Por RODRIGO DAZA
Arquitecto Asesor de la Arquidiócesis de Barranquilla
rodrigod@metrotel.net.co
Continuando con el tema que en la edición pasada de Kairós iniciamos, abordaremos ahora la influencia de la arquitectura moderna en el diseño y la construcción de los nuevos templos. Esto no es algo que sólo interese a los que somos arquitectos o estamos vinculados de algún modo al diseño y a la construcción de espacios celebrativos. Todo lo contrario, la estética del templo es un elemento fundamental para la transmisión de la fe, conocer sobre el tema nos puede ayudar a descubrir el valor de estos espacios concebidos especialmente para la liturgia.
DE LO ANTIGUO A LO NUEVO
Los grandes maestros de la arquitectura actual ya no tienen necesidad de usar arquitrabes, ni bóvedas de crucero ni una gran cantidad de columnas para lograr grandes luces. De hacerlo, sería un gran anacronismo. Columnas, vitrales, archivoltas, cúpulas, bóvedas, etc., son utilizados ya no con forzosa necesidad, sino como referencias simbólicas. Así lo han plasmado en sus obras algunos grandes maestros de la arquitectura como Le Corbusier, Alvar Aalto, Mario Botta, Oscar Niemeyer y Kenzo Tange, por mencionar algunos de los que han diseñado Templos católicos.
En nuestro medio son varios los ejemplos de diseños modernos: nuestra Catedral Metropolitana María Reina, el templo de Nuestra Señora de las Gracias de Torcoroma y la Caridad del Cobre, para mencionar sólo tres.
¿CÓMO DEBE SER UN TEMPLO?
Desde la construcción de la primera iglesia, la arquitectura ha utilizado patrones que pretenden evocar realidades trascendentes: construir templos con doce columnas simbolizando los apóstoles, o con siete ventanas simbolizando los sacramentos, o con tres puertas simbolizando la trinidad, o construir iglesias mirando hacia oriente. Lo que se impone ahora es la sencillez. Para entender mejor cómo debe ser un templo, hemos tomado del libro Liturgia al Alcance de Todos, del Padre Marco Antonio Montero, Director del Departamento de Liturgia de la Conferencia Episcopal Colombiana, algunos apartes al respecto:
"La iglesia es un espacio temporal que posibilita al hombre desde un aquí y un ahora encontrarse con Dios, dialogar. La iglesia no es propiamente el lugar de la presencia de Dios (Jn 4.23), sino el lugar que acoge y reúne a la asamblea en la que precisamente se hace presente Dios. Los templos deben tener entre otras características:
- Comunicación: no es el lugar que aísla, encierra, aparta, esclaviza y oculta. Es el lugar donde vamos a encontrarle sentido, rumbo y capacidad a la vida, para poder entender todos los caminos del mundo. Allí no vamos a huir del mundo y de la vida, a evadir responsabilidades, a refugiarnos ante las dificultades del momento.
- Apertura: Han de ser lugares de descanso, sosiego, acogida y protección para los creyentes; pero, a la vez, han de manifestar una preocupación por el mundo y sus complejas realidades. El hombre, en definitiva, ora para dar respuesta a la situación propia que vive. Por eso los edificios construidos y dedicados por la iglesia han de ser lugares que favorezcan e inviten al dialogo con Dios.
- Liberación: Han de gozar de luz (claridad), simplicidad y austeridad. La sobriedad y el ambiente recogido se imponen".
EL DISEÑO DE NUESTROS NUEVOS TEMPLOS
"Ya no se pueden construir templos para demostrar la riqueza, el gusto y el poder de unos pocos, desafiando la miseria y la pobreza de la mayoría", cita en una de las páginas de su libro el Padre Marco Montero. Cuánta razón tiene este presbítero. Ejemplo de ello son los templos entregados a la comunidad por el señor Arzobispo de Barranquilla, el pasado 13 de agosto, en cuatro de los barrios más pobres de la ciudad. Y es que para la construcción de estos templos se han escogido diseños funcionales y prácticos, más que diseños sofisticados que encarecerían la obra y le ocasionarían a la comunidad dificultades para conseguir sus acabados y, a futuro, su mantenimiento. También los recursos económicos son muy limitados, si se tiene en cuenta que impera la necesidad de construir más templos.
Además, se tiene en cuenta que la estructura arquitectónica y artística del templo debe ser la manifestación material del aspecto comunitario, el espacio físico que se construye para los templos vivos de Dios.
En el caso particular de la Arquidiócesis de Barranquilla, cuando ha sido aprobado el diseño arquitectónico por el señor Arzobispo, se procede a realizar un estudio de suelos y un calculo estructural, los cuales son realizados por profesionales en sus respectivos campos; luego, se realiza un presupuesto.
Una vez listos los cálculos, se inicia la construcción del templo con los recursos económicos administrados por la Arquidiócesis. Entre la gente del barrio, con ayuda del párroco y los miembros del ECAP, se escogen personas, generalmente fieles comprometidos, con conocimientos en el oficio de la construcción y se conforma un equipo de trabajo que lleva a cabo la ejecución de la obra. Esta ha sido la experiencia más positiva del proceso, ya que la comunidad con sus propias manos transforma lo que antes era un cambuche de madera o un playón desolado, en su nuevo y cómodo templo parroquial. En este proceso se vinculan también algunas entidades nacionales, extranjeras y muchas personas que aportan generosamente, especialmente a través de la Catedratón.
Una vez concluida la obra gris (hasta el pañete), se procede a entregar a la comunidad el edificio, para que con sus propios recursos, poco a poco, vayan haciendo los acabados finales.
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