Todos hemos sido llamados al seguimiento de Jesús. Desde el bautismo la Iglesia nos hace la primera invitación a introducirnos en esta gran familia de los creyentes de Cristo Jesús, muerto y resucitado a la vida; es una invitación a vivir la experiencia de lo que significa ser discípulo y misionero de este Maestro del amor de Dios, para poner nuestros pasos en sus huellas y formar parte de su comunidad.
La Arquidiócesis de Barranquilla, esta porción del Pueblo de Dios que camina en el Atlántico, celebra con gozo el día del Buen Pastor, fiesta que nos induce a ser agradecidos con Nuestro Señor Jesucristo y, a la vez, nos impulsa a celebrar con el máximo entusiasmo la ‘Semana Vocacional’ que inicia este fin de semana y se extiende hasta el próximo 20 de abril.
Todo cristiano católico tiene el deber de apoyar y fomentar la pastoral vocacional, de tal manera que se logre en estos días una gran sensibilización en el Atlántico que se despierte la necesidad de seguir orando al Dueño de la mies para que nos mande más obreros que apacienten sus ovejas. Sigue siendo esta plegaria tan actual como ayer, si consideramos que el mundo continúa necesitando pastores que estén dispuestos a dar y gastar la vida por el Reino de Dios.
Ante un mundo que pareciera vivir de espaldas al mensaje del Evangelio de Jesucristo, se necesitan jóvenes capaces de entregar su vigor, su dinamismo y su inteligencia al servicio de los más pobres, de aquellos que aún desconocen al Dios del amor. “Pero, ¿cómo van a invocarlo, si no han creído en él?, ¿cómo van a creer en él, si no han oído hablar de él?, ¿cómo van a oír, si no hay quién les anuncie el mensaje? Y, ¿cómo van anunciar el mensaje, si no hay quién los envíe?¨ (Rom. 10,14-15)
La escasez de sacerdotes no debe ser, entonces, una preocupación sólo de obispos, sino de todos. De lo contrario, sería imposible una evangelización eficaz al Pueblo de Dios, porque no tendríamos los agentes de evangelización necesarios para tan ardua labor pastoral que siempre se hará más urgente frente a una población en el Atlántico que, de acuerdo a las estadísticas, se acerca a los 3 millones de habitantes. Con base en estas cifras, nuestra Arquidiócesis debiera contar con unos 350 sacerdotes para poder sopesar la exigencia pastoral del territorio atlanticense. Sólo tenemos 130 presbíteros.
Con toda esta realidad que vivimos tenemos la esperanza de que el Señor no desatienda las plegarias constantes que elevamos en el culto eucarístico que las parroquias celebran con tanto fervor, especialmente los jueves, ante la grandeza real de Cristo en la santa hostia consagrada. “Y esta esperanza no nos defrauda, porque Dios ha llenado con su amor nuestro corazón por medio del Espíritu Santo que nos ha dado” (Rom. 5, 5)
Esperamos de todos ustedes, queridos lectores, el ofrecimiento de su trabajo, sacrificios, angustias y penas, pero, ante todo, su oración, para que el Señor con celeridad los sacerdotes que Dios quiere y la Iglesia necesita.
La Arquidiócesis de Barranquilla, esta porción del Pueblo de Dios que camina en el Atlántico, celebra con gozo el día del Buen Pastor, fiesta que nos induce a ser agradecidos con Nuestro Señor Jesucristo y, a la vez, nos impulsa a celebrar con el máximo entusiasmo la ‘Semana Vocacional’ que inicia este fin de semana y se extiende hasta el próximo 20 de abril.
Todo cristiano católico tiene el deber de apoyar y fomentar la pastoral vocacional, de tal manera que se logre en estos días una gran sensibilización en el Atlántico que se despierte la necesidad de seguir orando al Dueño de la mies para que nos mande más obreros que apacienten sus ovejas. Sigue siendo esta plegaria tan actual como ayer, si consideramos que el mundo continúa necesitando pastores que estén dispuestos a dar y gastar la vida por el Reino de Dios.
Ante un mundo que pareciera vivir de espaldas al mensaje del Evangelio de Jesucristo, se necesitan jóvenes capaces de entregar su vigor, su dinamismo y su inteligencia al servicio de los más pobres, de aquellos que aún desconocen al Dios del amor. “Pero, ¿cómo van a invocarlo, si no han creído en él?, ¿cómo van a creer en él, si no han oído hablar de él?, ¿cómo van a oír, si no hay quién les anuncie el mensaje? Y, ¿cómo van anunciar el mensaje, si no hay quién los envíe?¨ (Rom. 10,14-15)
La escasez de sacerdotes no debe ser, entonces, una preocupación sólo de obispos, sino de todos. De lo contrario, sería imposible una evangelización eficaz al Pueblo de Dios, porque no tendríamos los agentes de evangelización necesarios para tan ardua labor pastoral que siempre se hará más urgente frente a una población en el Atlántico que, de acuerdo a las estadísticas, se acerca a los 3 millones de habitantes. Con base en estas cifras, nuestra Arquidiócesis debiera contar con unos 350 sacerdotes para poder sopesar la exigencia pastoral del territorio atlanticense. Sólo tenemos 130 presbíteros.
Con toda esta realidad que vivimos tenemos la esperanza de que el Señor no desatienda las plegarias constantes que elevamos en el culto eucarístico que las parroquias celebran con tanto fervor, especialmente los jueves, ante la grandeza real de Cristo en la santa hostia consagrada. “Y esta esperanza no nos defrauda, porque Dios ha llenado con su amor nuestro corazón por medio del Espíritu Santo que nos ha dado” (Rom. 5, 5)
Esperamos de todos ustedes, queridos lectores, el ofrecimiento de su trabajo, sacrificios, angustias y penas, pero, ante todo, su oración, para que el Señor con celeridad los sacerdotes que Dios quiere y la Iglesia necesita.
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