EDITORIAL

LA CATEDRATÓN: INSPIRADA POR DIOS
PARA EL BIEN DEL ATLÁNTICO

La Catedratón se ha convertido en el evento de solidaridad más grande de todo el Atlántico. La generosidad de todas las personas que han participado en ella, a lo largo de estos 5 años, es la muestra de que estamos interesados en la construcción de un mundo mejor a través de los templos levantados en las zonas más pobres de Barranquilla y el Atlántico.

Sin lugar a dudas, es satisfactorio y reconfortante saber que no estamos solos en esta misión; que no importa si tenemos mucho o poco, que lo realmente importante es que el dinero, el esfuerzo, el talento y el servicio que aportemos sea de corazón, con humildad y con el interés claro de sembrar paz en nuestro departamento.

La participación es de todos. Muestra de ello -y muy interesante por cierto- es la vinculación de personas, familias, empresas e instituciones que, sensibilizadas por la Catedratón, han prometido la construcción de nuevos templos parroquiales. Además de ser una gran bendición para el desarrollo social, es una razón más que nos da seguridad para seguir trabajando, para seguir dando todo lo que tenemos, con el corazón, con todas nuestras ganas, para demostrarle a Dios que lo adoramos y que estamos dispuestos a que su voluntad se haga en nosotros.

Para Dios lo mejor, y la Catedratón es inspirada en la obra de Dios, su misericordia y amor por los seres humanos. Es por esto que las personas debemos demostrar la bondad que nos anuncia el Evangelio con hechos concretos de paz y solidaridad; sobre todo con aquellos que más lo necesitan.

Sembremos paz, sembremos amor, sembremos esperanza y sembremos el entusiasmo en muchos corazones para que conozcan la Catedratón y crean en la construcción de una sociedad más fraterna a partir de las parroquias que se levantan. Que todos conozcan que no es un evento que se da el 24 de agosto, sino que es un proceso continuo de nuestra Arquidiócesis que se vive todos los años, meses y días para recibir ese aporte generoso que Dios ha inspirado en nuestros corazones.