viernes, diciembre 28, 2007

NUESTRA PORTADA


Que en Navidad y en cada día del año nuevo, Dios nos conceda la gracia de ser capaces de amar a los demás y comenzar a construir -entre todos- la ‘civilización del amor’. Que en nuestras oraciones no falte la súplica por la pronta liberación de los secuestrados de nuestra Patria:

Dios compasivo y misericordioso,
que nos creaste para vivir en la libertad de hijos tuyos,
atiende bondadosamente el clamor del pueblo colombiano
que implora con fe y esperanza
la pronta liberación de todos los secuestrados.

Fortalece, consuela y reanima a sus familiares y amigos
con la acción de tu Espíritu Santo,
y, haz que, con nuestra confianza puesta en Ti,
obtengamos la ayuda que tanto necesitamos.

Que todos los esfuerzos que se adelantan
en orden a lograr el acuerdo humanitario no sean en vano
y alcancen un feliz resultado.

Escúchanos, por intercesión de María Virgen, consuelo de los afligidos y auxilio de los cristianos, por Jesucristo Nuestro Señor. Amén.

EDITORIAL


¡A TOMAR LA VIDA EN SERIO!

El amor de familia no se agota en un regalo o aguinaldo; se manifiesta, más bien, en una sucesión de gestos, detalles, correcciones, llamados de atención, no solamente hacia los niños y jóvenes, sino también entre adultos cuyos comportamientos pueden perder el control, especialmente en esta época de fin de año.

Es fácil que pensemos que preparar la Navidad es colocar los adornos, luces, árboles y pesebres; tener la música de moda, listo el pavo, el lechón y varias botellas de licor. ¿Dónde queda la reconciliación, el perdón, la oración y la práctica de la solidaridad frente aquellos que, no solamente en este momento sino que a lo largo del año, están privados de lo más elemental para tener una vida digna? La transformación de la sociedad responde a compromisos profundos que nacen del seno familiar y, la novena, es una bonita oportunidad para meditar, enseñar y corregir. Estos días que preceden a la navidad no son un juego de niños, son una experiencia bien seria de acompañamiento y amor familiar.

Como adultos o padres de familia, pensamos que la responsabilidad frente a los que van creciendo se agota en proveerlos de: uno, alimento; dos, vestido; tres, educación; cuatro, salud, reflejada en visitas periódicas al médico y compra de medicinas; y cinco, recreación en todas sus manifestaciones. Sin embargo, se pueden olvidar de dos aspectos que conforman la base y garantía para el crecimiento y el éxito: enseñar sobre el conocimiento de Dios, de ahí se desprende todo lo que tiene que ver con la fe, la honestidad, los modales; y el afecto que se traduce en los estímulos, abrazos, besos e incluso correcciones y normas de disciplina cuando sea necesario para moldear unos auténticos cristianos transformadores de sociedad.

Con estos siete elementos tenemos la plena seguridad que no vamos a lamentar mañana un escenario lleno de jóvenes fracasados, sin rumbo y presas de cualquier vicio, carentes de sueños y sin visión alguna frente a la vida, esclavos de promociones festivas y de parrandas interminables. Qué la Navidad y el inicio de un nuevo año sea la oportunidad para tomar la vida en serio y educar en la verdad del evangelio.

UNA MIRADA MÁS PROFUNDA A NUESTRA SOLIDARIDAD


Por ONIX NEDEL CORREA GARCÍA *

Hace varios días se conocieron unas impresionantes pruebas de supervivencia de la ex candidata presidencial Ingrid Betancourt. Ella fue secuestrada por las FARC hace más de seis años y desde entonces toda Colombia espera su regreso.

Las conmovedoras imágenes del estado en que se encuentra Ingrid movieron a todo un país y fue la oportunidad para reflexionar, todos los colombianos, qué tan indiferente somos a la situación actual de violencia nacional, sobre todo en el caso del secuestro.

En este tiempo de navidad son muchos los hogares que sufren y se aferran más a Dios por recibir la buena noticia de que sus familiares van a ser liberados. Algunos con varios meses sin verlos, otros con muchos años en los que ni siquiera escuchan su voz.

La violencia por la que atraviesa Colombia es una de las más criticadas en todo el mundo; los actos inhumanos que realizan los grupos al margen de la ley se salen de cualquier calificación precisa que cualquier persona quiera dar, convirtiéndose la violencia misma, en distintas oportunidades, en algo que ni siquiera se le puede dar nombre.

Los colombianos lo vivimos a diario, en algunas ocasiones somos víctimas, en otras simples espectadores frente a un televisor, leyendo un periódico o escuchando la radio. Pero somos sólo eso: simples espectadores, que no buscamos alternativas de ayuda, que no colaboramos para alcanzar la paz y que nos aferramos a la idea absurda, egoísta y no solidaria de que la consecución de la paz es problema del Gobierno.

Dios nos llama en este nuevo año de evangelización a que seamos solidarios y, viendo la realidad colombiana, hay mucho por hacer. Hay que trabajar por comenzar desde nuestros pequeños hogares, comunidades, grupos sociales, etc., por encontrar o, si no los hay, inventar los mejores planes de paz; aquellos planes que no se queden en las intenciones primarias de acercarnos a los que proporcionan guerra, deben ser planes que luego del acercamiento concrete los puntos a seguir en todo un fructífero proceso de paz.

No vale de nada que busquemos justicia si no somos solidarios con aquellas personas que necesitan de nuestra comprensión y apoyo. Son muchos los que se sienten, en medio del conflicto armado, solitarios, desprotegidos perdiendo las ganas de seguir adelante, de luchar por sus ideales, de querer y propiciar una sociedad que viva en fraternidad. A todas esas personas es el momento de brindarle nuestra mano amiga, nuestra mano cristiana; esa mano que está llena de muchos valores y que llega justo en el momento en que hasta la esperanza se pierde.

Debemos analizar con mayor profundidad nuestra actuación en una sociedad llena de tantas dificultades. No podemos pararnos en la estación errónea de que otros harán lo que nuestra indiferencia no se anima a hacer.

