PARROQUIA DE LA INMACULADA CONCEPCIÓN DE MARIA: EN EL CORAZÓN DEL VIEJO PRADO
Por: Julio Giraldo
Periodista
En pleno corazón del Prado, barrio tradicional de Barranquilla, se encuentra el blanco y reluciente templo dedicado a la devoción de la Virgen María bajo la advocación de María Inmaculada.
La historia de este tradicional templo se remonta al año 1924, cuando tres jóvenes de distinguidas familias seleccionan un lugar sobre el Parque Santander con el fin de construir una capilla en honor a María Inmaculada. Los tres jóvenes eran: Enrique, Manuel y Luis De la Rosa, en representación de su difunto padre, y Karl Parrish, en representación de don Roberto Parrish. El sitio escogido, más adelante fue permutado por el de la ubicación que hoy tiene el templo, debido a que en un lugar muy cercano se había promovido la construcción de otro: el de Nuestra Señora del Carmen. El 8 de diciembre del mismo año, el Padre Revollo bendijo la primera piedra en el lote indicado donde se construiría el templo.
El proyecto comienza en firme la tarde del 12 de enero de 1945, cuando aprovechando la presencia en Barranquilla del presidente de la época, doctor Alfonso López Pumarejo y su señora esposa, el Obispo Julio Caicedo, el padre Pedro María Revollo, el Gobernador Alberto Pumarejo y señora, y los feligreses de la futura parroquia de la Inmaculada, le dan comienzo a la obra con una palada simbólica de tierra, de manos de la señora del Presidente López. Ya con bendición eclesial, con presidente, gobernador y feligresía a bordo, la obra arrancó con pie derecho, y se da comienzo a los trabajos de construcción sobre el llamado Parque León. Tal iniciativa se lleva a cabo por la familia De La Rosa y los compañeros de la Junta Pro-Inmaculada, formada por los doctores Marco Tulio Mendoza Amarís, Alberto Pumarejo, Manuel J. De La Rosa y Enrique A. De La Rosa, quien trabaja como tesorero de la construcción. Se destaca en este proyecto el hecho de ser iniciativa y trabajo de seglares. La presencia del clero se viene a cumplir cuando se precisa la celebración de la misa dentro de los muros de construcción en marcha. Haciendo justicia con los iniciadores, benefactores y constructores del templo, hay que destacar también la cooperación de don Karl C. Parrish y su esposa, de religión metodista.
La obra marchó muy bien y el 1º de mayo de 1951, es la erección canónica en parroquia, según decreto del Obispo Jesús Antonio Castro Becerra, expedido en el día mencionado, en ceremonia que fue, por cierto, muy solemne, puesto que al mismo tiempo se daba nombramiento al primero de los curas párrocos, el presbítero Ciro Alfredo Ávila. Comienza entonces la vida parroquial y el padre Ávila inicia diferentes campañas para poder dotar la parroquia de todo lo necesario para el culto y el embellecimiento del nuevo templo. Buenos capítulos se merecen estas campañas; las donaciones de los vitrales que adornan las dos naves laterales, cada uno a la memoria de determinada familia; la dotación de las imágenes y de la custodia, así como de cálices y de copones. Pero por su alto costo, la tecnología que se estrenaba en Barranquilla y por la expectativa que en su momento despertaba, la campaña más interesante que promovió el Padre Ciro Alfredo fue la que culminó el 8 de diciembre de 1953, al estrenarse el carrillón electrónico, montado por la casa holandesa Petit-Frizen, cuyos técnicos estuvieron en la iglesia un mes antes de su inauguración. Fue muy solemne la bendición de las doce campanas, puestas en la acera de la entrada del templo, sobre el pavimento, y que una vez bendecidas fueron instaladas en sus puestos, junto con el reloj, en la misma torre: todo en un mismo sistema de campanario, para entonar a sus horas y medias horas las diversas melodías dentro de las cuales se destacaba el avemaría que anunciaba el inicio del día y la culminación del mismo.
