martes, marzo 25, 2008

¡DEMOS EL SALTO!


¡Aleluya! ¡Cristo Resucitó! Es el grito de júbilo de todos los cristianos en el mundo, es un grito que despierta en el hombre de hoy la esperanza que todo puede cambiar para bien de la humanidad; es la esperanza que nos abriga a quienes vivimos en el Espíritu de Cristo.

“Si vivimos en el Espíritu de Cristo, dice el apóstol san Pablo a los Romanos, entonces resucitaremos con Él”. Es una resurrección de la vida y para la vida. Así, resucitar en el contexto de esta Pascua, significa ‘dar el salto’ de lo viejo a lo nuevo, de la muerte a la vida; es dejar atrás toda situación de pecado, es decir, de injusticia, de rencor, de violencia, de pansexualismo, de avaricia, de falta de tolerancia, de odio sin sentido; todos estos son signos de una cultura de muerte que deben ser crucificados en el madero de la cruz para ser redimidos con Cristo Resucitado.

Se hace urgente cambiar nuestra sociedad, cada día más fragmentada y dividida, que lo único que causa son tristezas y penas en el corazón de la humanidad, por una sociedad donde se viva la libertad de los hijos de Dios.

La Pascua es precisamente ese salto del hombre pasivo al hombre que actúa desde la fe y la razón, un hombre que busca desde su pensamiento y su actuar una sociedad más justa y equitativa en dar a cada cual lo que le corresponde. Necesitamos personas que comiencen a ver la vida desde una óptica optimista, desde la luz del Resucitado, para que lleguemos a ser hombres libres que caminemos desde los principios de la verdad y el amor.

Hermano, hermana, comience usted a cambiar su metro cuadrado, es decir, su entorno; haga que en su metro cuadrado se piense y actúe desde el amor de Dios.

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