Si es cierto que hay que mirar el futuro, pero no podemos verlo, ni siquiera pensarlo, si no trabajamos para que lo que está a nuestro alrededor vaya bien. No sólo es problema de las FARC, el Gobierno, los secuestrados y sus familiares, es un asunto que nos involucra a todos, que sugiere el esfuerzo de aquellos indiferentes, debemos todos alzar nuestras voces de protestas contra los malos actos, de unir ideas creativas y precisas que haga real y palpable la anhelada paz.

Ingrid Betancourt es un ejemplo que nos sirve a todos para reflexionar, para mirar más allá de nuestras narices, para sentir la cruda intensidad del secuestro y todas las demás dificultades nacionales como propias, porque hasta el día en que no lo sintamos así no vamos a espabilarnos para hacer algo, para tratar de ser felices y para querer tener una sociedad más justa, solidaria y en paz.

PANORAMA DEL SECUESTRO EN COLOMBIA

Fuente: FONDELIBERTAD
Procesado: Fundación País Libre

Son muchos los colombianos que han sufrido el flagelo de la violencia que vive nuestro país. Precisamente el secuestro es uno de los métodos más usados por los grupos al margen de la ley para atentar con los derechos fundamentales de las personas. Para tener datos precisos de las víctimas que ha cobrado este grave problema, KAIRÓS consultó las cifras que sobre el secuestro tiene la Fundación País Libre.

Desde el año 1996 hasta septiembre de 2007 ha habido 23.401 personas plagiadas por culpa del secuestro. De las cuales 12.981 fueron liberadas, 4.439 rescatadas, 3.203 aún siguen cautivas; otras 1.268, desafortunadamente, han muerto en cautiverio, 807 liberadas por presión, unas 369 se han fugado de sus captores y 334 las liberaron luego de una mediación humanitaria.

Todos los colombianos debemos seguir trabajando para que las cifras del secuestro desaparezcan y para que sean más efectivos los caminos de paz que se desarrollen. ¡Démosle la cara al secuestro, busquemos la paz!

EL ROSTRO DE LA NAVIDAD


Fray GILBERTO HERNÁNDEZ GARCÍA, OFM *

Recién estábamos comenzando el mes de diciembre y ya en muchos lugares públicos y, sobre todo, en los aparadores de las tiendas hacían su aparición los adornos navideños. Es indudable que esta época del año tiene una especial mística que nos envuelve y penetra; sin embargo, como muchas de nuestras tradiciones, éstas van perdiendo su significado profundo y llegan a tener un espíritu diferente al que originariamente les dio vida.

Así, podemos ver con desencanto que pocos son los motivos navideños que hacen referencia al acontecimiento que celebramos: el nacimiento de Jesús, la encarnación del Hijo de Dios. En su lugar vemos a un viejito bueno, de larga barba blanca, enfundando en un traje rojo, que trata de seducir a los niños para que sus padres les compren regalos. El recuerdo de que él representa a san Nicolás, que también traía regalos, desapareció, para dar paso a la figura cómica del vejete bonachón que reparte sorpresas de su saco.

Santa Claus o Papá Noel, es ante todo un símbolo del mercado, con sus innumerables tentáculos que todo lo convierten en objeto de compra, promesa de felicidad; y como el ‘dios’ mercado se vale de sus profetas la televisión y la publicidad, y como en todas las casas hay televisión ?podrá faltar el pan pero nunca la televisión?, los niños pobres ven a Santa Claus y sueñan con el mundo encantado que él les muestra, lleno de regalos y juguetes a los que difícilmente tendrán acceso. Y sufren por eso, a pesar del brillo embelesado de sus ojitos infantiles. El mercado, como nuevo ‘dios’ exige el sometimiento de todos. Por eso los niños presionan a sus padres para que “Santa” pase por la casa. Entonces, son los padres los que sufren por no poder atender las demandas de sus hijos seducidos por tantos objetos mostrados por el impostor de la Navidad.

No hay duda de que el mercado es una de las mayores creaciones sociales, sin embargo, ha habido y hay muchos tipos de mercado. El nuestro, de corte capitalista, es terriblemente excluyente y, por eso, victimario de personas y de empresas. Es sólo competitivo y nada solidario. Para él solamente cuenta quien produce y consume. Quien es pobre debe contentarse con migajas o malvivir en la marginalidad. En Navidad, Santa Claus es una figura central del consumo para quien está dentro del sistema y puede pagar.

En contraparte podemos ver la navidad del Niño Jesús: Él nació en una familia pobre y honrada. En el momento de su nacimiento en una cueva, entre animales, cantaron los ángeles en el cielo, los pastores se quedaron inmóviles por la emoción, y hasta unos sabios vinieron de lejos para saludarlo. Cuando fue mayor, se convirtió en un magnífico profeta y predicador ambulante, con un mensaje de total inclusión de todos, comenzando por los pobres, a los que llamó bienaventurados. Las personas que guardan su memoria sagrada, escuchan en la Nochebuena la historia de cómo nació y celebran la presencia humanada y humanizante de Dios, que asumió la forma de un niño. Y lo festejan cenando con la familia y los amigos. Aquí no hay mercado ni excluidos, sino luz, alegría y fraternidad. El intercambio de regalos simboliza el mayor presente que Dios nos dio: Él mismo en forma de niño. Él nos alimenta la esperanza de que podemos vivir sin Santa Claus que nos vende ilusiones.

* Colaborador residenciado en México - alvinxxi@yahoo.com.mx

CANTO Y MÚSICA EN NAVIDAD


Por ÁNGELA MARÍN NIEBLES *

El tiempo de Navidad es un período que nuestra Iglesia propone con el fin de comprender y contemplar el misterio de la Encarnación del Hijo de Dios; así como el sol despeja las tinieblas de la noche, con su nacimiento Jesús se presenta ante nosotros iluminando el camino que debemos seguir.