Varios son los sacerdotes que han pasado por ésta parroquia, cada uno dejando su mensaje de amor a Dios y, por supuesto, muchas obras materiales. Después del padre Ciro Avila, vino el padre José María Goenaga, quien es reemplazado por el padre Carlos Julio Becerra; luego su hermano Jorge Becerra, a quien más adelante sucederá monseñor Luís Eduardo Gómez. En la actualidad se encuentra al frente de la parroquia monseñor Reinaldo Iriarte Ríos.
LA PARROQUIA HOY
Nos dice monseñor Iriarte que hace dos años se posesionó como párroco de esta iglesia que considera tiene una comunidad viva, activa y dinámica, pues sus feligreses participan generosamente en toda la vida eclesial de la parroquia. Es una comunidad que tiene sentido de pertenencia hacía su Iglesia, pues cualquier actividad y proyecto que el sacerdote presente, se acoge y apoya incondicionalmente.
La Misión Arquidiocesana marcha en forma extraordinaria ya que en cada sector existen grupos muy estructurados; algunos funcionan mejor que otros, pero en términos generales todos van caminando.
En cuanto a grupos de apostolado, los feligreses son en su mayoría personas adultas mayores (sin desconocer que también hay jóvenes), esta situación conjugada con otras razones, hace que no haya una proliferación de grupos, pero sí se cuenta con unos pocos de mucha prestancia y altura como la Acción Católica, un grupo de oración, la Legión de María, la Cofradía del Santísimo Sacramento, las Madres Católicas y los Caballeros de la Inmaculada.
Una característica especial de esta parroquia es el ministerio del padre Carlos Julio Becerra, quien fue párroco por más de 30 años, es decir, conoce todas las generaciones de la parroquia; muchos feligreses fueron bautizados por él, recibieron la primera comunión de sus manos, presidió sus matrimonios y crecieron espiritualmente a su lado. Por eso, en la actualidad, a pesar de su edad, continúa vinculado a la Inmaculada confesando, aconsejando y celebrando algunas eucaristías.
Por: Julio Giraldo
Periodista
En pleno corazón del Prado, barrio tradicional de Barranquilla, se encuentra el blanco y reluciente templo dedicado a la devoción de la Virgen María bajo la advocación de María Inmaculada.
La historia de este tradicional templo se remonta al año 1924, cuando tres jóvenes de distinguidas familias seleccionan un lugar sobre el Parque Santander con el fin de construir una capilla en honor a María Inmaculada. Los tres jóvenes eran: Enrique, Manuel y Luis De la Rosa, en representación de su difunto padre, y Karl Parrish, en representación de don Roberto Parrish. El sitio escogido, más adelante fue permutado por el de la ubicación que hoy tiene el templo, debido a que en un lugar muy cercano se había promovido la construcción de otro: el de Nuestra Señora del Carmen. El 8 de diciembre del mismo año, el Padre Revollo bendijo la primera piedra en el lote indicado donde se construiría el templo.
El proyecto comienza en firme la tarde del 12 de enero de 1945, cuando aprovechando la presencia en Barranquilla del presidente de la época, doctor Alfonso López Pumarejo y su señora esposa, el Obispo Julio Caicedo, el padre Pedro María Revollo, el Gobernador Alberto Pumarejo y señora, y los feligreses de la futura parroquia de la Inmaculada, le dan comienzo a la obra con una palada simbólica de tierra, de manos de la señora del Presidente López. Ya con bendición eclesial, con presidente, gobernador y feligresía a bordo, la obra arrancó con pie derecho, y se da comienzo a los trabajos de construcción sobre el llamado Parque León. Tal iniciativa se lleva a cabo por la familia De La Rosa y los compañeros de la Junta Pro-Inmaculada, formada por los doctores Marco Tulio Mendoza Amarís, Alberto Pumarejo, Manuel J. De La Rosa y Enrique A. De La Rosa, quien trabaja como tesorero de la construcción. Se destaca en este proyecto el hecho de ser iniciativa y trabajo de seglares. La presencia del clero se viene a cumplir cuando se precisa la celebración de la misa dentro de los muros de construcción en marcha. Haciendo justicia con los iniciadores, benefactores y constructores del templo, hay que destacar también la cooperación de don Karl C. Parrish y su esposa, de religión metodista.
