que profunda esta cita bíblica, cuando vemos todo lo que significa: Una amistad sincera, completa y entregada. Que bonito se oye “amar como a sí mismo”, pero qué tan difícil hacerlo en un entorno muchas veces turbulento en el que el hombre puede incluso llegar a sentirse solo o incomprendido; un mundo en el que a veces la misma tecnología hace que nos acerquemos virtualmente, pero que nos alejemos de forma presencial. Sin embargo, se acerca una época propicia para reflexionarlo: el mes de amor y amistad.

Este tiempo no debería ser mirado sólo como el de los enamorados, el de los amigos y el de compartir un detalle o un momento agradable con todas esas personas que hacen parte de nuestras vidas. Las incógnitas que den vueltas en nuestra mente no deberían ser sólo aquellas como: ¿Cuál será el mejor regalo para esa persona que queremos? o ¿Dónde encontrar el mejor detalle?, sino las tendientes a autoevaluarnos como amigos. A revisar si estamos realmente viendo en el otro la presencia de Dios, y como tal, lo estamos amando como a nosotros mismos. De repente este texto del libro de Job nos ayude con nuestra reflexión: “Tres amigos de Job: Elifa, Bildad y Zofar, luego que oyeron todo este mal que le había sobrevenido, vinieron cada uno de su lugar para condolerse de él y para consolarle. Así se sentaron con él en tierra por siete días y siete noches, y ninguno le hablaba palabra, porque veían que su dolor era muy grande” (Job 2, 11 - 13).

De esta reflexión, nos quedan algunas preguntas que podrán llevarnos a revisar si podemos llamarnos ‘amigos’: ¿Vivimos el dolor del amigo como nuestro? ¿Demostramos con actos nuestro cariño y apoyo, incluso en la distancia? ¿Sabemos escuchar o sólo opinamos y reprochamos? ¿Ante un error del otro, le tapamos el error o le hacemos entrar en razón? ¿Rogamos a Dios por nuestra pareja y nuestros amigos? Ojalá que, aún si no hemos respondido satisfactoriamente estas inquietudes, nos preocupemos por hacer lo mejor por nosotros y por ellos, porque como bien se cita en Proverbios 18,24: “Hay amigos que causan la ruina, y hay quien ama con más apego que un hermano”.

Lo más importante y que no debemos olvidar es que en nuestro diario caminar tenemos al mejor de los amigos, al incondicional y verdadero… a Jesús. La amistad debe estar fundada en la palabra de Dios y en la convicción de que es posible labrar un cariño sincero en el mismísimo amor a Cristo. Esta es la primera relación que debemos cultivar para, con base en ella, podamos construir relaciones con los demás; pues no hay lazo más grande que el amor, ni mejor regalo que la amistad.

“Vivimos en un mundo en el que a veces la misma tecnología hace que nos acerquemos virtualmente, pero que nos alejemos de forma presencial”.

*Coordinadora Caracol Social. lilianamargarita@gmail.com

En la Biblia encontramos la mejor inspiración para el amor y la amistad

  • “Ante todo, ámense intensamente unos a otros, pues el amor perdona los pecados”. 1 Pedro 4, 8
  • “Nadie tiene amor más grande que quien da la vida por sus amigos”. Juan 15,13
  • “El amor entre ustedes no sea hipócrita; aborrezcan lo malo y pónganse de parte de lo bueno”. Romanos 12, 9
  • “El hierro con el hierro se afila, el hombre en el trato con su prójimo”. Proverbios 27, 17
  • “El amor es paciente y bondadoso; no tiene envidia ni orgullo ni arrogancia. No es grosero ni egoísta, no se irrita ni es rencoroso; no se alegra de la injusticia, sino que encuentra su alegría en la verdad” 1 Corintios 13, 4-6

· “... Dios es amor; y el que permanece en el amor permanece en Dios, y Dios en él”. Juan 4, 16


Monseñor Luis Antonio Nova Rocha

Administrador apostólico de la Arquidiócesis de Barranquilla durante la sede vacante

Por Carlos Julio Macías Ramos, Pbro*

Muchos fieles de nuestra Arquidiócesis de Barranquilla se preguntan acerca del significado del nuevo cargo que el Papa Benedicto XVI le ha encomendado a Monseñor Luis Antonio Nova, como Administrador Apostólico de la Arquidiócesis de Barranquilla.

Para responder a ello hay que recordar que Monseñor Rubén Salazar fue trasladado como Arzobispo de la Arquidiócesis de Bogotá, y mientras el Santo Padre Benedicto XVI nombra un nuevo Arzobispo para Barranquilla, nuestra Iglesia atlanticense entra en una situación llamada ‘sede vacante’, es decir, no tiene Arzobispo; esta situación puede durar mucho o poco tiempo, dependiendo todo del Santo Padre, el Papa Benedicto XVI.

Pero como las instituciones no se pueden quedar, ni por un momento, sin quien las gobierne, el Derecho Canónico exige que se nombre a alguien para que, mientras llega el nuevo Arzobispo ‘administre’ la Arquidiócesis. Ahora bien, el encargado de elegir al ‘administrador’ es el Colegio de Consultores que es un grupo de seis sacerdotes, como mínimo, que debe existir en toda Diócesis, elegidos libremente por el Obispo para que lo asesoren en algunas decisiones importantes.