Durante el ciclo de Navidad, al igual que en el Triduo Pascual, celebramos la redención del hombre gracias a la presencia y entrega de Dios. Sin embargo, los dos períodos se diferencian porque el Triduo se centra en la obra salvífica a través de la pasión, muerte y resurrección de Cristo; y la Navidad se centra en la obra redentora celebrando que Dios se hizo hombre, y habitó entre nosotros, para enseñarnos a amar.

La Iglesia Católica, en su papel de madre y maestra, nos motiva a profundizar en la importancia que tiene, para la humanidad entera, la Natividad del Salvador. Por eso la Liturgia propone una serie de fiestas que se extienden desde las primeras vísperas de la Natividad del Señor hasta el domingo después de la Epifanía, día en que se celebra la fiesta del Bautismo de Jesucristo.

¿Cómo debe ser la música durante la Navidad?

En el artículo anterior de esta columna, “Los Villancicos”, se orientaba sobre estas canciones, su origen y su función dependiendo del texto. Se resaltó el hecho que hay dos tipos de villancicos, unos de corte litúrgico -debido a que han sido compuestos pensado en la Eucaristía- y otros que no.

La celebración litúrgica posee los mismos momentos, por lo tanto, se debe respetar el texto de las aclamaciones (Aleluya, Amén, Anunciamos Tu Muerte.., Cada vez que comemos…, Por Tu Cruz y Resurrección…), de los cantos del ordinario (Señor, ten piedad; Gloria; Santo; Cordero de Dios…) y del salmo responsorial. Debemos buscar las musicalizaciones más adecuadas para estos momentos, que suenen a Navidad y no a Cuaresma o a Pascua.

Para los cantos procesionales (Entrada, Presentación de Dones, Comunión) y suplementarios (Acción de gracias y Despedida), se pueden entonar villancicos de corte litúrgico bien seleccionados en texto y música, que se encuentren en concordancia con la fiesta específica del tiempo de Navidad.

CANTO Y MÚSICA PARA LAS FIESTAS DE NAVIDAD

El tiempo de Navidad motiva a la reflexión alrededor de la infancia y la vida oculta de Jesús hasta su manifestación al mundo con el Bautismo recibido en el Jordán a la edad de treinta años; por lo tanto, no es lógico cantar canciones de arrullo durante todo el tiempo litúrgico. Durante este año las celebraciones litúrgicas del tiempo de Navidad se desarrollan de la siguiente manera:

* Fiesta de Navidad y su Octava: Posee varias celebraciones y fiestas a su interior, ya que se prolonga durante toda una semana; por eso se canta el himno del Gloria diariamente durante ocho días. Se deben tener muy en cuenta las antífonas, tanto de entrada como la aleluyática en la escogencia de los cantos. Se invita a los cantores a entonar bellamente el salmo responsorial, a resaltar el himno del Gloria y a interpretar canciones que motiven a la asamblea a acercarse a adorar al Niño.
* Misa de Media Noche: se celebra en la noche del 24 de diciembre.
* Misa de Aurora: se celebra al clarear la aurora del 25 de diciembre.
* Misa del día: se celebra en el día 25 de diciembre.
* Domingo de infraoctava de Navidad: este año es el 30 de diciembre, en éste tiene lugar la fiesta de la Sagrada Familia. La liturgia de este día nos invita a ver la familia como pieza fundamental en la sociedad y como iglesia doméstica; por lo tanto, los cantos deben girar en torno a esta temática.
* Solemnidad de Santa María, Madre de Dios: se celebra el primero de enero. Este año con esta solemnidad finaliza la Octava de Navidad. Se sugieren aquellos cantos que nos motiven a asumir el riesgo de abrir la puerta del futuro y lanzarnos a un nuevo año aún imprevisible. La liturgia presenta a María como aquella mujer que con su fe abrió las puertas de la era cristiana. Se les recuerda que la Eucaristía es Cristocéntrica, por eso sólo se deben entonar canciones a la Virgen María en el canto de despedida.
* Epifanía del Señor: Cae este año el 6 de enero. El tono festivo y alegre va tomando otro matiz con esta celebración. La Epifanía es la manifestación de Cristo al mundo. Él es esa estrella de David que brilló en el portal de Belén y aún continúa brillando con más fuerza que nunca en nuestros corazones. Los cantos deben invitar a seguir la Luz de Cristo que ilumina nuestras vidas y nos fortalece en el camino.
* Fiesta del Bautismo del Señor: este año es el 13 de enero, con esta fiesta termina el tiempo de Navidad. Jesús continúa la humildad de su nacimiento con el sumergimiento en las aguas del río Jordán para ser bautizado. Ante este gran gesto se rasgan los cielos, desciende el Espíritu Santo y resuena la voz del Padre: “Este es mi Hijo, el amado”. Los cantos deben invitarnos a escuchar la voz de nuestro Padre Dios, que nos presenta a Su Unigénito para que le sigamos con fe y decisión.

RECOMENDACIONES PARA INTERPRETAR LOS CANTOS

* Los instrumentos musicales: pueden ser utilizados; deben ser interpretados respetando los diferentes momentos de la Liturgia Eucarística.
* Ritmos y melodías: se sugiere revisar los cantos para entonar aquellos que, con su música y ritmo, traducen el tiempo de Navidad. Escoger aquellas canciones que favorezcan el clima de adoración del Divino Infante durante la Octava y melodías que permitan adentrarnos en el misterio de la Encarnación y vida oculta de nuestro Dios en el resto del tiempo.
* Resaltar el himno del Gloria: Se invita a potenciar y a entonar bellamente este himno durante todo el tiempo.
* Noche de Año Nuevo (31 de dic.): Se debe evitar los cantos populares que hablan del Año viejo y buscar o componer cantos litúrgicos que nos inviten a tomar el nuevo año como cristianos comprometidos trabajando en la misión de la Iglesia. Deben dejarse atrás canciones como “Otro Año que queda atrás” y similares.2|

Desde la Comisión de Liturgia queremos agradecer a todos aquellos cantores y músicos que, domingo a domingo, animan generosa e incondicionalmente las celebraciones de nuestra Diócesis. Que el recién nacido Rey les bendiga y les aumente los deseos de continuar la formación litúrgica; y que nuestra Madre María les conduzca de la mano, durante este nuevo año, hacia el Divino Salvador. ¡Feliz Navidad y próspero año 2008!

