Estudiar la historia de la Iglesia Católica es ahondar en la historia del arte cristiano, pues el cristianismo es una religión artística. El arte sacro no es más que un medio que el hombre ha tenido para manifestar y hacer visible su fe y sus sentimientos hacia lo absoluto que es Dios.
El arte cristiano ha sido la expresión por la cual los poetas han sabido plasmar los momentos más importantes de la Iglesia tanto en su esplendor como en sus momentos menos favorables. Es así como al entrar a las grandes catedrales europeas, el visitante queda impactado con el rayo de luz que atraviesa los vitrales hasta llegar a contemplar en ellos los resplandores de la nueva Jerusalén, la hermosura de lo eterno y celestial. Es un derroche de imágenes bíblicas trazadas por la sensibilidad del artista, logrando catequizar con sólo contemplarlas hasta el punto de tener la fuerza de transportar al espectador al infinito y a la conversión.
Precisamente el arte sacro buscaba separar lo profano de lo divino para tallar en el espíritu humano lo trascendental e intangible a través de lo tangible como la pintura, la música, el teatro, la poesía... En el fondo, lo que se buscaba era justificar la fe por medio de la razón. No se margina el misterio, pero se pretende hacerlo razonable.
Si nos vamos al renacimiento, lo que pretendían los grandes pintores y maestros del arte era la creación de la belleza formal y su coherencia con el simbolismo del círculo y la esfera, como un homenaje al Señor de toda belleza creada. Y si nos remontamos a la historia de las imágenes sagradas, se puede decir que fue en las paredes de las catacumbas donde nació el primer arte cristiano; era un arte sencillo e ingenuo, que venía a ser una plegaria figurada más que catequesis o exposición doctrinal.
Y si seguimos resaltando todos los períodos de la historia de la Iglesia, nos encontramos que están cundidos de arte, medio al que recurrieron nuestros antepasados para transmitir la fe de una comunidad que vivía y sentía a un Dios vivo y resucitado en Cristo Jesús.
Este recorrido fugaz por el arte en la Iglesia nos muestra la necesidad de una pastoral que haga despertar en todos, pero especialmente en nuestros artistas, la urgencia de promover una cultura que hable y le cante al Dios Encarnado Jesucristo, que asume la materia y la eleva a la dignidad de Dios, es decir, a la "belleza" que salva.
La Arquidiócesis de Barranquilla se une al arte para cantarle a la comunidad atlanticense y acercar a sus oídos los sonidos del cielo desde la tierra. Definitivamente, la Iglesia necesita de los artistas y los artistas de la Iglesia. 'Exultet 2008', importante paso en este compromiso.
El arte cristiano ha sido la expresión por la cual los poetas han sabido plasmar los momentos más importantes de la Iglesia tanto en su esplendor como en sus momentos menos favorables. Es así como al entrar a las grandes catedrales europeas, el visitante queda impactado con el rayo de luz que atraviesa los vitrales hasta llegar a contemplar en ellos los resplandores de la nueva Jerusalén, la hermosura de lo eterno y celestial. Es un derroche de imágenes bíblicas trazadas por la sensibilidad del artista, logrando catequizar con sólo contemplarlas hasta el punto de tener la fuerza de transportar al espectador al infinito y a la conversión.
Precisamente el arte sacro buscaba separar lo profano de lo divino para tallar en el espíritu humano lo trascendental e intangible a través de lo tangible como la pintura, la música, el teatro, la poesía... En el fondo, lo que se buscaba era justificar la fe por medio de la razón. No se margina el misterio, pero se pretende hacerlo razonable.
Si nos vamos al renacimiento, lo que pretendían los grandes pintores y maestros del arte era la creación de la belleza formal y su coherencia con el simbolismo del círculo y la esfera, como un homenaje al Señor de toda belleza creada. Y si nos remontamos a la historia de las imágenes sagradas, se puede decir que fue en las paredes de las catacumbas donde nació el primer arte cristiano; era un arte sencillo e ingenuo, que venía a ser una plegaria figurada más que catequesis o exposición doctrinal.
Y si seguimos resaltando todos los períodos de la historia de la Iglesia, nos encontramos que están cundidos de arte, medio al que recurrieron nuestros antepasados para transmitir la fe de una comunidad que vivía y sentía a un Dios vivo y resucitado en Cristo Jesús.
Este recorrido fugaz por el arte en la Iglesia nos muestra la necesidad de una pastoral que haga despertar en todos, pero especialmente en nuestros artistas, la urgencia de promover una cultura que hable y le cante al Dios Encarnado Jesucristo, que asume la materia y la eleva a la dignidad de Dios, es decir, a la "belleza" que salva.
La Arquidiócesis de Barranquilla se une al arte para cantarle a la comunidad atlanticense y acercar a sus oídos los sonidos del cielo desde la tierra. Definitivamente, la Iglesia necesita de los artistas y los artistas de la Iglesia. 'Exultet 2008', importante paso en este compromiso.
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