No obstante eso, en algunos casos especiales, no es el Colegio de Consultores el que elige al Administrador diocesano sino que el Santo Padre, el Papa, con la especial asistencia del Espíritu Santo, se reserva el derecho de ser él, personalmente, quien elija a la persona que administrará una Diócesis o Arquidiócesis; y es precisamente eso lo que ha sucedido en Barranquilla: el Papa Benedicto XVI ha elegido como Administrador de la Arquidiócesis a Monseñor Luis Antonio Nova, quien por haber sido designado por el Papa y no por el Colegio de Consultores de la Arquidiócesis, será Administrador Apostólico y no administrador diocesano.

Barranquilla ha sido un caso especial, seguramente porque en los últimos diez años ésta Arquidiócesis, gracias al impulso y visión eclesial de Monseñor Rubén Salazar Gómez y a su trabajo con los Obispos auxiliares, con los sacerdotes y los fieles en general, se ha trasformado en una Iglesia moderna, con estructuras pastorales que permiten la participación efectiva de todos los fieles en la construcción de una sociedad más justa donde todos trabajan por vivir y predicar los valores del Evangelio.

Al reservarse el derecho de elegir personalmente a Monseñor Nova como Administrador Apostólico, el Papa ha mostrado la confianza que tiene en su capacidad para ser maestro de doctrina, en su sabiduría para dirigir los destinos de la Arquidiócesis, en su ternura de pastor de las ovejas, en la capacidad de amar y de servir con su corazón sacerdotal.

Y digo esto porque el canon 427,1 del Código de Derecho Canónico afirma que el Administrador Apostólico tiene toda la potestad ordinaria del Obispo diocesano, salvo lo que le esté prohibido por el Derecho o por la naturaleza de la cosa; este es el principio fundamental: es decir, la potestad del Administrador Apostólico es ordinaria, propia (no vicaria) e inmediata (can. 381,1), legislativa, ejecutiva y judicial (can. 391), que puede ejercer conforme a los cánones 381-400.

Otro principio también importante pero subordinado al principio anterior, este se encuentra en el canon 428,1, que establece: “Vacante la sede nada debe innovarse”. Esta norma debe interpretarse la luz de las prescripciones que la concretan en el parágrafo 2, es decir, que se le prohíbe al Administrador Apostólico toda innovación que pueda resultar en perjuicio de la Arquidiócesis o que pueda comprometer los derechos de la misma o que pueda comprometer los derechos del futuro Arzobispo.

Pero más importante que esa prohibición la norma contiene un criterio práctico para gobernar: es una invitación general a la no intervención o a la abstención; una invitación que será ponderada en cada caso por el propio Administrador Apostólico y que modulará pero no eliminará su discrecionalidad en el gobierno de la Arquidiócesis. Por lo tanto, El Administrador Apostólico procurará, que todas las cosas, tanto las pastorales, las de gobierno, las canónicas, etc., sigan funcionando y se sigan resolviendo del mismo modo que se hacía cuando estaba el Arzobispo anterior, es decir, gobernar no con un estilo excesivamente personal sino procurando un trabajo de continuidad; pues los cambios grandes los deberá hacer el próximo Arzobispo.

No es muy frecuente, en la vida de un Obispo auxiliar, que el Santo Padre lo nombre Administrador Apostólico, por ello puede suceder que se plantee excesivas dificultades sobre lo que puede y sobre lo que no puede hacer como Administrador: en este caso se debe saber, como ya he dicho, que a él corresponde gobernar la Arquidiócesis con toda la potestad del Obispo Diocesano, que puede hacer en principio todo lo que no esté expresamente prohibido, pero que el buen criterio de gobierno lleva a tener presente estos dos elementos: continuidad con el modo de gobernar del Obispo anterior, teniendo en cuenta la situación de interinidad de su función; y no tomar decisiones trascendentes, que se dejarán mejor al futuro Arzobispo, salvo caso de verdadera urgencia.

En estos últimos ocho años que ha compartido Monseñor Nova con nosotros en la Arquidiócesis, hemos sido testigos de su sólida Fe, del gran conocimiento que tiene de la Palabra de Dios y de su disciplina en la oración, Monseñor Nova es así. Ha vivido con discreción y sencillez en medio de dos grandes personajes de nuestra Iglesia: la personalidad de gran perfil de Monseñor Rubén Salazar Gómez y la extraordinaria popularidad de Monseñor Víctor Tamayo Betancourt. Le llegó la hora a todos los fieles que peregrinan en el departamento del Atlántico de dar gracias a Dios y al Santo Padre por este nuestro Administrador Apostólico, hoy designado por el Santo Padre como signo de unidad, de comunión; los sacerdotes ya lo hacemos todos los días en la Plegaria Eucarística cuando decimos, como lo debemos decir: “por nuestro Obispo Luis Antonio”. Ahora es tiempo de todos.

*Dr. en Derecho Canónico. Presidente del Tribunal Eclesiástico Interdiocesano de Barranquilla, carlosjulio64@hotmail.com