* Miembro de la Comisión Arquidiocesana de Liturgia - Directora del Coro Arquidiocesano - anjemani@yahoo.com

DE LOS ARTESANOS DE USIACURÍ PARA LA NUEVA CURIA


Fueron muchas las bendiciones recibidas en el transcurso del Año Jubilar, y su clausura no fue la excepción para apreciar la generosidad que tienen muchas personas fieles a esta Iglesia particular. En la historia que le presentamos a continuación se verá expuesto el amor de Dios al darle un gran talento y capacidades únicas a aquellas personas que hacen cualquier cosa para su gloria.

Con mucha nobleza, ganas y empeño, el maestro Tomás Urueta, junto con varios artesanos del municipio de Usiacurí, decidió hacer en Palma de Iraca el escudo de nuestra Arquidiócesis para regalarlo en el cierre del Jubileo.

Fue durante el acto protocolario de clausura del Jubileo cuando, con mucha emoción, recibió Monseñor Rubén Salazar el monumental escudo que adornará las instalaciones de la nueva Curia Arzobispal. El regalo no puede ser más llamativo: con medidas de dos metros de alto por uno de ancho, manteniendo conservadas las figuras originales del escudo arquidiocesano y con un excelente trabajo manual, esta obra de la artesanía atlanticense despierta toda clase de admiración, respeto e impresionismo en aquellos que tienen la oportunidad de observarla.

Tomás Urueta es un fiel católico artesano que siempre busca la oportunidad para participar y dar todo su apoyo en cada una de las celebraciones que tiene la Iglesia en todo el Atlántico. En el año jubilar tuvo varias intervenciones significativas, destacándose con el ‘Pesebre en vivo de Usiacurí en el ‘Jubileo de los Artistas’ y luego en el acto protocolario del cierre jubilar con este singular escudo hecho en Palma de Iraca.

Manos dedicadas, talentosas e incansables trabajaron durante dos semanas para dar el resultado artístico final. Bladimir Vargas, Margarita Peña, Juan Peña y Wilson Bríñez, dirigidos por Tomás Urueta, fueron los encargados de darle forma al escudo arquidiocesano con el que todos los atlanticense nos podremos maravillar de ahora en adelante.

Como una acertada combinación de la técnica artesanal y la representación de la Iglesia en el Atlántico, se puede calificar esta excelente obra. Por eso, KAIRÓS no podía dejar pasar la oportunidad para hablar con Tomás, quien fue el principal promovedor para que el escudo se realizará; él nos comentó sobre el proceso y lo que ha significado este importante trabajo.

Kairós: ¿Cuándo surgió la idea de regalar el escudo de la Arquidiócesis de Barranquilla en Palma de Iraca?

Tomás Urueta: Esta idea nació luego de nuestra presentación con el Pesebre en vivo de Usiacurí en el ‘Jubileo de los Artistas’; yo le manifesté a Monseñor Rubén Salazar que los artesanos del municipio iban a hacerlo en Palma de Iraca para regalarlo a la Arquidiócesis en sus 75 años; aunque yo creo que él, ni las otras personas que sabían del regalo, se imaginaban las dimensiones que esta obra tiene; pero yo pensé que tenía que ser un trabajo heroico porque no era para cualquier persona, éste era para Dios.

K.: ¿Cómo fue el proceso para realizar el escudo?

T.U.: Durante 15 días trabajamos para hacer esta bonita obra. Tuvimos mucho cuidado con cada una de las partes y la heráldica del escudo. Todo es hecho con Palma de Iraca tinturada aunque para el color plateado y dorado usamos cordones, ya que la Iraca no se consigue con estas características. Se Trabajaron diferentes puntadas en el escudo: hay trencillas, cejillas, paticas de cabras, hay como 10 clases de puntadas que le dan un aire muy llamativo. Para el hierro donde se tejió tuve que buscar un herrero porque en Usiacurí se trabaja el tejido hasta cierto calibre, el cual no era el adecuado para nuestro requerimiento artesanal; fue un reto muy grande, pero que los artesanos supieron enfrentar aunque no estuvieran acostumbrados a usar este tipo de material en los tejidos. Yo creo que este escudo es uno de los trabajos más grandes que se ha hecho en Iraca.

K.: ¿Qué siente usted luego de haber dado este hermoso regalo a la Arquidiócesis?

T.U.: una satisfacción muy grande porque vimos que el escudo le gustó a todas las personas que lo vieron; lo que queríamos era que Usiacurí pusiera un broche de oro para cerrar el Jubileo de los 75 años de la Arquidiócesis. Es indiscutible que hay más satisfacción en el dar que en el recibir, entonces cuando uno regala algo con amor, sobre todo en una fecha como en la que estamos, hay un sentimiento de regocijo. Esto es un precedente muy importante para nuestra Arquidiócesis. De verdad que fue muy placentero, sobre todo cuando uno es muy creyente.

"HEMOS REFORZADO EL TRABAJO DE EVANGELIZACIÓN"


Por JAIME ALBERTO MARENCO MARTÍNEZ *

Sin duda, el encanto del mes de diciembre no sólo está en las decoraciones luminosas o en las brisas que nos permiten disfrutar un mejor clima caribeño. La esencia de este mes radica, verdaderamente, en el maravilloso misterio de la Navidad, que nos invita a descubrir la plenitud del amor de Dios por la humanidad al hacerse Él uno de nosotros para estar con nosotros y posibilitarnos la salvación.

Suscitan también estos días la necesidad de evaluar el camino recorrido durante el año que termina y, por supuesto, debemos motivarnos a preparar el año que se avecina.