La obra marchó muy bien y el 1º de mayo de 1951, es la erección canónica en parroquia, según decreto del Obispo Jesús Antonio Castro Becerra, expedido en el día mencionado, en ceremonia que fue, por cierto, muy solemne, puesto que al mismo tiempo se daba nombramiento al primero de los curas párrocos, el presbítero Ciro Alfredo Ávila. Comienza entonces la vida parroquial y el padre Ávila inicia diferentes campañas para poder dotar la parroquia de todo lo necesario para el culto y el embellecimiento del nuevo templo. Buenos capítulos se merecen estas campañas; las donaciones de los vitrales que adornan las dos naves laterales, cada uno a la memoria de determinada familia; la dotación de las imágenes y de la custodia, así como de cálices y de copones. Pero por su alto costo, la tecnología que se estrenaba en Barranquilla y por la expectativa que en su momento despertaba, la campaña más interesante que promovió el Padre Ciro Alfredo fue la que culminó el 8 de diciembre de 1953, al estrenarse el carrillón electrónico, montado por la casa holandesa Petit-Frizen, cuyos técnicos estuvieron en la iglesia un mes antes de su inauguración. Fue muy solemne la bendición de las doce campanas, puestas en la acera de la entrada del templo, sobre el pavimento, y que una vez bendecidas fueron instaladas en sus puestos, junto con el reloj, en la misma torre: todo en un mismo sistema de campanario, para entonar a sus horas y medias horas las diversas melodías dentro de las cuales se destacaba el avemaría que anunciaba el inicio del día y la culminación del mismo.
Varios son los sacerdotes que han pasado por ésta parroquia, cada uno dejando su mensaje de amor a Dios y, por supuesto, muchas obras materiales. Después del padre Ciro Avila, vino el padre José María Goenaga, quien es reemplazado por el padre Carlos Julio Becerra; luego su hermano Jorge Becerra, a quien más adelante sucederá monseñor Luís Eduardo Gómez. En la actualidad se encuentra al frente de la parroquia monseñor Reinaldo Iriarte Ríos.
LA PARROQUIA HOY
Nos dice monseñor Iriarte que hace dos años se posesionó como párroco de esta iglesia que considera tiene una comunidad viva, activa y dinámica, pues sus feligreses participan generosamente en toda la vida eclesial de la parroquia. Es una comunidad que tiene sentido de pertenencia hacía su Iglesia, pues cualquier actividad y proyecto que el sacerdote presente, se acoge y apoya incondicionalmente.
La Misión Arquidiocesana marcha en forma extraordinaria ya que en cada sector existen grupos muy estructurados; algunos funcionan mejor que otros, pero en términos generales todos van caminando.
En cuanto a grupos de apostolado, los feligreses son en su mayoría personas adultas mayores (sin desconocer que también hay jóvenes), esta situación conjugada con otras razones, hace que no haya una proliferación de grupos, pero sí se cuenta con unos pocos de mucha prestancia y altura como la Acción Católica, un grupo de oración, la Legión de María, la Cofradía del Santísimo Sacramento, las Madres Católicas y los Caballeros de la Inmaculada.
Una característica especial de esta parroquia es el ministerio del padre Carlos Julio Becerra, quien fue párroco por más de 30 años, es decir, conoce todas las generaciones de la parroquia; muchos feligreses fueron bautizados por él, recibieron la primera comunión de sus manos, presidió sus matrimonios y crecieron espiritualmente a su lado. Por eso, en la actualidad, a pesar de su edad, continúa vinculado a la Inmaculada confesando, aconsejando y celebrando algunas eucaristías.
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