Precisamente en este marco temporal de evaluaciones y proyecciones, conversamos con nuestro Arzobispo Rubén Salazar Gómez. Cómo vio el ‘año jubilar’ que acabamos de clausurar, qué visión tiene del Atlántico, cómo nos sugiere la vivencia de los valores que mes a mes propone la Arquidiócesis para ayudar a construir la Iglesia que Dios quiere y el pueblo atlanticense necesita, entre otros, son los temas que nuestro Pastor compartió con KAIRÓS.

Jaime Marenco: Ha sido un año especial para la Arquidiócesis de Barranquilla, gracias al ‘Jubileo Arquidiocesano’ que nos permitió celebrar el Santo Padre con ocasión de los 75 años esta iglesia particular. ¿Qué evaluación hace usted de nuestro ‘Jubileo’? ¿Qué gracias, qué frutos, le dejó al Atlántico, en general, y a nuestro proceso de evangelización, en particular?
Arzobispo: Los frutos de un año jubilar son difíciles de evaluar porque se trata de algo interior, de la gracia que el Señor derrama en el corazón. Sin embargo, es posible constatar el entusiasmo, la alegría, la fuerza de nuestros fieles que han participado en los diferentes jubileos y en las celebraciones jubilares de inicio y clausura del año. En las parroquias se respira un aire nuevo de mayor compromiso como respuesta a la experiencia más intensa del amor y de la misericordia del Señor. Además, es bien importante comprobar que hemos reforzado el trabajo de evangelización que venimos desarrollando como ‘misión arquidiocesana’ desde el gran Jubileo del año 2000. Todos estos son motivos muy fuertes para dar gracias al Señor por este año jubilar que acabamos de concluir.

J.M: Usted preside la Comisión Episcopal de Pastoral Social, lo que implica una gran gestión internacional para ayudar a mitigar tantas necesidades que tiene nuestro país, tantas necesidades a las que la Iglesia –en el marco del Evangelio y de su doctrina social- ayuda de manera concreta a darles solución. De los muchos flagelos que azotan el país, ¿a cuáles está apuntando la Iglesia con mayor intensidad a través del Secretariado Nacional de Pastoral Social –SNPS- y por qué?
Arzobispo: La pastoral social es una dimensión integral de la evangelización y por lo tanto tiene que permear toda labor evangelizadora que realice la Iglesia. “La fe se hace eficaz por el amor”, nos dice san Pablo. La Comisión Episcopal de Pastoral Social busca ayudar a fortalecer esa dimensión social de la evangelización. Dentro de ese contexto, el Secretariado Nacional de Pastoral Social –que es el órgano ejecutivo de la Comisión Episcopal- está privilegiando los programas que tienen que ver con la instauración de la justicia para alcanzar la paz en nuestro país: ayuda inmediata y permanente a las víctimas del conflicto, búsqueda incansable de un cambio de mentalidad por medio de la creación de una cultura de paz en todos los ambientes, iluminación de la realidad por medio de análisis sustanciosos de la situación que se vive, incidencia en las esferas decisorias de la política nacional. Éstos son apenas unos pocos aspectos del intenso trabajo que se está desarrollando en este campo.

J.M: ¿Qué tan difícil ha sido para la Iglesia colombiana gestionar ayudas internacionales para proyectos que beneficien a los más pobres entre los pobres de Colombia?
Arzobispo: Nuestro país ha dejado de ser prioritario en el contexto de las ayudas internacionales porque se considera que Colombia ha alcanzado ya niveles de desarrollo que le permitirían hacer frente con sus propios recursos a los problemas que se presentan. Frente a esta realidad, una de las tareas nuestras ha sido el hacer tomar conciencia de que el conflicto armado que vivimos ocasiona una verdadera crisis humanitaria que desborda nuestras posibilidades. En este sentido, los análisis de la realidad que se han elaborado –por ejemplo, acerca del desplazamiento forzado o el empobrecimiento creciente de algunas comunidades originados por el conflicto- han permitido canalizar ayudas fundamentales para el trabajo que se realiza en los frentes indicados en la respuesta anterior.

J.M: Su participación como presidente de la Comisión Episcopal y del SNPS le ha permitido conocer muchas realidades de vida en el mundo. Haciendo un parangón con otras regiones del planeta en lo que a calidad de vida se refiere, ¿cómo considera usted que está el Atlántico en este aspecto?
Arzobispo: Participamos de muchos problemas comunes con países en vía de desarrollo. Sin embargo, algunas características propias de la situación que estamos viviendo –me refiero, por ejemplo, a la creciente exigencia de transparencia y eficacia administrativa en los gobernantes- permiten entrever que es posible que nuestro Departamento logre más rápidamente que otros países del mundo vencer ciertos males endémicos –la corrupción, el desgreño administrativo, la miseria, la indiferencia- que están a la raíz de la situación de crisis que vivimos.

J.M: En mayo de este año la Iglesia vivió un momento de gran trascendencia histórica como fue la ‘V Conferencia General del Episcopado Latinoamericano y del Caribe’ que tuvo lugar en el Santuario de Aparecida, en Brasil. Usted asistió como uno de los obispos delegados por nuestro país. ¿Dónde radica la importancia de esta Conferencia y del documento pastoral que de ella salió?
Arzobispo: La representación de las diferentes comunidades eclesiales de todos los países de América Latina y del Caribe permite que el documento exprese el sentir de la Iglesia en esta región del mundo y se constituya en una invitación a una profunda conversión pastoral que, a partir del espíritu de discípulos del Señor, nos haga sus misioneros en el mundo de hoy. Estoy convencido de que el documento animará una renovación integral de nuestra labor evangelizadora y que producirá abundantes frutos en las comunidades locales. Es un documento para llevar a la práctica.

J.M: ¿De qué manera el documento de Aparecida, o sus orientaciones, las socializaremos en nuestra Arquidiócesis?
Arzobispo: Tuvimos ya un encuentro de una semana con todo el presbiterio para empaparnos del espíritu de Aparecida. Ahora le corresponde a cada uno de los párrocos el encontrar los caminos adecuados para llevarlo a su propia comunidad. Pienso que este espíritu nuevo ya está presente en la programación del año pastoral que acaba de empezar con el primer domingo de Adviento. Más que recetas pastorales, el documento nos invita a interiorizar un nuevo espíritu que cale y vivifique todas las tareas evangelizadoras.

J.M: La ‘justicia’ fue el valor que promovió la Arquidiócesis en el año que termina. Nos preparamos ahora para vivir el valor de la ‘solidaridad’. ¿Qué recomendaciones nos da el Arzobispo para que esta vivencia no se quede en una simple reflexión?
Arzobispo: Corremos siempre el peligro de quedarnos en la teoría sin que los valores bajen a la práctica. Sin embargo, la conversión empieza con el cambio de mentalidad y esto es lo que se pretende lograr con todos los esfuerzos que desplegamos para la interiorización de los valores. En este contexto, las ‘acciones significativas’ de cada mes tienen una gran fuerza porque buscan que el valor se experimente y de esta manera se haga vida. ¡Qué bueno que se hicieran con renovado entusiasmo! La difusión del valor por medio de la carta a las familias y los afiches es también importante. Espero que no nos cansemos con esta metodología y la sigamos aprovechando al máximo.

J.M: En el nuevo año tendremos nueva sede para la Curia, al lado del templo parroquial Seminario Menor - San Luis Beltrán. ¿Qué beneficios traerá esta edificación a nuestro proceso de evangelización?
Arzobispo: Con el nuevo edificio para la Curia Arquidiocesana se busca que todos los departamentos de la acción evangelizadora puedan tener su sitio de trabajo para que sea más fácil la tarea de animar, coordinar y apoyar la labor que se realiza en las parroquias. Allí vamos a tener además espacios muy adecuados para reuniones, para jornadas de estudio, para el encuentro de las comisiones, para la atención al público… El Señor permita que los servicios que presta la Curia puedan ser más eficaces a partir de ahora.

J.M: Su mensaje de Navidad y Año Nuevo para los fieles del Atlántico.
Arzobispo: Con el Santo Padre en su mensaje para la Jornada por la Paz el primero de enero, mis propias palabras no pueden ser sino una invitación profunda a convertir nuestras parroquias en verdaderos signos e instrumentos de la paz. En el seno de cada familia, Dios quiera derramar en esta Navidad la abundancia de su amor para que, a partir de esa experiencia de ser amados, seamos capaces de amar de verdad a los demás. Amor que se convierte en justicia, en solidaridad, en fraternidad.

¡Muchas bendiciones en Navidad y en el año que empieza!

* Delegado de Comunicaciones y Relaciones Públicas de la Arquidiócesis de Barranquilla – marencomar@hotmail.com

FAMILIA HUMANA, COMUNIDAD DE PAZ


Mensaje de Su Santidad Benedicto XVI para la Jornada Mundial de la Paz , a celebrarse el 1º de enero de 2008.

En el marco de la celebración mundial de la paz y en vísperas del año nuevo que comienza, el Papa Benedicto XVI envió un mensaje de paz y esperanza a todas las personas en el planeta. En sus palabras, resalta la importancia que tiene el núcleo familiar y la armonía que se debe vivir en este.

“De hecho, la primera forma de comunión entre las personas es la que el amor suscita entre un hombre y una mujer decididos a unirse establemente para construir juntos una nueva familia. Pero también los pueblos de la tierra están llamados a establecer entre sí relaciones de solidaridad y colaboración, como corresponde a los miembros de la única familia humana”, destaca el Sumo Pontífice y agrega que todos los pueblos –como lo dice el Concilio Vaticano II- forman una única comunidad y tienen un mismo origen, puesto que Dios hizo habitar a todo el género humano sobre la entera faz de la tierra; también tienen un único fin último, Dios.

En este mismo mensaje Benedicto XVI afirma que el matrimonio, fundado en el amor, es el lugar primario de “humanización” de las personas y sociedad. “En efecto, en una vida familiar «sana» se experimentan algunos elementos esenciales de la paz: la justicia y el amor entre hermanos y hermanas, la función de la autoridad manifestada por los padres, el servicio afectuoso a los miembros más débiles, porque son pequeños, ancianos o están enfermos, la ayuda mutua en las necesidades de la vida, la disponibilidad para acoger al otro y, si fuera necesario, para perdonarlo. Por eso, la familia es la primera e insustituible educadora de la paz”, afirma el Papa.

Resaltando lo fundamental que es cuidar y cultivar con libertad responsable el planeta, debido a que es la casa que Dios Creador nos ha dado para que lo habitemos con creatividad y teniendo como principal criterio orientador la búsqueda del bien de todos, el Papa llamó a la atención específica que necesita el medio ambiente: “Obviamente, el valor del ser humano está por encima de toda la creación. Respetar el medio ambiente no quiere decir que la naturaleza material o animal sea más importante que el hombre. Quiere decir, más bien, que no se la considera de manera egoísta, a plena disposición de los propios intereses, porque las generaciones futuras tienen también el derecho a obtener beneficio de la creación, ejerciendo en ella la misma libertad responsable que reivindicamos para nosotros. Y tampoco se ha de olvidar a los pobres, excluidos en muchos casos del destino universal de los bienes de la creación. Hoy la humanidad teme por el futuro equilibrio ecológico. Sería bueno que las valoraciones a este respecto se hicieran con prudencia, en diálogo entre expertos y entendidos, sin apremios ideológicos hacia conclusiones apresuradas y, sobre todo, concordando juntos un modelo de desarrollo sostenible, que asegure el bienestar de todos respetando el equilibrio ecológico”.

De la misma manera, también resalta la economía familiar, la administración correcta y con solidaridad de los bienes de todos, alegando que para la paz familiar además de necesitar la apertura a un patrimonio trascendente de valores, también es necesario el sabio cuidado de los bienes materiales. “Se tiene una auténtica experiencia de paz en la familia cuando a nadie le falta lo necesario, y el patrimonio familiar -fruto del trabajo de unos, del ahorro de otros y de la colaboración activa de todos- (…) Cuando falta este elemento se deteriora la confianza mutua por las perspectivas inciertas que amenazan el futuro del núcleo familiar”, sostiene el Papa en su mensaje y agrega que hay que fomentar relaciones correctas y sinceras entre los individuos y entre los pueblos, que permitan a todos colaborar en plan de igualdad y justicia. Al mismo tiempo, “es preciso comprometerse en emplear acertadamente los recursos y en distribuir la riqueza con equidad”.

Por último, en su mensaje, Benedicto XVI habla de la ley humana, la superación de conflictos y el desarme para encontrar soluciones eficaces y poder vivir en armonía con todos nuestros hermanos. “Para alcanzar la paz se necesita una ley común, que ayude a la libertad a ser realmente ella misma, en lugar de ciega arbitrariedad, y que proteja al débil del abuso del más fuerte (…) La humanidad no está «sin ley». Sin embargo, es urgente continuar el diálogo sobre estos temas, favoreciendo también la convergencia de las legislaciones de cada Estado hacia el reconocimiento de los derechos humanos fundamentales. El crecimiento de la cultura jurídica en el mundo depende además del esfuerzo por dar siempre consistencia a las normas internacionales con un contenido profundamente humano, evitando rebajarlas a meros procedimientos que se pueden eludir fácilmente por motivos egoístas o ideológicos”.

Si quiere leer el documento completo del Santo Padre Benedicto XVI acerca de la Jornada Mundial de la Paz, visite www.vatican.va

PARROQUIAS: AYER Y HOY DE LA FE


DIVINO NIÑO JESÚS:
Una parroquia en misión, comunión y participación

Por JULIO GIRALDO *

Próximos ya a la celebración más tierna de la humanidad, como lo es la encarnación del Hijo de Dios, hecho niño en un pesebre, contaremos hoy la historia de la unidad pastoral Divino Niño Jesús, cuya iglesia fue construida bajo sofisticados parámetros de la arquitectura moderna.

La Urbanización el Parque, situada entre los municipios de Soledad y Barranquilla, crecía por etapas a pasos agigantados. Era el año 1989, cuando en el sector surgía un grupo de prestantes damas y caballeros que, inspirados en los prodigios del Divino Niño Jesús, querían para esta nueva urbanización una parroquia cuyo titular fuera el Niño de sus sueños. Dirigiendo las aspiraciones de tan maravilloso grupo estaba el padre Víctor Tamayo, quien recibió un lote de terreno de manos de las religiosas de los pobres de San Pedro Claver, que a su vez había sido regalado a ellas por la Fundación Muvdi; era un terreno tan grande, que allí se había podido muy bien construir un estadio. ‘Tamayito’, generoso y visionario que donde ve un lote desocupado clava una cruz y al día siguiente comienza a construir una capilla, al ver semejante lote se arrodillo y con su voz entrecortada por el llanto, grito: “Gracias Señor”. Su mente comenzó a volar creando ideas e imaginando qué era lo que podía hacer con semejante terreno, una iglesia con características de catedral, una casa confortable con habitaciones amplias para que allí vivieran los sacerdotes ancianos de la Arquidiócesis, salones e instalaciones como para una universidad y hasta una casa para niños de la calle; todo lo anterior pasó por la imaginación del hoy Obispo Tamayo y todo lo hizo realidad, menos la casa del gamín, porque muchos moradores del sector se opusieron.

Comienza todo el sector a moverse, las Damas Salesianas con la señorita Iveth Martínez, quien junto con sus hermanas y un grupo de amigas, jalonan la obra. Pero, un pequeño impace surge, porque según los proyectos de Monseñor Feliz María Torres, esta parroquia se llamaría “María Rosa Mística”, ya que el Divino Niño estaba reservado para el barrio La Arboleda, pues los gestores del proyecto habían visionado allá un santuario al Divino Niño. El padre Tamayo, con la sabiduría y calma que lo caracterizan, en menos de media hora convenció al Arzobispo que deberían cambiar los titulares de estas nuevas parroquias y así se hizo.

Contentos todos, se hace el diseño del templo por parte de la arquitecta Martha Moreu con la colaboración de Fausto Halil y el ingeniero Hugo Vargas. Se unen al grupo de arquitectos e ingenieros, los doctores Leonardo Zanello y Miguel De los Reyes, y se crea oficialmente el comité pro-templo presidido por Rosalba Hernández; todos los vecinos fueron nombrados: “trabajador voluntario”, mediante cartas que fueron enviadas a cada uno de los moradores del sector, carta que con orgullo conserva la señora Judith de Melo, testigo en vivo y en directo de toda la historia de la parroquia desde sus inicios, y quien conserva también un archivo que contiene las memorias hasta de lo más mínimo que en la parroquia ha ocurrido desde su fundación. Doña Judith actualmente sigue colaborando con su párroco.

Con planos en la mano, grupos trabajando y una comunidad motivada, el 17 de noviembre de 1990, muy temprano, el padre Tamayo, ‘en traje de campaña’, convoca a todos los vecinos a la gran jornada de iniciación de la obra; todos dijeron: “Aquí estamos Señor para hacer tu voluntad”. Con gozo y alegría fueron haciendo los cimientos, y con desayunos campales y pequeñas rifas, secundaron la iniciativa para muy pronto tener lista la Casa de Dios. Tres años después, el 12 de febrero de 1993, es erigida parroquia y se nombra al padre Víctor Tamayo como su primer párroco; y el 2 de septiembre de 1995, en solemne ceremonia presidida por Monseñor Félix María Torres Parra, Monseñor Ugo Puccini Banfi, el párroco y un grupo de sacerdotes de la Arquidiócesis, es consagrado el templo.

LA PARROQUIA HOY

En la actualidad el templo luce bellamente decorado, su casa cural es cómoda, confortable y con olor a naturaleza. Anexa a la casa parroquial se encuentran unas instalaciones también muy amplias, bien construidas, con un mantenimiento continuo que lucen como nuevas; en esta edificación se dictan cursos de modistería, culinaria, artesanías, primeros auxilios y muchos otros para que la comunidad se prepare y se capacite, de tal manera que pueda encontrar caminos de superación personal. Existe también el Instituto de Teología para Laicos, donde estudiantes de toda la Arquidiócesis se capacitan en teología, cristología, Biblia y catequesis. La parroquia Divino Niño es, además, una extensión del Seminario Mayor, ya que en este lugar los seminaristas realizan su último año de Teología.

Al frente de esta unidad pastoral y ejerciendo como párroco, se encuentra desde el 9 de enero de 2007 el padre Edwar Utria Londoño, sacerdote muy bien preparado, aceptado y reconocido por su comunidad como un pastor entregado por completo a su rebaño. Es una parroquia que, por la gracia infinita de Dios, tiene el privilegio de contar entre sus párrocos a extraordinarios sacerdotes como Monseñor Víctor Tamayo y los presbíteros Humberto Brum, Atilio González y Edgardo Bernales, sacerdotes que trabajaron intensamente para formar una comunidad que hoy, bajo la sabia dirección del padre Utria, se mantiene viva, extraordinariamente activa, con una calidad humana impresionante, muy bien estructurada y comprometida con la evangelización. Aquí sus feligreses no esperan que el párroco diga: ”hagan esto o aquello”. Todo lo contrario, es la comunidad la que toma la iniciativa y compromete al párroco a su máxima entrega.

Existen todos los comités parroquiales de los diferentes niveles de pastoral y varios de sus miembros pertenecen a las comisiones arquidiocesanas, lo que mantiene al día el trabajo de nueva evangelización y coloca a esta unidad pastoral como líder y, a su vez, formadora de otras comunidades. Un domingo es en esta unidad pastoral un verdadero día del Señor: bautizos, matrimonios, misas preparadas y animadas por edades, reuniones de grupos y un compartir fraterno que convierten la unidad pastoral Divino Niño Jesús en modelo de parroquia del tercer milenio.

AÑO NUEVO O AÑO DE RENOVACIÓN

Llegar al final del año se ha vuelto para muchos una experiencia que envuelve gratificación y expectativa, esperanza y frustración.

Por JUAN ÁVILA ESTRADA, Pbro. *

Los sentimientos que acompañan el término de un año y el inicio de otro son ambivalentes: vemos correr el tiempo en nosotros, evaluamos lo que se hizo o dejó de hacer, lo que anhelamos para el futuro próximo y los recursos con que contamos para llevarlo a cabo. Nos sentimos con más experiencias, más vida vivida y menos vida para vivir, pero seguros de seguir luchando para que la muerte no nos sorprenda a la vuelta de la existencia sin haber hecho aquello que teníamos que hacer. La certeza de no ser imprescindibles en el universo y que el mundo sigue girando aun cuando no existamos, es lo que nos mueve a dejar una huella imborrable en el corazón de quienes amamos para que algo de lo que somos quede en el alma de quienes nos rodean.

Podemos mirar el 2008 como un “año nuevo” o como un “año de renovación”. No se trata de pretender borrar el pasado como si nada hubiese pasado, sino mirar con esperanza lo que se avecina por la convicción de estar sembrando aquello que queremos cosechar. Al pisar el primer día del mes de enero podemos quedar con la sensación de que todo es igual, y que el cambio de día, de mes, de año o de siglo lo único que nos muestra es la sucesión inexorable del tiempo que nos apremia a ser mejores humanos para que la mediocridad no sea nuestra maleta de viaje hacia la eternidad. Hablar del pasado y del futuro sólo es posible en la medida en que somos forjadores de historia, protagonistas de lo que ocurre en el mundo y siervos conscientes de hacer lo que se debe hacer en el momento adecuado. No hay pasado, ni futuro, ni año nuevo para quienes sólo se limitan a permitir que el tiempo les llegue y les muestre su poder mediante canas o arrugas. La novedad de un nuevo ciclo de la tierra alrededor del sol se da cuando la historia se hace en el tiempo y no el tiempo en la historia. Renovar la vida es permitirnos el lujo de ser más que hombres y llegar a convertirnos en verdaderos humanos, es decir, aquellos que no se limitan a cumplir las funciones propias de todo ser viviente, como respirar, alimentarse y reproducirse para después morir sino, ante todo construir, servir y amar, para que todo el que se encuentra con nosotros sienta que nuestra presencia les ayudó a ser mejores y que cada palabra, gesto y actitud les ayudó a crecer.

Ya no es suficiente levantar una copa de champaña, ni comer uvas, ni correr con maletas a la medianoche para pedir al “destino” (¿la suerte?) que el año nuevo nos traigas cosas bellas. No es el simple deseo de parabién o de compañía de la suerte lo que debe acompañar el recibimiento del nuevo año; ahora se trata de no dejar nada al azar pensando que la historia está escrita y que nosotros únicamente tenemos que ajustarnos a ella y esperar que esta vez si salga todo bien porque así está determinado, sino más bien entender que lo que sucede no está escrito, por el contrario, somos nosotros los que vamos trazando las líneas de nuestro futuro por la manera como enfrentamos el presente. La premisa de “nacer con estrella” o “nacer estrellados” no vale para quien cree en su participación en la historia y ve su vida no como un accidente histriónico del cosmos sino como parte de un plan trazado desde toda la eternidad por el Hacedor de todo que nos colocó en el tinglado del universo para que diéramos la nota precisa que pudiera dar la armonía de su canción.

Comprender las cosas de esta manera nos ayuda a entender que cada uno debe hacer siempre lo que debe y que la omisión en nuestros deberes trastoca los planes de Dios que quiere que todo concurra para nuestro bien y su gloria.

¿Qué desea usted para el nuevo año? No lo desee, sencillamente hágalo realidad, pero entienda que el hombre nada puede hacer solo y que su nota sólo da el tono cuando es percutida por Dios.

¿Año nuevo o año de renovación? En Jesús todas las cosas pueden ser nuevas, él tiene poder para ello. No importa la cantidad de años o de acontecimientos que hayan pasado por su vida, empiece nuevamente y su vida toda se renovará en él.

* Párroco de San Carlos Borromeo y Padre Nuestro